Ochoa y la Edad de Plata de la ciencia en Espa?a
La conmemoraci¨®n del centenario del nacimiento de Severo Ochoa ha vuelto a sacar a la opini¨®n p¨²blica la mitolog¨ªa m¨¢s ancestral sobre el cultivo de la ciencia en Espa?a presentando a nuestro ilustre bioqu¨ªmico como un h¨¦roe en un pa¨ªs atrasado. Hay que corregir de una vez por todas las caricaturas jerem¨ªacas y reconocer que nuestro pa¨ªs vivi¨® momentos de modernidad y democracia en un pasado no tan lejano, aunque oculto a la memoria colectiva. Desde mediados del siglo XIX hab¨ªa crecido en la sociedad espa?ola la conciencia del atraso cient¨ªfico. Esa sensaci¨®n se ve¨ªa favorecida como consecuencia del despegue que en gran parte de Europa estaba experimentando la ciencia y sus aplicaciones tecnol¨®gicas. El temor a perder el tren de la modernidad, cristaliz¨® en un cambio de actitud hacia la ciencia experimental, uno de los ejes principales del regeneracionismo. La manifestaci¨®n m¨¢s clara de este fen¨®meno es la aparici¨®n de un floreciente periodismo cient¨ªfico especializado en casi todas las vertientes del conocimiento cient¨ªfico desde mediados del siglo XIX, lo que expresa una conciencia clara por parte de profesores y cient¨ªficos espa?oles de la importancia que hab¨ªa adquirido la comunicaci¨®n actualizada de las novedades.
La ciencia no surge del genio individual, Ochoa form¨® parte de una ilustre generaci¨®n
En torno a la Residencia de Estudiantes se fund¨® un n¨²cleo de laboratorios de investigaci¨®n
Al iniciarse el siglo XX se originaron dos n¨²cleos de vanguardia cient¨ªfica impulsados por las instituciones p¨²blicas. Uno tuvo como protagonista a la Mancomunitat de Catalu?a, a trav¨¦s del Institut d'Estudis Catalans (1907); el otro tuvo su n¨²cleo en Madrid a trav¨¦s de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y la Junta para Ampliaci¨®n de Estudios e Investigaciones Cient¨ªficas (JAE). Su ideario com¨²n era la superaci¨®n del aislamiento y la incorporaci¨®n de Espa?a a la vanguardia cient¨ªfica y cultural europea a trav¨¦s de la educaci¨®n y la difusi¨®n del conocimiento. Ambas instituciones desarrollaron un ampl¨ªsimo programa de institucionalizaci¨®n cient¨ªfica que situ¨® desde las primeras d¨¦cadas de nuestro siglo la investigaci¨®n en unas condiciones sociales muy positivas. Por eso se ha denominado a esta etapa Edad de Plata de la Ciencia Espa?ola.
La pol¨¦mica en torno al darwinismo desencaden¨® la expulsi¨®n de la universidad de un importante grupo de profesores ante la censura del ministro Orovio, lo que contribuy¨® a la fundaci¨®n por Francisco Giner de los R¨ªos y Manuel Coss¨ªo de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. En torno a ella se aglutinaron numerosos cient¨ªficos partidarios de la libertad de pensamiento y del impulso a la investigaci¨®n.
Todo ello propici¨® el resurgimiento de la actividad cient¨ªfica en la Espa?a de entre siglos mediante la creaci¨®n de un marco institucional adecuado para la promoci¨®n de la ciencia y los intercambios cient¨ªficos con el extranjero. Fue la JAE la que desarroll¨® las principales iniciativas en dos sentidos: mediante la creaci¨®n de laboratorios de investigaci¨®n y mediante un ambicioso programa de pensiones en el extranjero. El n¨²mero total de pensionados en el extranjero super¨® la cifra de 300 entre 1907 y 1935. Ochoa fue uno de ellos.
La JAE promovi¨® la creaci¨®n del Centro de Estudios Hist¨®ricos y el Instituto Nacional de Ciencias, donde se realizaban trabajos de investigaci¨®n en geolog¨ªa, bot¨¢nica, zoolog¨ªa, paleontolog¨ªa y prehistoria, histolog¨ªa e histopatolog¨ªa del sistema nervioso, f¨ªsica, qu¨ªmica, matem¨¢ticas y fisiolog¨ªa general. En torno a la Residencia de Estudiantes se configur¨® un n¨²cleo de laboratorios de investigaci¨®n: el de anatom¨ªa microsc¨®pica, dirigido por Luis Calandre; el de qu¨ªmica general, dirigido por Jos¨¦ Ranedo; el de serolog¨ªa y bacteriolog¨ªa, dirigido por Paulino Su¨¢rez. En 1915, a los ya mencionados laboratorios se uni¨® el de qu¨ªmica fisiol¨®gica, dirigido por Antonio Madinaveitia y Jos¨¦ M. Sacrist¨¢n. Todos ellos se movieron bajo la influencia cient¨ªfica de Nicol¨¢s Ach¨²carro. Estas instituciones indican el inicio de una pol¨ªtica cient¨ªfica estatal de largo alcance.
