Una oportunidad para no repetir errores del pasado
El sistema sanitario espa?ol no es el mejor del mundo y adem¨¢s tiene mucho que cambiar. Los profesionales sanitarios espa?oles tenemos igualmente mucho que mejorar, pero procuramos mantenernos en una permanente actualizaci¨®n para ofrecer a los ciudadanos los avances m¨¢s importantes en salud. Sin embargo, la inversi¨®n que realiza el Estado (administraciones central y auton¨®micas) en sanidad p¨²blica no se corresponde con la media de nuestro poder adquisitivo como pa¨ªs. De esta manera, cuando comparamos el gasto en sanidad en Espa?a con el de los pa¨ªses de nuestro entorno, y ajustamos seg¨²n nuestro poder adquisitivo, la inversi¨®n en sanidad en el a?o 2002 es algo as¨ª como el 10% menos de lo que nos corresponder¨ªa. Es decir, en los ¨²ltimos 10 o 15 a?os arrastramos una inversi¨®n insuficiente en sanidad p¨²blica para el desarrollo del pa¨ªs.
Podemos, por tanto, afirmar que los presupuestos en sanidad corresponden con las necesidades del pasado, no con las del a?o 2005. Y el resultado no pod¨ªa ser otro: se est¨¢ produciendo un deterioro lento en algunos aspectos del sistema sanitario y se est¨¢ desviando el gasto hacia la sanidad privada, sobre todo por parte de aquellos colectivos sociales que pueden pagarla. De este modo, comenzamos a perder la equidad de nuestro sistema sanitario. Y esto est¨¢ sucediendo en un pa¨ªs en el que la calidad en la atenci¨®n a los problemas de salud y la garant¨ªa de la equidad para todos los ciudadanos son los principios fundamentales sobre los que se soporta el sistema sanitario p¨²blico. Tanto la Ley General de Sanidad como la Ley de Cohesi¨®n y Calidad del Sistema Nacional de Salud desarrollan su articulado con la finalidad de garantizar los dos citados principios. Para ello, establece que nuestro sistema de salud debe organizarse en torno al desarrollo de la atenci¨®n primaria al tiempo que indica que los centros de salud han de garantizar la calidad y la integraci¨®n de la atenci¨®n sanitaria, siendo el m¨¦dico de familia la figura esencial para atender los problemas de salud de los ciudadanos. En cambio, la realidad es otra: en estos ¨²ltimos 20 a?os se han dedicado recursos para formar y cualificar a los especialistas en medicina de familia, pero apenas se ha empleado presupuesto para modernizar los centros de salud y dotarlos de medios de diagn¨®stico y tratamiento. La atenci¨®n primaria cuenta con la mitad de los recursos que la atenci¨®n hospitalaria, cuando en los pa¨ªses de nuestro entorno tienen presupuestos, al menos, equiparados; y la inversi¨®n destinada a los centros de salud en Espa?a es el 25% inferior a la que destinan los pa¨ªses de la OCDE.
En este contexto, parec¨ªa que por fin iba a ser posible resolver uno de los problemas de nuestro pa¨ªs que amenazaba con cronificarse. La decisi¨®n de convocar una Conferencia de Presidentes auton¨®micos abr¨ªa la esperanza de que pudiese entrar en v¨ªas de soluci¨®n. Sin embargo, la informaci¨®n de que disponemos sobre el debate hasta el momento invita a la desilusi¨®n. Observamos c¨®mo los responsables pol¨ªticos se centran en el s¨ªntoma que m¨¢s les afecta en el d¨ªa a d¨ªa de su gesti¨®n: el d¨¦ficit presupuestario, es decir, "la sangr¨ªa de dinero", pasando por alto un diagn¨®stico global de la sanidad p¨²blica. Es como si se contentaran con "tapar la hemorragia de la herida presupuestaria", sin adoptar medidas que permitan resolver la causa de la misma y prevenir su aparici¨®n en el futuro.
Da la sensaci¨®n de que nos encontramos ante un dej¨¤ vu. Tal como ha sucedido en los ¨²ltimos 10 a?os, todas las medidas parciales que se han adoptado para mejorar el sistema sanitario y controlar el gasto sanitario han tenido escasa repercusi¨®n. Si no se realiza un abordaje global de los problemas que tiene nuestra sanidad, corremos el riesgo de repetir los fracasos del pasado. El tiempo seguir¨¢ transcurriendo y se ir¨¢n acumulando las deficiencias actuales. Por el contrario, si en vez de un punto de llegada para resolver el d¨¦ficit del presupuesto corriente, la Conferencia de Presidentes auton¨®micos se convierte en un punto de partida para afrontar algunos de los problemas m¨¢s destacados, estaremos entonces ante una oportunidad hist¨®rica para nuestro sistema sanitario.
Ser¨ªa fundamental alcanzar acuerdos en los pr¨®ximos meses, al menos, en los siguientes ¨¢mbitos:
1. Garantizar un modelo de financiaci¨®n que consolide el gasto actual, pero que en los pr¨®ximos a?os crezca lo suficiente para equilibrar las deficiencias actuales, en especial en los niveles con m¨¢s carencias.
2. Reorientar el modelo sanitario, poniendo un mayor acento en la atenci¨®n de las patolog¨ªas cr¨®nicas y en la prevenci¨®n de las enfermedades y la promoci¨®n de la salud. Con especial atenci¨®n a los problemas de dependencia y a la participaci¨®n con los servicios sociales y los servicios sanitarios de los ayuntamientos y a la dotaci¨®n presupuestaria de la atenci¨®n primaria.
3. Renovar los modelos de gesti¨®n, tanto de los recursos materiales como de los recursos humanos. Haciendo especial hincapi¨¦ en la participaci¨®n de los ciudadanos en la salud, en la implicaci¨®n de los profesionales en la gesti¨®n del sistema, en el uso racional y eficiente de los f¨¢rmacos y de las pruebas diagn¨®sticas y en la utilizaci¨®n eficiente de los recursos.
4. Implantar un sistema de informaci¨®n y seguimiento de los resultados en salud que reciben los ciudadanos. Que permita conocer la evaluaci¨®n de la atenci¨®n en salud y planificar las necesidades de recursos en todo el estado espa?ol y la toma de decisiones apoyada en datos objetivos. Y resuelve estas graves carencias actuales.
En manos de los pol¨ªticos est¨¢ evitar un nuevo fracaso en los intentos de mejorar nuestro sistema sanitario. Los m¨¦dicos de familia aspiramos a tener el mejor del mundo. Seguro que tambi¨¦n los ciudadanos espa?oles.
Luis Aguilera es presidente de la Sociedad Espa?ola de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
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