El s¨ªndrome del 'caso Maeso'
La posible responsabilidad penal de Juan Maeso, acusado de la infecci¨®n masiva de hepatitis C, la dilucidar¨¢ el tribunal que le est¨¢ juzgando. No se sabe cu¨¢ndo, porque al ritmo que van las cosas, la sentencia que sea va para largo.
Nada m¨¢s l¨®gico, dadas las cifras mastod¨®nticas del juicio: 276 afectados, casi 600 testigos, siete a?os de instrucci¨®n del caso y un sumario resultante de 50.820 folios. ?Hay alguien capaz, no ya de escribir esa cantidad de p¨¢ginas, sino siquiera de leerlas? En un c¨¢lculo nada exagerado, la lectura superficial del sumario requerir¨ªa tres meses ininterrumpidos, sin un siquiera un minuto para el sue?o. Es decir, much¨ªsimo m¨¢s de lo que el propio Maeso declara que puede trabajar sin interrupci¨®n.
Esas apabullantes cifras y la presencia conjunta de m¨¢s de un centenar de abogados con sus correspondientes togas son los dos aspectos colaterales del proceso que m¨¢s han llamado la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica.
Aun as¨ª, para los legos en la materia, como un servidor, lo inquietante de este caso son las sombras que lo circundan. La primera: el retraso de a?os en descubrir la an¨®mala cifra de afectados por la hepatitis C y el origen com¨²n de la infecci¨®n. El que fuesen dos empresas privadas, Iberdrola y Telef¨®nica, las que se preocuparan por la alta incidencia de la enfermedad entre sus trabajadores y hallaran el nexo com¨²n a los pacientes no dice nada bueno en favor de la Administraci¨®n p¨²blica. ?C¨®mo es que ¨¦sta no se dio cuenta antes? ?Tan mal andan sus procedimientos, sus estad¨ªsticas y sus m¨¦todos de control?
Otra cuesti¨®n, no por reiterada menos alarmante, es la duraci¨®n de la fase de instrucci¨®n: siete a?os. Bien es verdad que hay casos que duran el doble. Recuerdo la reclamaci¨®n por da?os de unos vecinos a los que les plantaron un edificio a un metro de sus ventanas exteriores y dejaron ya de ver el sol. Cuando obtuvieron una sentencia favorable al cabo de quince a?os, sus hijos hab¨ªan crecido rodeados de cemento, algunos de ellos hab¨ªan muerto, otros se hab¨ªan mudado de casa y se hab¨ªa perdido su pista y todos hab¨ªan sufrido un perjuicio irreparable. Ya se sabe que la justicia lenta no es justicia. Y, aqu¨ª, pese a los juicios r¨¢pidos de reciente implantaci¨®n, nuestra justicia, en vez de ir en turborreactor, lo hace con muletas.
?C¨®mo se reparan, pues, los derechos de los afectados si se demuestra lo justo de su demanda 17 a?os despu¨¦s de la infecci¨®n, como suceder¨¢ en algunos casos? Pues lo tienen crudo. Y, eso, a pesar de la comprobaci¨®n de la mala pr¨¢ctica de una sanidad en la que un operado de menisco sal¨ªa con una hepatitis cr¨®nica que no ten¨ªa antes de ser intervenido, en un hospital donde se modificaban arbitrariamente las guardias m¨¦dicas sin dejar constancia de ello y con profesionales que, como Maeso, presumen de haber trabajado 144 horas consecutivas sin haberse tomado un respiro.
Pase lo que pase con la sentencia, hay, por consiguiente, una responsabilidad de la Administraci¨®n que ha dejado al doctor Maeso al pie de los caballos, que no ha demostrado ninguna sensibilidad con las v¨ªctimas y que -faltar¨ªa m¨¢s- admite que acatar¨¢ la sentencia en aquello que le afecte.
?se es, pues, el problema de nuestra sanidad, m¨¢s all¨¢ del pulso econ¨®mico exhibido estos d¨ªas entre las comunidades aut¨®nomas y la administraci¨®n central. ?Cu¨¢l es nuestro modelo sanitario? ?C¨®mo podemos hacerlo eficaz y transparente? ?Qu¨¦ mecanismos de control y de garant¨ªa del usuario hay que poner en pr¨¢ctica?
Bien est¨¢ que se luche por reducir unas ratios a veces impresentables de listas de espera, minutos de atenci¨®n al paciente, falta de privacidad en la consulta o demora -hasta dos a?os- en el pago a proveedores farmac¨¦uticos de la Generalitat. Eso viene siendo compatible con una alta tecnolog¨ªa y buena cualificaci¨®n de los profesionales m¨¦dicos, una mayor cobertura sanitaria y la atenci¨®n generalizada a quienes no cotizan a la seguridad social.
Sin embargo, si no racionalizamos y mejoramos la gesti¨®n sanitaria, es decir, la eficacia de nuestra administraci¨®n en cuestiones de salud p¨²blica, ¨¦sta puede ser un saco sin fondo donde se pierdan los dineros acordados con el Gobierno de Madrid, por una parte, y los usuarios sigamos, por otra, al albur de una buena o mala pr¨¢ctica sanitaria o del mayor o menor control del sistema p¨²blico de la salud.
Estos son algunos de los s¨ªntomas que el caso Maeso ha vuelto a poner en evidencia, m¨¢s all¨¢ del resultado penal del proceso jur¨ªdico.
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