'Presidente' Weah
El ex futbolista del Milan aspira a ganar las elecciones de Liberia
Nelson Mandela le llam¨® "el orgullo de ?frica" por sus haza?as futbol¨ªsticas en dos de los m¨¢s poderosos clubes del mundo, AC Milan y Chelsea, y ahora muchos de sus compatriotas ven en ¨¦l la ¨²nica esperanza de futuro para un pa¨ªs asolado tras 14 a?os de guerra civil. George Weah, de 39 a?os, ya no mete goles, pero levanta las mismas pasiones. Cuando anunci¨® hace un a?o su deseo de concurrir a las elecciones de Liberia, que el 11 de octubre elige en las urnas presidente y nuevo Parlamento, nadie le tom¨® en serio.
Pero el 11 de septiembre, al iniciar su campa?a en la capital de la provincia de Gbarnga, la segunda en importancia, decenas de miles de personas le recibieron como a un redentor. "No m¨¢s guerra; queremos la paz", gritaban. Charles Mulbah, jefe tradicional de Gbarnga, le present¨® a la multitud con un deseo: "Se?ores y se?oras, con ustedes el presidente de Liberia".
Weah est¨¢ canalizando el hartazgo con una clase pol¨ªtica surgida de la guerra y los a?os de Charles Taylor
En un pa¨ªs de 2,5 millones de habitantes (seg¨²n el ¨²ltimo censo, el de 1984), sin infraestructuras, con 350.000 desplazados y refugiados, miles de mutilados y hu¨¦rfanos, las encuestas son una ficci¨®n. Aunque no hay certezas demosc¨®picas que reflejen sus aut¨¦nticas posibilidades, muchos ven en el ex delantero centro, que en 1995 fue elegido futbolista del a?o por la FIFA, la persona capaz de movilizar a la juventud y ganar las elecciones.
Su partido, el Congreso para el Cambio Democr¨¢tico, ha lanzado una campa?a inteligente basada en la lucha contra la corrupci¨®n, en el asentamiento de la paz y en la necesidad de invertir en educaci¨®n y agricultura. Muchos de los candidatos, 22, prometen milagros, que es lo que la gente quiere escuchar: viviendas para que los desplazados puedan regresar a sus aldeas, agua potable, electricidad, carreteras, justicia y trabajo para el 85% de desempleados. Todos prometen, pero la gente parece creer s¨®lo a Weah, el hombre que abandon¨® su confortable vida en Europa, decidi¨® regresar a Monrovia en 2004 y fue recibido como un h¨¦roe.
Las cr¨ªticas de algunos de los otros candidatos son un term¨®metro de su preocupaci¨®n; sostienen que George Weah, convertido al cristianismo, carece de la experiencia y de la formaci¨®n necesarias, que desconoce los entresijos del poder y de la pol¨ªtica, que sacar a un pa¨ªs de la miseria no est¨¢ al alcance de una estrella futbol¨ªstica.
Una mujer, Ellen Johnson-Sirleaf, de 66 a?os, del Partido de la Unidad, parece la ¨²nica capaz de impedir la victoria del ex futbolista. Economista educada en la Universidad de Oxford, Johnson-Sirleaf aspira a convertirse en la primera mujer que alcanza la presidencia de un pa¨ªs africano. Pero se enfrenta a una dificultad inesperada: el fen¨®meno Weah est¨¢ canalizando, de momento, el hartazgo con una clase pol¨ªtica surgida de la guerra o de los a?os de Charles Taylor, el se?or de la guerra, que tras ganar el poder por las armas lo refrend¨® en las urnas y ahora se encuentra refugiado en Abuja (Nigeria), huido del tribunal especial de Sierra Leona que lo reclama por cr¨ªmenes contra la humanidad.
Resulta ir¨®nico que el hombre que asesin¨® a decenas de miles de liberianos, que cort¨® manos sin piedad, est¨¦ libre de culpas en su pa¨ªs en virtud de unos acuerdos que incluyeron su amnist¨ªa. Le buscan en la vecina Sierra Leona, pa¨ªs gemelo y vecino, creado tambi¨¦n por esclavos libertos. A trav¨¦s de la guerrilla de ese pa¨ªs, Taylor y su camarilla se lucraron del tr¨¢fico de diamantes. Atr¨¢s dej¨® una Liberia mis¨¦rrima y atrapada en un fatalismo hist¨®rico. ?sta es la principal baza de Weah, ¨¦l representa el s¨ªmbolo de que el milagro es posible, de que se puede salir de la pobreza sin extraviar la honestidad: un trabajo de titanes.
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