Testigo del ascenso nazi
"Xammar me ha ense?ado m¨¢s que todos los libros juntos. Es el hombre m¨¢s inteligente que conozco, el que tiene un ojo m¨¢s seguro y un conocimiento del mundo m¨¢s vasto". Son palabras de Josep Pla. El gran escritor gerundense coincidi¨® en Berl¨ªn durante los a?os 1923 a 1925 con el periodista barcelon¨¦s Eugenio Xammar (1888-1973). Ambos acudieron a la capital alemana como corresponsales de peri¨®dicos catalanes, La Publicitat y La Veu de Catalunya, respectivamente. Xammar y Pla pertenecieron a esa generaci¨®n de brillantes periodistas espa?oles entre cuyos miembros cabe contar a Julio Camba, Agust¨ª Calvet (Gaziel), Corpus Barga o Chaves Nogales, que, cultos y despabilados, "peque?oburgueses liberales", europeos convencidos, audaces en la escritura y la vida, enemigos del barroquismo y la ret¨®rica, contribuyeron a elevar el art¨ªculo o la cr¨®nica period¨ªstica a la categor¨ªa de g¨¦nero literario.
Eugenio Xammar era pol¨ªglo
ta, catalanista y ciudadano del mundo. Dotado de una enorme curiosidad, apasionamiento y viveza mental, devoraba peri¨®dicos m¨¢s que libros y, seg¨²n Pla, era "un ingl¨¦s y un emp¨ªrico total", aclimatado a los hechos antes que a las teor¨ªas; de ah¨ª su estilo conciso, exento de adorno superfluo. Se educ¨® para el oficio en Londres, donde se inici¨® como corresponsal -all¨ª trab¨® gran amistad con Ramiro de Maeztu, del que aprendi¨® mucho-, y, m¨¢s adelante, en Francia, durante la Gran Guerra. En 1922 Xammar acab¨® instal¨¢ndose en el m¨¢gico Berl¨ªn de la Rep¨²blica de Weimar. "Se cas¨® con una prusiana alta y delgada llamada Amanda", cuenta Pla. Desde aquella ciudad alocada y ultramoderna, el cosmopolita Xammar escrutaba la vida pol¨ªtica de la metr¨®poli, verdadero coraz¨®n de Europa en perpetuo riesgo de infarto. Sus textos, a veces muy ir¨®nicos, transmit¨ªan con el desparpajo y la seguridad de quien tiene gracia y conoce bien su oficio las estampas fidedignas de lo que ocurr¨ªa en aquella convulsa Alemania de la gran inflaci¨®n, justo cuando se incubaba el huevo de la serpiente que, una d¨¦cada m¨¢s tarde, acabar¨ªa por devorar a toda Europa.
Xammar estaba en todas partes. En el Reichstag, entre los ministros y parlamentarios, se sent¨ªa como en casa; y lo mismo entre la gente de la calle o cuando hab¨ªa que cubrir la noticia fuera de la capital. Sus breves cr¨®nicas tajantes y redondas, combinaci¨®n de su ojo cr¨ªtico y de su verbo mordaz, sab¨ªan mantener en vilo el inter¨¦s de sus lectores, acostumbrados ya a un dinamismo que no daba cuartel al tedio. As¨ª, la terrible inflaci¨®n (descrita con inagotables ejemplos gr¨¢ficos), la ocupaci¨®n francesa de la cuenca del Ruhr o el intento de golpe de Estado de Hitler en M¨²nich, en noviembre de 1923 (narrado con suma iron¨ªa), llegaron casi en directo a los lectores de La Veu bien sazonados con el fino toque de Xammar. La primera vez que vio la fotograf¨ªa de "Adolfo Hitler", el corresponsal coment¨®: "Lleva gabardina con cintur¨®n (me parece que con esto ya est¨¢ dicho todo), raya al lado y un bigote recortado de tal manera que resulta m¨¢s alto que ancho". Poco antes del mencionado golpe de Estado nazi Xammar y Pla consiguieron una entrevista conjunta con Hitler. Con enorme iron¨ªa y sonado matiz grotesco, transmitieron a sus lectores la groser¨ªa y arrogante prepotencia del personaje. Y si algo qued¨® claro en tan magn¨ªfico testimonio es el odio cerval que el entrevistado profesaba a los jud¨ªos: "Si queremos que Alemania viva, debemos eliminar a los jud¨ªos", afirm¨®. "?A garrotazos?", preguntan los periodistas. Y Hitler: "?Ojal¨¢, si no hubiera tantos!" (...) "?Los quiere matar a todos en una sola noche?", inquirieron. "Ser¨ªa la gran soluci¨®n, evidentemente, pero es muy dif¨ªcil", fue la respuesta. Ni que decir tiene que a ambos caballeros, esc¨¦pticos y liberales hasta la m¨¦dula, Hitler les pareci¨® repugnante y digno de escaso cr¨¦dito. A ¨¦l, sin embargo, ellos le hab¨ªan ca¨ªdo bien, ya que proven¨ªan de una Espa?a sometida por entonces a la dictadura militar del general Primo de Rivera: "Los ¨²nicos extranjeros gratos actualmente en M¨²nich son los espa?oles", les espet¨® el futuro dictador. A los que ten¨ªan pinta de pertenecer a otras naciones se los apaleaba.
