Un limbo belicoso
Federalismo y autonomismo son parecidos, pero en la f¨®rmula federal lo tuyo y lo m¨ªo est¨¢n m¨¢s delimitados, con lo que los conflictos entre las partes, Estado incluido, son menos lacerantes. Sufre la adhesi¨®n mutua, pero gana la justicia. El amor es visceral y vidrioso, la justicia, racional, fr¨ªa y met¨®dica. Lo prefiero as¨ª y por eso me avengo, de mala gana, con el federalismo; creo que es lo menos malo para un pa¨ªs como el nuestro, tan proclive al tumulto.
El Estado auton¨®mico ha llegado hasta donde pod¨ªa llegar en un pa¨ªs con escasa tradici¨®n democr¨¢tica y ulcerado por candentes resquemores hist¨®ricos; tales que impidieron el desarrollo de una conciencia nacional medianamente homog¨¦nea. Esta tarea, que corresponde al Estado, aqu¨ª el Estado no la supo hacer ni la parentela supo ayudar. A tales polvos, tal prole. Cl¨ªstenes convirti¨® las tribus en Estado, Atenas, pero un estadista de su calibre, tal vez no lo haya vuelto a ver el mundo. Mientras, aqu¨ª unos est¨¢n con Viriato y todav¨ªa hablan de S¨¦neca como el espinazo del esp¨ªritu espa?ol; mientras otros exigen el pago con intereses por el expolio y las vejaciones de que fueron v¨ªctimas -nunca inocentes del todo- sus remotos antepasados. Tiemble Andaluc¨ªa y ponga sus barbas a remojar Valencia, pues voces del islamismo radical reivindican la propiedad de estas tierras.
Federalismo. Pero no todos los federalismos son iguales. Qu¨¦ modelo escoger, pues de inventar son incapaces nuestros pol¨ªticos. Una s¨ªntesis entra?a peligros que no se le escapar¨ªan ni a do?a Esperanza Aguirre, incubadora de frases hist¨®ricas. En tal punto, unos querr¨¢n el federalismo australiano, en otro, el canadiense, en un tercero el alem¨¢n, etc. Olvidados de las idiosincrasias respectivas, pues hablamos de poder y de influencia, ante cuyas razones, los rasgos identitarios hacen mutis pudoroso. Claro que ninguna de las partes estar¨ªa de acuerdo con el pastiche de las otras. Mucho tir¨®n tiene en la Catalu?a pol¨ªtica el modelo alem¨¢n, aunque se silencia sin remilgos que la criatura est¨¢ en crisis y qu¨¦ crisis. Un Gobierno en estado de sitio, aunque a decir verdad, y contrariamente a lo que ocurre en Espa?a, el Gobierno federal todav¨ªa dispone de m¨¢s fondos que el conjunto de los lander.
Se admite que Espa?a es uno de los pa¨ªses m¨¢s descentralizados del mundo, quiz¨¢ el que m¨¢s. Pero que todav¨ªa todo pasa por Madrid. Se trata, en parte, del antiguo "complejo capitalino", que a¨²n se da en tantos pa¨ªses. En realidad, es tal el poder auton¨®mico, que bien puede decirse que configura nuestra vida cotidiana. Confundir el poder financiero de la capital con el poder "productivo" es un grave error. Dejo esto en esbozo y paso a la cuesti¨®n que primordialmente me ocupa en este art¨ªculo. Es bien cierto que el centralismo espa?ol no ha sido ni de lejos mod¨¦lico; lo cual, dicho sea de paso, no deja en evidencia al centralismo franc¨¦s, al que tanto le debe el pa¨ªs vecino. Pero puestos a corregir desmanes que vienen de antiguo, s¨¦pase hacer ahora que hay un Gobierno central comprensivo y predispuesto, pero asediado por la Espa?a que fue y quiere seguir siendo. Tal como se est¨¢n desenvolviendo las cosas, m¨¢s bien parece que con aliados as¨ª, el lecho de espinas est¨¢ asegurado.
Tendr¨ªan que estar los catalanes cargados de raz¨®n (y nunca la tiene uno toda), deber¨ªan saber morderse la lengua. Pues existe el pueblo, que oye y a veces escucha. Como en el caso del Prestige y del 11-M. Es conducta suicida enajenarse a una masa de votantes, que luego nos pasar¨¢n factura. Llueve sobre mojado, algo de lo que el tripartito no parece estar consciente. El pueblo lo estar¨¢ cuando Rajoy y sus adl¨¢teres, ya el asunto en el Parlamento, lancen su machacona dial¨¦ctica.
Llueve sobre mojado, he escrito. En efecto, deber¨ªan saber estos pol¨ªticos catalanes que movilizar hostilmente al electorado espa?ol puede ser tarea f¨¢cil, pues desde a?os ha venido incubando recelos y antipat¨ªa para parar un tren. Estamos ante un asunto que no es para las ¨¦lites cultas, sino para provocar un dos de mayo a la moderna. Pongo alg¨²n ejemplo. En TV-3 ofrecen el parte meteorol¨®gico y en el gr¨¢fico aparece Catalu?a, Valencia y Europa, pero no el resto de la pen¨ªnsula. (A pesar del trasiego Madrid-Barcelona, Barcelona-Madrid). ?Creer¨¢n que la gente no se entera aunque sea empap¨¢ndola de lluvia fina? A m¨ª me lo han comentado docenas de individuos docenas de veces. Otro ejemplo: Maragall felicita a los alpinistas catalanes que treparon al Everest (por cierto, cuando ya lo hab¨ªa hecho medio mundo y s¨®lo el nacionalismo pod¨ªa encontrar eso un hecho rese?able) y se congratula de que s¨®lo ondeara la se?era, sin la otra, impuesta a Catalu?a por la fuerza. "Tan malo es hacer pol¨ªtica con los sentimientos como ignorarlos", escribi¨® EL PA?S, en un contexto que aqu¨ª es perfectamente aplicable.
"Detalles" a tenor de los citados son innumerables y acumulativos. Qu¨¦ clase de zarrapastrosa pol¨ªtica es ¨¦sta, a m¨ª me resulta dif¨ªcil de creer. De pol¨ªtica hablo, es decir, de conseguir un fin utilizando unos medios y sin cuidarme de si los fines perseguidos son justos o injustos. Pero ciertamente, todo parecido de Maragall, de Carod, o Bargall¨® con Maquiavelo es pura coincidencia. Innecesariamente, se sit¨²an al borde del precipicio con peligro de sus vidas pol¨ªticas y las de los amigos, a la par que surten de ox¨ªgeno a sus enemigos. Era necesario querer llamarse naci¨®n, para que Guerra dijera que si ahora son naci¨®n, despu¨¦s querr¨¢n ser Estado. Si Guerra est¨¢ en el error, si tal intenci¨®n no existe, si todo lo que piden es m¨¢s poder en Espa?a, ?qu¨¦ necesidad hay de sembrar la sospecha, de aumentar el recelo y la desconfianza y no s¨®lo la del hombre medio? Pero si Guerra est¨¢ en lo cierto, "la supercher¨ªa est¨¢ descubierta" y es entonces sensato no pedirlo todo de golpe. "Que para coger los cinco / hay que comenzar con uno".
Le est¨¢n haciendo la cama al PP. No es tan extra?o para quien sabe un poco de historia. Son familia.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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