M¨¢s globales, menos espa?oles
Catalu?a est¨¢ cambiando de piel, aunque en ocasiones este cambio se produzca con una lentitud desesperante. Nuevas generaciones van tomando el relevo en la mayor¨ªa de ¨¢mbitos de nuestra vida p¨²blica y privada. Ha comenzado a suceder en la pol¨ªtica, a partir de las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas, y lo mismo est¨¢ ocurriendo en el mundo cultural, asociativo, institucional, profesional y empresarial. Esas nuevas generaciones ser¨¢n las responsables de hacer frente a los retos que un mundo en acelerado cambio plantea a nuestros modos de producir y a nuestras tradiciones culturales y formas de vida.
Uno de los relevos generacionales que m¨¢s influencia puede tener en la orientaci¨®n de la vida catalana de las dos pr¨®ximas d¨¦cadas es el que se est¨¢ produciendo en el mundo profesional y empresarial. Las personas que ejerzan el liderazgo en esas actividades ser¨¢n en gran medida las responsables de definir los caminos por los que va a transitar el pa¨ªs en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Conviene, por tanto, saber qu¨¦ piensan, cu¨¢l es el diagn¨®stico que hacen de los problemas actuales, qu¨¦ valores los impulsan, c¨®mo ven su papel en la vida social y qu¨¦ tipo de compromiso tienen con su realidad cultural y pol¨ªtica.
La semana pasada tuve la oportunidad de conocer un poco m¨¢s a estas nuevas generaciones. Dos buenos amigos, Josep Maria Lozano y Raimon Rivera, profesores de ESADE, una de las mejores escuelas de negocios europeas, me invitaron a participar en una iniciativa dirigida a j¨®venes dirigentes de empresas e instituciones sociales de Catalu?a. Se trata del Programa Vicens Vives de Lideratges y comprom¨ªs c¨ªvic. La evocaci¨®n a Jaume Vicens Vives me parece muy afortunada. Este prestigioso historiador de la econom¨ªa catalana supo impulsar a finales de los a?os cincuenta del siglo pasado otro proceso de relevo generacional en el mundo empresarial y profesional catal¨¢n, animando a un grupo de j¨®venes directivos y profesionales a adoptar un liderazgo con compromiso c¨ªvico, implic¨¢ndose en la vinculaci¨®n de Espa?a al proyecto de integraci¨®n europea. Fruto de ese compromiso fue la creaci¨®n del C¨ªrculo de Econom¨ªa, instituci¨®n que pronto va a cumplir 50 a?os.
Los participantes en este programa son mujeres y hombres j¨®venes, de edades comprendidas entre 30 y 35 a?os, con un buen expediente acad¨¦mico, buen curr¨ªculo profesional, capacidad emprendedora, dotes directivas y humanas, con un comportamiento ¨ªntegro y honesto y con una voluntad de compromiso con el entorno econ¨®mico, social y cultural en que viven. Todos ellos han estudiado o trabajado en el extranjero, han sido educados en la democracia y, en un gran n¨²mero de casos, trabajan en empresas multinacionales. Parecen, por tanto, una buena muestra de ese relevo generacional del que nos interesa conocer algo m¨¢s.
M¨¢s de cuatro horas de rico y variado debate con ellos, bajo el lema gen¨¦rico Econom¨ªa y globalizaci¨®n, no se pueden resumir en unas l¨ªneas. Pero aun a riesgo de simplificar demasiado, puedo decir que las cuestiones que m¨¢s debate suscitaron fueron la inmigraci¨®n y la globalizaci¨®n y, en particular, sus efectos sobre la econom¨ªa y la realidad nacional catalana. En t¨¦rminos generales, les vi m¨¢s preocupados por controlar las posibles amenazas de la inmigraci¨®n y la globalizaci¨®n que por aprovechar las oportunidades que esos dos procesos traen consigo, siempre que se quiera asumir sus riesgos y desarrollar actitudes innovadoras. Porque, no lo olvidemos, la mayor parte de los nuevos empresarios catalanes de las pr¨®ximas dos d¨¦cadas no saldr¨¢n de las escuelas de negocios y de las facultades, sino de los que llegan de fuera, exactamente como ocurri¨® a lo largo del siglo XIX y del XX.
Pero lo que me pareci¨® m¨¢s relevante de las opiniones vertidas en ese debate por estos j¨®venes l¨ªderes es que muchos de ellos creen que Catalu?a puede hacer frente a la globalizaci¨®n dando la espalda a Espa?a. En este sentido, les vi m¨¢s globales y menos espa?oles que a generaciones precedentes. De hecho, ven Espa?a como una r¨¦mora o un obst¨¢culo, y no como instrumento y camino para fortalecer la proyecci¨®n internacional de Catalu?a. Sin duda, esa no fue la actitud que inculc¨® Jaume Vicens Vives en los j¨®venes l¨ªderes empresariales catalanes de hace medio siglo, cuando les anim¨® a implicarse m¨¢s profundamente en el cambio y la modernizaci¨®n de Espa?a como el camino m¨¢s adecuado y eficaz para ser m¨¢s europeos. Esta actitud, por lo dem¨¢s compartida por una parte del mundo pol¨ªtico y cultural catal¨¢n emergente, tiene un riesgo. Puede llevar a Catalu?a a autoaislarse y a formular una reacci¨®n defensiva que no le permita beneficiarse de la globalizaci¨®n.
Hay muchas razones y buenos ejemplos para defender que la respuesta empresarial y econ¨®mica de Catalu?a frente a la globalizaci¨®n pasa por Espa?a. Si La Caixa es hoy vista como el ejemplo del nuevo y exitoso capitalismo corporativo financiero e industrial catal¨¢n se debe a que sus directivos priorizaron la expansi¨®n hacia Espa?a. Y lo mismo ha sucedido con otras muchas historias empresariales exitosas catalanas de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Queriendo dar la espalda a Espa?a, Catalu?a corre el peligro, por un lado, de formular proyectos colectivos liliputienses que fomenten "m¨¢s de lo mismo" y, por otro, de hacerse crecientemente antip¨¢tica. Los catalanes deben ser conscientes de que, m¨¢s all¨¢ de reacciones exageradas, hay un fondo de simpat¨ªa y confianza en la sociedad espa?ola. Pero para utilizar ese capital de confianza en beneficio de todos, las iniciativas empresariales y pol¨ªticas que surjan de Catalu?a deben plantearse de forma que no provoquen recelo y rechazo en el resto de Espa?a.
Hay algo de soberbia, altivez y displicencia en la forma en que en muchas ocasiones desde Catalu?a se ve al resto de los espa?oles, ya sean castellanos, valencianos, mallorquines o andaluces. Esa conducta responde al t¨ªpico patr¨®n norte-sur. Los del norte, en este caso los catalanes, estar¨ªan adornados por un conjunto de virtudes de las que carecer¨ªan los del sur, el resto de los espa?oles. Dudo que alguna vez eso haya sido as¨ª, pero en cualquier caso no es la situaci¨®n actual. Por tanto, la pregunta ?por qu¨¦ no nos quieren? tiene bastante que ver con nuestra actitud.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona
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