El huevo de la serpiente recoge las cr¨®nicas de Xammar para La Veu, traducidas ahora al castellano; las caracteriza un tono m¨¢s guas¨®n que el de las posteriores Cr¨®nicas desde Berl¨ªn, editadas y seleccionadas con tanto acierto por Charo Gonz¨¢lez. Xammar las dict¨® por tel¨¦fono para el diario republicano madrile?o Ahora, justo durante el periodo m¨¢s decisivo de la historia de Alemania, esos seis a?os durante los que Hitler conquist¨® masivamente la estimaci¨®n del pueblo alem¨¢n. Xammar fue testigo privilegiado del afanoso proceso de caza y captura del poder por parte de los nazis, as¨ª como de los primeros a?os triunfales del nuevo gobierno totalitario. Asisti¨® a las re?idas elecciones y sigui¨® con suma atenci¨®n los pactos entre partidos que otorgaron el poder a Hitler; tambi¨¦n se empap¨® de su programa y de sus discursos; naturalmente, enseguida desenmascar¨® al dictador: "Hitler es hombre de un solo disco". "Su programa es un programa cl¨¢sico de dictador. Con breves y sencillas palabras promete la felicidad general" -Xammar hab¨ªa viajado tambi¨¦n a Rusia, junto a su mujer y su amigo Pla: Stalin le pareci¨® comparable a Hitler-. Despu¨¦s, el barcelon¨¦s cubrir¨ªa los acontecimientos decisivos del r¨¦gimen nacionalsocialista: el primer boicot general contra los jud¨ªos, o la sangrienta "noche de los cuchillos largos".
Describi¨® asimismo las grotescas ceremonias cuasilit¨²rgicas en la nueva Alemania nazi, plagada de uniformes y banderas; coment¨® las magn¨ªficas ideas del ministro de propaganda Goebbels, tales como el amordazamiento de la prensa o el aniquilamiento de la vida cultural en un Estado que clamaba por una nueva Cultura. En 1936, Hitler, en nombre de "la paz mundial", rompi¨® el Tratado de Locarno y dej¨® bien claro que ten¨ªa un impresionante ej¨¦rcito dispuesto a "pacificarlo" todo. Xammar cubri¨® tambi¨¦n estos acontecimientos, con enorme preocupaci¨®n, ya que ¨¦l, "republicano espa?ol" convencido, era consciente de la seria amenaza.
Xammar abandon¨® Berl¨ªn al estallar la Guerra Civil y traslad¨® a Par¨ªs su actividad period¨ªstica al servicio de la Rep¨²blica; m¨¢s adelante se afianz¨® como traductor. Pas¨® su ¨¦poca de gran periodista, pero la convulsa Alemania de aquella ¨¦poca tuvo tambi¨¦n en Xammar un agudo observador. Y, aunque en apariencia deb¨ªa mantenerse neutral, no por ello fue alguien menos incisivo ni clarividente. Una apasionante lectura, pues, la de estos dos libros, id¨®nea para conocer aquella ¨¦poca salvaje, los avatares de una Alemania sofocada entre el caos y la ilusi¨®n, teatral y wagneriana, cruel y macabra. Y todo ello transmitido por uno de nuestros mejores cronistas.
El huevo de la serpiente. (Cr¨®nicas desde Alemania, 1922-1924). Eugenio Xammar. Traducci¨®n de Ana Prieto Nadal. Presentaci¨®n de Charo Gonz¨¢lez Prada. Acantilado. Barcelona, 2005. 300 p¨¢ginas. 18 euros. Cr¨®nicas desde Berl¨ªn (1930-1936). Eugenio Xammar. Edici¨®n de Charo Gonz¨¢lez Prada. Acantilado. Barcelona, 2005. 362 p¨¢ginas. 20 euros.
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