Rebeli¨®n en las urnas
Los ciudadanos andan desorientados. En muchos aspectos, las razones del no franc¨¦s (y holand¨¦s) en el refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n europea tienen mucho en com¨²n con el ¨¢nimo del electorado en las recientes elecciones en Alemania, y en otras partes. En el fondo, se revela y se rebela un voto conservador (no a los mal llamados conservadores, que parecen los que menos cosas quieren conservar), temeroso al cambio y a los efectos de la globalizaci¨®n, para defender a toda costa intereses creados y un Estado de bienestar que est¨¢ abocado a cambiar, a transformarse para responder a las necesidades de una nueva sociedad. Es un no al neoliberalismo, no al liberalismo. Y es mucho m¨¢s. Es un grito para que la pol¨ªtica les ofrezca otra salida en un mundo que ven dominado por las fuerzas econ¨®micas. Y se plantea la dificultad de c¨®mo imponer en democracia algunas reformas ineludibles si el electorado las rechaza.
En Espa?a no estamos ?a¨²n? ah¨ª. Para empezar, porque nuestro Estado de bienestar ha progresado mucho desde 1976, pero ha quedado lejos de los niveles del franc¨¦s o del alem¨¢n. Cuando est¨¢bamos subiendo, ellos empezaron a bajar. Hay distancia a simple vista: ellos suprimen las gafas pagadas por la Seguridad Social; nosotros nunca las tuvimos. No obstante, algunos soci¨®logos apuntan a un cierto paralelismo entre lo ocurrido en Alemania con el SPD (y una victoria en votos del conjunto de la izquierda) y lo que pas¨® en Espa?a en 1993 y 1996.
Muchos votantes, entre la cuarta parte y un tercio, del PSOE o del SPD se alejaron de su partido y Gobierno durante la legislatura, ya fuera del PSOE o ahora de Schr?der, pero ante las elecciones volvieron a ¨¦l, temerosos de lo que pod¨ªa aportar una derecha cuyo discurso se ve¨ªa agresivo para estos sectores sociales. Por eso, durante la legislatura los partidos socialistas aparec¨ªan casi hundidos, y la derecha, abocada una victoria casi segura.
Lo que est¨¢ ocurriendo de un modo general en Europa, y en particular en el capitalismo renano, es una resistencia de las clases medias y bajas ante la gran transformaci¨®n econ¨®mica y social que estamos viviendo. Los ciudadanos temen perder prestaciones y servicios p¨²blicos y ven una presi¨®n a la baja en salarios provocada por la competencia global y por una inmigraci¨®n que compite por las viviendas y los servicios sociales. Sin embargo, estos mismos que temen el desmantelamiento del sistema de bienestar no se percatan de que, en buena parte (hospitales, cuidado de ancianos y ni?os, etc¨¦tera), se mantiene gracias a esta inmigraci¨®n. Domina el espectro del fontanero polaco en Francia o el uso por el Lafontaine, y su Partido de la Izquierda con los poscomunistas, del t¨¦rmino Fremdarbeiter, cargado de xenofobia, frente al antiguo Gastarbeiter (trabajador invitado), robando as¨ª votos de una extrema derecha que, con ayuda de ¨¦stos y del b¨¢varo Edmund Stoiber o de la posici¨®n antiturca de Merkel, pr¨¢cticamente ha desaparecido en estas elecciones alemanas. Sin embargo, sus temas siguen ah¨ª, bajo el radar de los medios de comunicaci¨®n y del discurso de los pol¨ªticos. Lo que plantea otra cuesti¨®n: ?Por qu¨¦ este discurso no sale en Espa?a? Hay algo latente, presente en las encuestas, que no ha salido aqu¨ª.
La resultante de todo son ciudadanos airados dando vaivenes sin un proyecto claro, porque nadie lo expone (ni realmente lo tiene). Los pol¨ªticos pierden puntos en el mundo en favor de que gobiernen los intelectuales, los l¨ªderes religiosos, los militares, los managers, y los periodistas, seg¨²n la ¨²ltima encuesta global de Gallup Internacional sobre la Voz del Pueblo. No es la democracia, donde existe, la que est¨¢ en peligro, pese a que la gente perciba que no est¨¢ gobernada de acuerdo con la voluntad popular. En el mundo, y tambi¨¦n en Europa occidental, seg¨²n esta encuesta, crece en general la insatisfacci¨®n con los Gobiernos, la desilusi¨®n y el descontento, mientras pierden apoyos los partidos tradicionales, como muestra la evoluci¨®n de los dos grandes en Alemania. En las urnas est¨¢ gest¨¢ndose una rebeli¨®n. Aunque ya lo advirti¨® Thomas Jefferson: "Dios nos libre de pasar 20 a?os sin una rebeli¨®n". aortega@elpais.es
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