La Pava
Rasc¨¢ndose la sien con la u?a del me?ique, el ex presidente Aznar libera un rencor primario en los foros extranjeros contra la Espa?a que le ha abandonado. Un tipo de cuarta categor¨ªa, como Acebes, que un d¨ªa nos llam¨® miserables a los que no cre¨ªmos sus evidentes mentiras, ahora para purgarse nos atosiga poniendo la pol¨ªtica a los pies de los caballos con su fren¨¦tica ideolog¨ªa. Por fortuna son s¨®lo palabras y no metralla, pero la operaci¨®n de castigo que est¨¢ realizando el Partido Popular sobre el Gobierno socialista es similar al bombardeo que ejerc¨ªa el avi¨®n de combate Heinkel-46, llamado popularmente La Pava, durante la Guerra Civil sobre algunas ciudades en poder de los republicanos. Imagino a Aznar con gafas de aviador pilotando aquel bimotor cuya tripa ahora no va cargada con pepinos de acero, sino con simples soflamas incendiarias. A bordo lleva una tripulaci¨®n enardecida y perfectamente adiestrada, compuesta por Acebes, Zaplana y Rajoy. De pronto, este pollastre del espacio amorra el aparato hacia tierra y, al pasar en vuelo rasante sobre La Moncloa, grita en ingl¨¦s tejano: ?Bombes away! Al o¨ªr la orden de ?Bombas fuera! sus tres ayudantes rivalizan en soltar la frase m¨¢s despiadada, el insulto m¨¢s abrupto, la burla m¨¢s tabernaria, que silbando por el aire como los proyectiles van a caer en el punto exacto donde m¨¢s da?o puedan causar en el adversario pol¨ªtico, que siempre suele ser la propia cabeza de Zapatero. A partir de la Guerra Civil espa?ola, la t¨¢ctica de bombardear indiscriminadamente ciudades abiertas se ha ejecutado en todas las contiendas con el prop¨®sito de desmoralizar a la poblaci¨®n y de ablandar la resistencia del enemigo. Despu¨¦s de soportar las bombas, los ciudadanos desde lo alto de los escombros suelen recibir entre aplausos como libertador al ej¨¦rcito que los ha machacado. S¨®lo son palabras, no metralla, pero la derecha, enrocada en un espa?olismo de garrafa, tiene a medio pa¨ªs sometido a una inquietud semejante a la que produc¨ªa el sonido de aquel Heinkel-46 de combate. Como tantos millones, soy un ciudadano de a pie, que paga sus impuestos y trata de vivir tranquilo sin m¨¢s sobresaltos que los que proporciona la vida. No tengo por qu¨¦ aguantar la bilis de ning¨²n pol¨ªtico, pero, a veces, mientras desayuno leyendo el peri¨®dico, oigo que alguien grita: ?Cuerpo a tierra, que viene La Pava! Y pilotando su cacharro en vuelo rasante, como due?os del espacio espa?ol, veo pasar a Aznar, Acebes, Rajoy y Zaplana.
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