El cine oriental, candidato a premio
La proyecci¨®n de la ¨²ltima pel¨ªcula a concurso (queda a¨²n por verse Allegro, del dan¨¦s Christopher Boe), la sopor¨ªfera peripecia de puro terror The Dark, del canadiense John Fawcett, no ha servido para modificar un pron¨®stico que apunta en otras direcciones, y concretamente hacia Oriente. No en vano la parte del le¨®n de lo mejor de la programaci¨®n vista en Sitges viene desde la lejana Asia.
Por encima de cualquier otra propuesta, destaca la radicalidad de El sabor de la sand¨ªa, de Tsai Ming-lian, una corrosiva, tenebrosa peripecia sobre la pornograf¨ªa en nuestros d¨ªas hecha por uno de los cineastas m¨¢s aclamados en los festivales internacionales, pero al tiempo peor comprendidos por la industria: valga como ejemplo el hecho de que en Espa?a es, a pesar de sus numerosas pel¨ªculas dirigidas, un completo desconocido.
El hecho de que El sabor de la sand¨ªa destaque por encima del resto de sus competidores no significa que la selecci¨®n oficial haya sido de escaso inter¨¦s, ni que el jurado del festival vaya a premiarla: cada jurado es de su padre y de su madre, y rara vez suelen coincidir los criterios de la cr¨ªtica con los de los profesionales invitados a pronunciarse. Pero en todo caso, hay que destacar que la programaci¨®n ha estado a la altura, o incluso ligeramente por encima de la pasada edici¨®n, que ya sirvi¨® para marcar las diferencias con la tradici¨®n anterior del festival y, de paso, para reforzar la apuesta por un cine fant¨¢stico que, sin olvidar el terror de casquer¨ªa y efecto barato, apunta, en cambio, hacia una multitud de otros caminos y hacia un cine que prima m¨¢s la duda interior de los personajes y su situaci¨®n en la realidad que la presencia de alien¨ªgenas, sanguinarios asesinos en serie o fantasmas de pacotilla.
Aut¨¦ntico recital
En este sentido, la selecci¨®n ha incluido desde reflexiones muy a tener en cuenta sobre la paidofilia en la Red (Hard Candy, de David Slade, otra de las favoritas, que lo es tambi¨¦n al mejor gui¨®n y a algunos de los dos premios de interpretaci¨®n, puesto que sus dos casi ¨²nicos personajes dan un aut¨¦ntico recital) hasta disecciones de la condici¨®n contempor¨¢nea y la deriva existencial de tantos ciudadanos del mundo desarrollado (La moustache, de Emmanuel Carr¨¨re, otro de los buenos t¨ªtulos vistos, que ostenta, adem¨¢s, una extraordinaria interpretaci¨®n de Vincent Lindon). Se han visto desde filmes criminales contados con mano maestra (A bittersweat life, del coreano Kim Jee-woon; Election, del hongkon¨¦s Johnny To) hasta las artes marciales te?idas de fantas¨ªa, como Siete espadas, del vietnamita afincado en Hong Kong Tsui Hark; inclasificables filmes de falsa ciencia-ficci¨®n, como The Wild Blueyonder, del veterano Werner Herzog, u otros, como Mirrormask, del ingl¨¦s Dave McKean, que aunque no sean redondos presentan un fascinante mundo on¨ªrico tan inteligente como inspirado e intrigante.
Por lo dem¨¢s, y concluidas casi todas las secciones en que la abrumadora oferta del festival se divide, conviene resaltar algunos aspectos. Por ejemplo, la modificaci¨®n de las propuestas incluidas en la secci¨®n Catalan Focus, la reserva de la producci¨®n catalana, que, en un alarde de realismo y sentido cr¨ªtico, tan s¨®lo incluy¨® este a?o productos que realmente ten¨ªan entidad, como cortometrajes, algunos telefilmes y, sobre todo, seis documentales, desde uno, El dibuxant, de Marcel.l¨ª Ant¨²nez, en el que el cofundador de La Fura dels Baus reflexiona sobre su propia obra y su trayectoria; hasta otro, un reportaje en la m¨¢s noble acepci¨®n del t¨¦rmino, Professionals, de Joan Cutrina, inmersi¨®n en la vida de cuatro delincuentes comunes. Y sobre todos los t¨ªtulos destaca Qui va matar Walter Benjam¨ªn?, de David Mauas, sobre los ¨²ltimos d¨ªas del fil¨®sofo alem¨¢n.
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