Oscuro
Vivimos en ¨¦poca de especulaciones. Se nos habla de esperanza, pero no se nos ofrece ning¨²n sosiego. ETA reinicia su campa?a de atentados y el nudo de las interpretaciones nos atenaza la garganta. Volvemos a auscultar significados, cuando hace tiempo que hab¨ªamos renunciado a ellos. Me explico. La actuaci¨®n criminal de ETA era justamente eso, una actuaci¨®n criminal, y s¨®lo le ped¨ªamos que dejara de matar, que abandonara las armas. Ahora mismo, por el contrario, nuestra interpretaci¨®n de estos ¨²ltimos atentados no ser¨¢ tan un¨¢nime. Les daremos un sentido en funci¨®n de unas expectativas que son en realidad, y de momento, un espacio sin letras en el que todos dejamos que hable nuestro desconcierto a troche y moche. Y es ETA la que deposita el mensaje m¨¢s claro en ese espacio. Un ox¨ªmoron perverso: comete atentados para lograr la paz, atentados pacificadores. Esto s¨ª que es un bucle, pero la consecuencia del mismo es lo que siempre ha perseguido ETA, a saber, que se entienda que son otros los responsables de sus cr¨ªmenes. Si ellos siguen, es porque los dem¨¢s queremos que sigan, y todo ello muy a su pesar. ?Qu¨¦ habilidad para purificar el crimen! Y qu¨¦ anonadados estamos mientras los vemos imponer su mensaje.
No voy a cuestionar que ETA est¨¦ m¨¢s d¨¦bil que nunca, pero ese dato no puede servir de argumento para que los veamos campar por sus respetos desde nuestra incertidumbre. Tampoco voy a poner en duda que un proceso de paz con una organizaci¨®n de esa naturaleza pueda ser largo, incluso penoso y con muchos picos de sierra. Pero hay algo que no puede ser, algo que es inadmisible ante un acontecimiento de tanta trascendencia. No puede ser que los dos grandes partidos del pa¨ªs anden a la gre?a en este asunto. Y tampoco podemos esperar a que la Historia deje a cada cual en su sitio, porque la Historia va a salir perjudicada de este desencuentro, y queremos la Historia para vivirla, no para que nos juzgue. Desear¨ªa ser ecu¨¢nime, aunque no entiendo la actitud del PP, salvo si la enfoco como una estrategia partidista de pudrir la situaci¨®n hasta ver pasar el cad¨¢ver de su enemigo, que no es otro que el del PSOE. Pero tampoco creo que el Gobierno est¨¦ del todo libre de responsabilidades. No se puede enfrentar una sopa de siglas a medio pa¨ªs, pues el PP, que es sigla ¨²nica, es casi medio pa¨ªs. Podr¨¢ aducirse que la soledad es una prueba de la sinraz¨®n, mas la raz¨®n hay que demostrarla con el ejemplo y el que a este respecto nos est¨¢ ofreciendo la sopa de siglas es bastante descorazonador.
Si nuestra gran tarea es acabar con el terrorismo, la prudencia parece obligada y tal vez ¨¦sta exija silencio. Pero, si es as¨ª, exige silencio a todos, y s¨®lo escuchamos un gran silencio entre la ch¨¢chara incontable. Ese silencio es el del Gobierno, y la ch¨¢chara la de todos los dem¨¢s. El catastrofismo del PP resulta inveros¨ªmil y avieso, hasta el extremo de que sus propuestas razonables y algunas de sus advertencias, tan necesarias, quedan invalidadas y ahogadas en esa gran marea de lo mal¨¦fico, y algunos podr¨¢n a?adir que de lo mal¨¦volo. Por otra parte, la omnipresente verborrea de la sopa de siglas est¨¢ llena de desprop¨®sitos, con el agravante de que todos ellos parecen ser aliados del Gobierno, y si el aliado calla, es que otorga. El runr¨²n perif¨¦rico se ha convertido en el discurso inevitable, no o¨ªmos otra cosa, y la verdad es que no salimos de nuestro asombro. ?Son ellos la voz del Gobierno?
Esper¨¢bamos mucho de la alternativa catalana de Maragall, y desde aqu¨ª esper¨¢bamos much¨ªsimo, sobre todo los so?adores de la alternancia. ?Qu¨¦ se hizo de aquella esperanza? Todo lo que nos llega ¨²ltimamente de esas latitudes suena a carcundia, y el modelo catal¨¢n, anta?o tan a?orado, se nos est¨¢ convirtiendo en el modelo vasco... de las carlistadas. ?Y qu¨¦ o¨ªmos aqu¨ª, en Euskadi, qu¨¦ no dejamos de o¨ªr a todas horas, sin que podamos escuchar una voz que contrarreste tanta triunfal chuler¨ªa? Me pregunto si la habilidad de Zapatero no consistir¨¢ en crear los escenarios adecuados para que todos ellos acaben descuartiz¨¢ndose a s¨ª mismos. ?Hay que dejarlos sueltos para que brillen en el desprop¨®sito y se apaguen?
Por cierto, se?or Ibarretxe, existe la parataxis, la coordinaci¨®n. Euskadi no est¨¢ subordinada a Espa?a, sino coordinada en una oraci¨®n compuesta, y los vascos hemos mandado mucho en esa oraci¨®n. Lo triste de todo esto quiz¨¢ sea que hemos dejado de mandar.
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