Savalli, una fiesta

Medhy Savalli cay¨® como del cielo en Algemes¨ª. Novilleros de este corte son los reyes del mambo en esta plaza. Savalli se present¨® con la lecci¨®n bien aprendida y sent¨® sus efectos desde el principio. Al d¨®cil segundo se lo comi¨® literalmente en banderillas. Cuatro pares, cuatro terremotos en los tendidos. Un par al cuarteo, otro al viol¨ªn, un tercero al quiebro y el de propina de nuevo al estilo musical. La plaza, en ebullici¨®n. Bueno ese novillo, aunque justo de fuerzas, le sirvi¨® a Savalli para mantener su idilio con la gente. Un pase cambiado para empezar y, luego, un rosario continuo de efectismos. Entre tanta pantalla, el novillo se trag¨® un par de buenos naturales. Pero la faena ten¨ªa otro camino y Savalli, en comuni¨®n permanente con el tendido, ofreci¨® un repertorio vistoso, alegre y popular.

El ¨²ltimo de la tarde parec¨ªa tener mayor entidad, hasta que acudi¨® al caballo y se derrumb¨® bajo el peto. Menos afortunado en banderillas, Savalli tropez¨® con la debilidad del novillo. Pero la fiesta no se esfum¨® y Savalli sac¨® provecho.

Los dos novillos de Gabriel Picazo se sosten¨ªan con pinzas. El primero algo rebrincado, tambi¨¦n d¨®cil, fue todo un c¨®mplice para Picazo. Entre el buen gusto y la est¨¦tica, se dirimi¨® una faena emborronada con un feo bajonazo. Su segundo tuvo menos fuerza. Otra vez est¨¦tico, Picazo solvent¨® con oficio el trance.

Mart¨ªn Burgos comenz¨® con serios apuros en su actuaci¨®n. Salvados los primeros momentos, su labor creci¨® en banderillas.