Adi¨®s desde el podio
Somarriba logra la plata en la contrarreloj y confirma su retirada para despu¨¦s de la prueba en l¨ªnea, el s¨¢bado
Karin Thurig no tiene quien la quiera. Eso, por lo menos, es lo que dio a entender. "Me tengo que entrenar sola. Ning¨²n entrenador comprende mis necesidades", dijo. Por eso, quiz¨¢s, la ciclista suiza, de 33 a?os, parece sufrir de horror vacui, parece huir del tiempo libre, necesita tener ocupadas todas sus horas en la pr¨¢ctica de ejercicio f¨ªsico, cuanto m¨¢s extenuante mejor. Por eso, quiz¨¢s, por su monodedicaci¨®n al cultivo del cuerpo, Thurig, que ha jugado al voleibol, que ha sido amazona de equitaci¨®n de alto nivel, que empez¨® a pedalear har¨¢ cinco a?os dando clases de spinning en un gimnasio, y que por si fuera poco conjuga el ciclismo con el triatl¨®n de larga distancia, volvi¨® ayer a ganar la medalla de oro en el Mundial contrarreloj.
Joane Somarriba s¨ª que tiene quien la quiera. La quiere su madre, que est¨¢ enferma y no puede separarse de su hija, la quiere su marido, Ramontxu Gonz¨¢lez Arrieta, que fue ciclista, gregario de Indurain en un Tour, y que tiene que echarle el freno todos los d¨ªas para que no se pase entrenando. Por eso, quiz¨¢s, ayer, despu¨¦s de conseguir la medalla de plata, Somarriba, de 33 a?os, dijo que ya era suficiente, que necesitaba un respiro, que no pod¨ªa seguir machac¨¢ndose todos los d¨ªas, que cada d¨ªa le costaba m¨¢s trabajo acabar la faena, que su cuerpo le ped¨ªa que siguiera, que sus piernas a¨²n le dicen que est¨¢ bien, que puede seguir siendo una campeona, pero que su cabeza le hab¨ªa dicho ya basta.
Cinco segundos y ocho d¨¦cimas, una miseria, separaron tras 22 kil¨®metros en el circuito de la Casa de Campo a dos mujeres de la misma edad y tan diferentes, a la suiza que no encuentra tiempo para hacer tantas cosas como quiere y a la espa?ola que ha encontrado al fin la motivaci¨®n para echarse a descansar, para aparcar la bicicleta despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada de pedaleo en los que, saliendo de la nada, de un ciclismo femenino espa?ol inexistente, logr¨® ganar tres Tours, dos Giros y un Mundial contrarreloj.
Evidentemente, ni la hiperactividad de la suiza ni el cansancio mental de la vizca¨ªna tuvieron nada que ver con esos cinco segundos. M¨¢s bien la fisiolog¨ªa y la f¨ªsica.
Somarriba es una de ¨¦sas a las que hay que temer m¨¢s cuando se ensombrece con pesimismo la v¨ªspera de una competici¨®n que cuando luce optimista. Hace tres a?os, en el Mundial de la gris Zolder, donde los caramelos de an¨ªs que entregaban a los mineros del carb¨®n para que salivasen y aguantasen el cisco bajo tierra, eran el ¨²nico indicio de que en un circuito tan plano pod¨ªa esconderse el sufrimiento, pod¨ªa tener valor el esp¨ªritu aguerrido, Joane Somarriba, contra todo pron¨®stico, una min¨²scula escaladora, alcanz¨® la medalla de bronce en la prueba en l¨ªnea, sola entre potentes rodadoras, entre sprinters centroeuropeas, temibles. Ayer se acordaba Ramontxu de aquella carrera, tambi¨¦n Somarriba. Se acordaba de aquello Ramontxu, que la v¨ªspera pensaba que la despedida de Somarriba ser¨ªa serena, sin medalla pero con orgullo, cuando ve¨ªa que su chica marcaba el mejor tiempo. Se acordaba y so?aba. La plata estaba asegurada. M¨¢s de lo que esperaba. Ten¨ªa el oro entre las manos. Casi colgado del cuello. Lo sent¨ªa porque a mitad de carrera la tremenda suiza s¨®lo hab¨ªa sacado segundo y medio a Joane. Por eso, feliz con la plata inesperada, cuando lleg¨® Thurig, cuando vio que hab¨ªa multiplicado por cinco su ventaja, Ramontxu hizo un peque?o moh¨ªn de disgusto. M¨ªnimo. Intranscendente. Val¨ªa la plata. Val¨ªa en un circuito como aquel en el que los repechos no obligaban a mover desarrollos m¨ªnimos, en el que los descensos no eran a tumba abierta, no eran descansillos para las piernas, sino falsos llanos que obligaban a seguir pedaleando, a seguir moviendo el 12, que favorec¨ªan la inercia de pesos pesados como la suiza o la norteamericana Katrin Armstrong, que termin¨® tercera, que perjudicaban a Somarriba, ligera como una pluma, pese a que finalmente, buscando la inercia evanescente, hab¨ªa montado una rueda trasera lenticular.
Hace a?os que Joane Somarriba, aguerrida, guerrera, luchadora, mujer contra todas las trabas, habla de una vida diferente, de unas ma?anas en las que le despierte el llanto de un beb¨¦, en las que no tenga, por obligaci¨®n, que descolgar la bicicleta del gancho, montarse y salir durante horas con Ramontxu, pic¨¢ndose, trabajando sin parar; de unas tardes para pasear o echar una siesta en vez de salir de nuevo en bicicleta tras una moto o un coche conducidos por Ramontxu. La necesidad de una beca, la penuria econ¨®mica del ciclismo femenino, le impidieron la retirada a una de las mejores deportistas espa?olas de la historia. Hasta ayer, hasta que desde el podio dijo que el momento hab¨ªa llegado y que nada le har¨ªa echarse atr¨¢s.
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