'Zaplebes'
All¨¢ van Zaplana y Acebes por los pueblos de Espa?a anunciando inquietudes y males, carencias y tejemanejes, envueltos los dos en una mezcla de nostalgia y gracejo. La nostalgia la ponen ambos, al cincuenta por ciento, y el gracejo lo administra, a solas, Zaplana. Y como van tan a la par en fotos y aviones, en tribunas y augurios, se podr¨ªa decir que ya empiezan a ser una pareja art¨ªstico-pol¨ªtica. Una dualidad a?orante de aquel tiempo feliz en el que uno y otro llegaron a competir por el sill¨®n que acab¨® siendo de Mariano Rajoy. Tal y como Aznar determin¨®.
Zaplana y Acebes narran muchas cosas parejas y graves, mas da la impresi¨®n de que lo hacen un poco al margen de la historia, como quien trata de vivir el pasado en el presente. El pasado que empez¨® a peligrar en 2003, cuando estall¨® la guerra de Irak, ese cruel disparate que ha costado decenas de miles de muertos y al que aguardan muchos miles m¨¢s, inmolados todos en la guerra civil que ya bulle por la antigua Mesopotamia, la tierra donde naci¨® la escritura. La tierra donde pereci¨® el discurso de Aznar.
Zaplebes tiene dos almas. Una, la de Zaplana, es, al parecer, de cu?o liberal, que eso se cuenta de quien labr¨® su biograf¨ªa desde la sorpresa tr¨¢nsfuga, el aura peronista, el entusiasmo bronceado y la facundia coste?a. El otro esp¨ªritu de este d¨²o, Acebes, procede de la g¨¦lida Castilla de ?vila, tierra de santos; y aporta a la sociedad de ex ministros su verbo arenoso y su incesante perplejidad ante una horrenda matanza, hija de un uso criminal de la religi¨®n; y sucedida justo cuando ¨¦l era el responsable primero de la seguridad de los espa?oles.
Muy probablemente, ya pas¨® el tiempo pol¨ªtico de Zaplebes. Por la parte de ?ngel porque su enojada inoperancia ya tuvo su oportunidad. Y por la parte de Eduardo, porque resulta muy significativo que quien lleg¨® incluso a aspirar a ser jefe del gobierno, se desgaste tanto en ponerle zancadillas al presidente de los valencianos. Tiempo de rebajas, con un horizonte de mutis. Por el foro.
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