La fuerza del deseo
Este libro no es una novela de verdad, ni buena ni mala, y hay que evitar de antemano el mal chiste de "sino todo lo contrario", pues se trata tambi¨¦n de un libro respetable, una ficci¨®n imaginada por un escritor culto, buen lector de libros e historia que se ha complacido en imaginarla a su leal saber y entender, para ver si la fuerza empleada en su trabajo convierte de una vez en realidad lo que siempre ha deseado. Su biograf¨ªa nos lleva a Logro?o, a estudios eclesi¨¢sticos (licenciado en Teolog¨ªa) y civiles (de Filolog¨ªa) y a un profesorado de lengua y literatura, y ha publicado un ensayo, La religi¨®n como ideolog¨ªa en el pensamiento de Marx, o sobre el teatro de Buero Vallejo. Tambi¨¦n se ha dedicado a la pol¨ªtica, habiendo sido diputado regional por el PSOE en dos legislaturas y jefe de gabinete del presidente socialista de La Rioja. En apariencia se trata de una novela hist¨®rica, que sucede en los dif¨ªciles momentos del inicial movimiento rom¨¢ntico espa?ol, pues su protagonista nace cuando se proclama precisamente la Constituci¨®n de 1812. Este hecho simb¨®lico se agrava cuando el narrador omnisciente vacila entre contar como tal, o ceder la palabra en primera persona ante su protagonista, aunque despu¨¦s todo se resuelve convirti¨¦ndose en la voz de un cronista exterior, un historiador que se apoya en una serie de notas documentales colocadas al final del volumen. Estas vacilaciones narrativas y sobre todo las dudas entre lo hist¨®rico y lo simb¨®lico son sin duda una torpeza, pero enriquecen el valor hist¨®rico del libro, aunque no el narrativo, ni el documental, que es lo que he querido decir cuando he acusado a este valioso libro de excesos did¨¢cticos.
EL OJO FATIGADO DE LA LUNA
Antonio Garc¨ªa Aparicio
Septem. Oviedo, 2005
206 p¨¢ginas. 22 euros
El protagonista adem¨¢s es
hijo, doblemente p¨®stumo, de una joven gaditana liberal, fallecida poco despu¨¦s de su nacimiento, y de un joven teniente ingl¨¦s, Terry Tennison, muerto como consecuencia de las heridas recibidas en la batalla de los Arapiles; pero ambos tuvieron tiempo de casarse legalmente, con lo que la narraci¨®n se encadena, cuando su objeto, m¨¢s simb¨®lico que hist¨®rico -aunque bebe de unos or¨ªgenes galdosianos-, colocado bajo la custodia de un abuelo liberal y un grupo de compa?eros, emigra a Lisboa para huir de Fernando VII, camino de Londres, donde pretende reclamar sus derechos a la estirpe paterna. Aqu¨ª la novela galdosiana se convierte en "brit¨¢nica", de acuerdo con los modelos de la ¨¦poca, y su influjo liberal se hace de estirpe anglosajona, m¨¢s que francesa, pues su origen napole¨®nico es una mancha primigenia que le impide seguir adelante: los personajes se multiplican y el didactismo empieza a ser excesivo, pues no aclara las cosas, sino que las oscurece, y los personajes hist¨®ricos, desde el socialista ut¨®pico Owen hasta la autora de Frankenstein, empiezan a ser m¨¢s referencias que seres reales.
Iniciado en una educaci¨®n muy brit¨¢nica que le llevar¨¢ a convertirse en un excelente grabador e impresor, el joven Tennison Vicu?a viaja a Par¨ªs, donde acaba perfeccion¨¢ndose en sus trabajos, y cayendo de rond¨®n en medio del agitado estreno del Hernani de Victor Hugo, o en la contemplaci¨®n del cuadro de Delacroix, La libertad guiando al pueblo. La descripci¨®n del movimiento liberal franc¨¦s y de su romanticismo se multiplica a su vez acumulando toda suerte de referencias y personajes, que ahogan y confunden la acci¨®n. Al final, la luna de la historia ser¨¢ ben¨¦vola, vendr¨¢ la muerte del tirano e Isabel II ser¨¢ proclamada reina, bajo la regencia de Mar¨ªa Cristina, que acoger¨¢ a los exiliados y el protagonista volver¨¢ a casarse con su amada, y fueron felices, pues comieron perdices, aunque luego la historia siga dando las vueltas de siempre, vuelven las guerras carlistas e Isabel II hace de las suyas, pese a la honradez voluntarista de este testimonio.
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