Chutzpah
Es fascinante esa imagen del canciller alem¨¢n Gerhard Schr?der con todos los dientes en la sonrisa y los brazos en un gesto de victoria. No es una sola foto ni pertenece a un solo d¨ªa. Lleva as¨ª desde el domingo. Su euforia contrasta con la tristeza prendida en el rostro de Angela Merkel, cuya coalici¨®n es la que ha recogido m¨¢s votos y va a contar con m¨¢s diputados en el Bundestag. Se ha hablado de dulce derrota de uno y p¨ªrrica victoria de la otra. Tambi¨¦n de un doblete de perdedores que llevar¨¢ a buscar el nombre de otro pol¨ªtico capaz de encabezar una gran coalici¨®n o alguna otra f¨®rmula de Gobierno estable.
El partido de Schr?der ha llegado el segundo a la meta y su coalici¨®n de Gobierno ya no le alcanza para seguir. La se?ora Merkel, que lleg¨® a tener una ventaja de 24 puntos sobre Schr?der en las encuestas, no ha conseguido que su f¨®rmula de Gobierno obtuviera mayor¨ªa parlamentaria y ha mostrado su debilidad como candidata a la canciller¨ªa, con unos resultados inferiores a los que obtuvo Edmund Stoiber, el presidente b¨¢varo, en 2002. Est¨¢ claro por qu¨¦ est¨¢ triste la se?ora Merkel. ?Pero de qu¨¦ se r¨ªe Schr?der y por qu¨¦ su gesto de victoria? ?Ser¨¢ que el canciller ha obtenido una victoria moral? Ni en la pol¨ªtica ni en la vida hay victorias morales y el canciller es precisamente de los que lo sabe muy bien. No hay victoria sin ganancias sustanciales. Si son morales no son victorias y lo suyo, desenga?¨¦monos, es una victoria.
El canciller ha situado a su coalici¨®n en una posici¨®n ¨®ptima, de forma que cualquier f¨®rmula de Gobierno pasa por incorporar a ella a una u otra de las dos fuerzas a las que se consideraba como derrotadas de antemano. El partido socialdem¨®crata, erosionado por la izquierda gracias a Oskar Lafontaine, ha encontrado una nueva vida en estos resultados. Los Verdes se ven cortejados incluso por conservadores y liberales. Con Angela Merkel sucede exactamente lo contrario. Es ella la que est¨¢ en deuda con los suyos. Obtuvo la confianza de los barones cristianodem¨®cratas y no ha conseguido superar a Stoiber, el b¨¢varo a quien se atribu¨ªa una incapacidad estructural para alcanzar la canciller¨ªa. Sus expectativas eran altas, pero razonables y claras: convertirse en la primera mujer y el primer pol¨ªtico del Este que llega a la canciller¨ªa. De ah¨ª la rotundidad del batacazo.
Frente a la imagen de un Schr?der bronco y marrullero, Merkel ha aparecido siempre como un arc¨¢ngel de la franqueza y la sinceridad. Pero tras los resultados estas dos im¨¢genes han invertido su contenido: la primera es la de la tenacidad y la fortuna y la segunda la de la incapacidad y la torpeza. En las propuestas de Merkel han pesado m¨¢s las rupturas con la etapa de Schr?der que las continuidades, y eso es lo que el electorado aparentemente ha rechazado. El surco pol¨ªtico de Schr?der, en cambio, ha quedado confirmado. Sea quien sea el canciller y sea como sea la coalici¨®n, incluso con Merkel al frente, la Agenda 2010 de reformas del Estado de bienestar seguir¨¢ adelante; sin el radicalismo que quer¨ªan imprimirle los liberales y el profesor de Heidelberg Paul Kirchoff, y sin el freno que demandaba Lafontaine. No habr¨¢ un giro en pol¨ªtica exterior que haga cambiar a la nueva Alemania moldeada por Schr?der, el canciller que mand¨® tropas al extranjero por primera vez y tambi¨¦n el primer canciller que se independiz¨® de Washington. Ni siquiera habr¨¢ portazo a Turqu¨ªa como quer¨ªa Merkel. ?stos son los motivos para que Schr?der se considere victorioso en la derrota.
El diario londinense Financial Times utiliz¨® el lunes una extra?a palabra para describir lo ocurrido en Alemania. "Schr?der wins on chutzpah", dec¨ªa. Chutzpah es una palabra yiddish, incorporada al ingl¨¦s de Am¨¦rica, que puede traducirse como insolencia, chuler¨ªa, desmesura o atrevimiento. Se suele definir tambi¨¦n a partir de una historieta o chiste jud¨ªo algo macabro. Un muchacho asesina a sus padres y luego alega ante el tribunal su condici¨®n de hu¨¦rfano como atenuante o, en otra variante, pide ayuda al fondo social de la sinagoga de su barrio en su condici¨®n de hu¨¦rfano. "Schr?der gana en insolencia", dec¨ªa el titular. Y es verdad. Pero su insolencia es lo que ha situado a Merkel en p¨¦sima posici¨®n y a ¨¦l le deja incluso las puertas abiertas del despacho que ha venido ocupando desde 1998.
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