Desde su fundaci¨®n y hasta la Guerra Civil, bajo la presidencia sucesiva de Santiago Ram¨®n y Cajal y del naturalista Ignacio Bol¨ªvar, la JAE llev¨® a cabo un ambicioso proyecto de institucionalizaci¨®n cient¨ªfica. En 1916, se fund¨® en la Residencia de Estudiantes el Laboratorio de Fisiolog¨ªa General. Juan Negr¨ªn, reci¨¦n llegado de Alemania, fue nombrado director; tambi¨¦n el Laboratorio de Fisiolog¨ªa y Anatom¨ªa de los Centros Nerviosos, dirigido por Gonzalo Rodr¨ªguez Lafora, estrecho colaborador de Ach¨²carro y su sucesor al frente del Servicio de Anatom¨ªa Patol¨®gica del Manicomio provincial de Washington. Por ¨²ltimo, en 1919 se instal¨® en el llamado Transatl¨¢ntico, edificio emblem¨¢tico de la Residencia de Estudiantes, el Laboratorio de Histolog¨ªa Normal y Patol¨®gica, dirigido por el neurohist¨®logo P¨ªo del R¨ªo-Hortega, disc¨ªpulo de Ach¨²carro y de Cajal.
El despliegue de centros y laboratorios fue todav¨ªa m¨¢s amplio. Unos a?os antes, en 1910 se hab¨ªa fundado el Laboratorio de Investigaciones F¨ªsicas, al frente del cual estuvo Blas Cabrera. Dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 1931, se transform¨® en un Instituto Nacional de F¨ªsica y Qu¨ªmica, con el apoyo de la Rockefeller Foundation, con dos secciones: de qu¨ªmica f¨ªsica, dirigida por Enrique Moles y de qu¨ªmica org¨¢nica, dirigida por Antonio Madinaveitia. Julio Rey Pastor estuvo al frente del Instituto de Matem¨¢ticas; Leonardo Torres Quevedo, del Instituto de Autom¨¢tica e Ignacio Bol¨ªvar desarroll¨® su proyecto de un Museo Nacional de Ciencias Naturales.
La labor de creaci¨®n de instituciones cient¨ªficas que realiz¨® la Mancomunitat de Catalunya dio abundantes frutos gracias a la secci¨®n de ciencias del Institut d'Estudis Catalans, "dedicada a la investigaci¨®n de las ciencias matem¨¢ticas, f¨ªsico-qu¨ªmicas y biol¨®gicas". Inicialmente cont¨® con siete miembros: un m¨¦dico (Miquel A. Fargas), dos bi¨®logos (August Pi Sunyer y Ram¨®n Turr¨®), un matem¨¢tico (Esteve Terradas), un economista (Pere Corominas), un zo¨®logo (J.M. Bofill y Pichot) y un fil¨®sofo (Eugenio d'Ors). Esta secci¨®n inici¨® diversas publicaciones peri¨®dicas como los Arxius de l'Institut de Ci¨¨ncies o las Memories de la Secci¨® de Ci¨¨ncies, las Notes d'Estudi des Servei Meteorol¨°gic de Catalunya, los Treballs de l'Estaci¨® Aerol¨°gica de Barcelona y las del Servei T¨¨cnic del Pal.ludisme. Tambi¨¦n puso en marcha series de monograf¨ªas sobre la flora y la fauna de Catalunya, junto a un programa de premios a la investigaci¨®n cient¨ªfica y de bolsas de estudio en el extranjero.
En el ¨¢mbito de las ciencias biol¨®gicas y de la medicina, Catalu?a contaba con el precedente del Laboratorio Municipal y la magn¨ªfica obra personal de Ram¨®n Turr¨®, pero a principios de siglo August Pi i Sunyer supo crear un n¨²cleo dedicado a la experimentaci¨®n biol¨®gica en torno al Laboratorio y el Instituto de Fisiolog¨ªa, que se interesaron sobre todo por aspectos de la fisiolog¨ªa, la bioqu¨ªmica y la farmacolog¨ªa. Entre los que all¨ª trabajaron se encontraba Jaume Pi Sunyer, Jes¨²s M. Bellido, R. Carrasco y Jos¨¦ Puche, entre otros.
?se es el ambiente de efervescencia cient¨ªfica y de normalizaci¨®n institucional en el que se form¨® Severo Ochoa, amparado por la escuela fisiol¨®gica de Negr¨ªn, que le arrop¨® como pensionado de la JAE en varias universidades europeas y de la Fundaci¨®n Rockefeller en los Estados Unidos. La ciencia no surge del genio individual y Ochoa form¨® parte de una ilustre generaci¨®n de j¨®venes cient¨ªficos espa?oles que, entre 1920 y 1939 situaron la actividad cient¨ªfica en condiciones de normalidad en un contexto internacional. Esa generaci¨®n que en 1939 se vio abocada al exilio y sigue siendo la v¨ªctima del olvido de nuestra historia reciente.
Josep L. Barona es profesor de Historia de la Ciencia de la Universitat de Val¨¨ncia.
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