Una hermosura

No se entiende muy bien por qu¨¦ una ¨®pera de la hermosura de Rusalka es tan poco frecuentada en los teatros espa?oles. En Madrid, por ejemplo, han pasado ya 30 a?os desde que subi¨® al escenario de la Zarzuela con una compa?¨ªa l¨ªrica checa. La ABAO la incorpora ahora a su repertorio y, como ocurri¨® con su anterior inmersi¨®n en el mundo checo a trav¨¦s de Jenufa, los resultados art¨ªsticos han sido sorprendentes en todos los frentes, desde el musical al esc¨¦nico.

En primer lugar, se ha contado con un director de orquesta que se encuentra como pez en el agua en este tipo de ¨®peras. De tanto derrochar capacidades organizativas, y de poner toda la carne en el asador de la expresividad, ha sacado petr¨®leo de la Sinf¨®nica de Euskadi.

Poes¨ªa

La puesta en escena procedente de Ly¨®n ilustra con acierto y altas cotas de poes¨ªa la atm¨®sfera de cuento tradicional en que se apoya la ¨®pera, y el conflicto entre naturaleza y humanidad que se deriva de sus historias. El agua, la Luna, la nieve, el lago, los atardeceres y otros elementos naturales son plasmados con sensibilidad gracias a una precisa graduaci¨®n de la luz y un sentido rom¨¢ntico del color. Ello unido a la eficaz direcci¨®n de actores permite que los avatares de la ninfa acu¨¢tica Rusalka -que quiere convertirse en un ser humano para amar y ser amada, y tambi¨¦n para saber lo que es el alma- tengan tanta fluidez narrativa como magnetismo.

Con qu¨¦ convicci¨®n, con que melancol¨ªa, con qu¨¦ poder¨ªo y matizaci¨®n vocales es asumido el personaje que da t¨ªtulo a la obra por Sondra Radvanovsky. A semejante nivel de maestr¨ªa es resuelto el papel del esp¨ªritu de las aguas por el bajo Hans Peter K?nig, el pr¨®ximo Hagen de Bayreuth y, m¨¢s cerca, Daland en Bilbao en enero. Imponente, con un registro grave espectacular, Larissa Diadkova en el papel de Jezibaba. Impecable en los acoplamientos y en el sentido de la afinaci¨®n el tr¨ªo de ninfas. Solvente Lauren Flanigan como princesa extranjera. A un nivel algo m¨¢s bajo se sit¨²a Michael Myers como pr¨ªncipe, tanto por la escasez de fuerza como por su voz peque?a y, al menos en este contexto, no demasiado comunicativa. La representaci¨®n, en conjunto, fue espl¨¦ndida y as¨ª lo reconoci¨® con sus ovaciones finales el p¨²blico, que abarrotaba la sala.