Un s¨ª al y por el Estatuto
A Madrid no se puede mandar un Estatuto aprobado y estrujado. As¨ª que los partidos pol¨ªticos catalanes, principalmente CiU y PSC, tienen la responsabilidad de hacer las cosas bien aunque sea a ¨²ltima hora. Debe haber acuerdo global y, tambi¨¦n, en cada uno de los art¨ªculos m¨¢s relevantes del Estatuto. Un Estatuto mal aprobado en Catalu?a tendr¨¢ un mal viaje a Madrid y una peor negociaci¨®n en las Cortes Generales. El problema no es ¨²nicamente dar el s¨ª al Estatuto, sino poner despu¨¦s la convicci¨®n y la acci¨®n unitaria necesarias para tener capacidad de movilizaci¨®n de la sociedad civil catalana y poder de negociaci¨®n en Madrid.
Todas las cartas est¨¢n encima de la mesa. Toca decidir. En esta situaci¨®n (y aunque sea s¨®lo por tres d¨ªas) es imprescindible que los l¨ªderes de los partidos pol¨ªticos ejerzan un liderazgo nacional. Hace much¨ªsima falta una imagen constructiva y unitaria de todas las formaciones pol¨ªticas catalanistas. En los ¨²ltimos meses s¨®lo la coalici¨®n ICV-EUiA ha actuado con la responsabilidad de quien sabe los l¨ªmites y las posibilidades de una oportunidad hist¨®rica que no se repetir¨¢ en a?os. No ha sucedido lo mismo con las dem¨¢s formaciones pol¨ªticas, entregadas a una absurda competici¨®n por ganar titulares y m¨¦ritos en los medios de comunicaci¨®n. Uno de los errores de todo este proceso ha sido que la ponencia ha trabajado no ya con las puertas abiertas sino m¨¢s bien con altavoces. Hubiera sido deseable una mayor intimidad y lealtad compartida en el trabajo parlamentario.
Los desacuerdos y las recriminaciones se han cantado con los m¨¢ximos decibelios y las cosas buenas, que tambi¨¦n se han hecho, han sido calladas casi como secretos de confesi¨®n. De todos modos, hay que hacer notar que la clase pol¨ªtica no es la ¨²nica responsable de todo ello. He tenido la paciencia masoquista de leer casi todos los art¨ªculos de opini¨®n que se han publicado sobre el proceso de reforma estatutaria en los peri¨®dicos catalanes. Sinceramente creo que no hemos ayudado a crear un ambiente pol¨ªtico m¨¢s sosegado y constructivo. Algunos art¨ªculos publicados en los ¨²ltimos meses son como bombas incendiarias e incluso articulistas reconocidos por su ponderaci¨®n han perdido la sensatez. Es como si el embrujo de Sard¨¢ y sus cr¨®nicas marcianas se hubieran apoderado de nuestras mentes. No obstante, es una suerte que siempre acabe apareciendo aquel que desborda todos los dislates. El ex presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ha dicho en su FAES que lo que se va a aprobar en Catalu?a esta semana es ni m¨¢s ni menos que ?un cambio de r¨¦gimen! Tendr¨¢ raz¨®n el fil¨®sofo Ernst Tugendhat al decir que lo que realmente distingue a la especie humana del resto de seres vivos es que el ser humano es el ¨²nico animal que exagera. Bienvenidas sean las palabras de Aznar si ante la perspectiva del "cambio de r¨¦gimen" todos los catalanistas se ponen de acuerdo y apoyan sin dudar la propuesta de reforma del Estatuto.
Si recuperamos el sentido com¨²n no me cabe la menor duda de que estamos ante un buen Estatuto y los diputados y diputadas de CiU lo saben bien. No es, por supuesto, el Estatuto al que Catalu?a tiene derecho. La vigente Constituci¨®n espa?ola de 1978 no da para m¨¢s. Es preciso una reforma de la misma para un desarrollo federal y plurinacional del Estado auton¨®mico que d¨¦ plena satisfacci¨®n a las leg¨ªtimas aspiraciones de la naci¨®n catalana. Pero s¨ª tenemos la oportunidad de conseguir un Estatuto mucho mejor que el actual. Ser¨ªa imperdonable no aprovecharla porque nada impide continuar luchando por aquello que ahora no es posible conseguir.
Nadie que haya le¨ªdo la propuesta de reforma del Estatuto, incluidas las correcciones que se infieren del dictamen del Consejo Consultivo, puede negar el cambio cualitativo que significa en la mejora del autogobierno. Este nuevo Estatuto es muy superior en todos los sentidos a los Estatutos de 1932 y de 1979. Basta comparar los primeros art¨ªculos para comprobar que estamos ante un texto normativo de mayor proyecci¨®n nacional, de mucho m¨¢s calado autonomista y de t¨¦cnica jur¨ªdica m¨¢s precisa. La importancia b¨¢sica y significaci¨®n hist¨®rica de los Estatutos de 1932 y de 1979 radicaba en el restablecimiento de las instituciones de autogobierno de Catalu?a, pero no en la calidad ni en la cantidad de las competencias de gobierno realmente conseguidas.
El objetivo esencial del actual proceso de reforma es precisamente ampliar y proteger la capacidad de autogobierno y tener los recursos necesarios para ello. Tambi¨¦n el nuevo Estatuto significa un paso hacia adelante como constituci¨®n material de regulaci¨®n de derechos y garant¨ªas, de organizaci¨®n del sistema institucional de gobierno de la Generalitat, de regulaci¨®n de la autonom¨ªa municipal, de reconocimiento de la singularidad hist¨®rica y del autogobierno de Ar¨¢n, de representaci¨®n e intervenci¨®n en las instituciones de la Uni¨®n Europea, de desarrollo de las instituciones de democracia participativa, entre otros apartados que mejoran la calidad y ampl¨ªan el alcance de la autonom¨ªa catalana.
El viernes, d¨ªa 30 de septiembre, no puede haber otro resultado en la votaci¨®n del Parlament que un s¨ª rotundo y claro al Estatuto y por el Estatuto. Lo contrario ser¨ªa un fracaso hist¨®rico y el rid¨ªculo nacional. En las actuales circunstancias podemos darle la vuelta a aquella frase feliz de Jordi Carbonell y proclamar que la imprudencia no nos haga traidores. Porque es de sabios saber aprovechar las oportunidades.
Miquel Caminal es catedr¨¢tico de ciencia pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona.
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