Hermosa fantas¨ªa macabra
El gusto de Tim Burton por una imaginer¨ªa poderosamente anclada en los terrenos del g¨®tico, incluso del m¨¢s puro estilo terror¨ªfico, lo dejan de manifiesto no s¨®lo sus pel¨ªculas de ficci¨®n, y desde los comienzos (no hay m¨¢s que pensar en Eduardo Manostijeras), sino tambi¨¦n desde m¨¢s atr¨¢s, desde la etapa en que, febril adolescente pose¨ªdo por los vacilos del g¨¦nero, imagin¨® y realiz¨® artesanalmente sus primeros filmes animados. De ah¨ª nacieron sus ficciones de imagen real, pero tambi¨¦n ese monumento a la fantas¨ªa macabra que es Pesadilla antes de Navidad. Y de ah¨ª arranca tambi¨¦n La novia cad¨¢ver, un t¨ªtulo que de no venir firmado por Burton presagiar¨ªa desde su mismo enunciado escalofr¨ªos de todo tama?o.
LA NOVIA CAD?VER
Direcci¨®n: Mike Johnson y Tim Burton. Con las voces de Johnny Depp, Helena Bonham-Carter, Emily Watson, Albert Finney, Richard E. Grant. G¨¦nero: animaci¨®n de terror. EE UU, 2005. Duraci¨®n: 90 minutos.
Y sin embargo, lo que hace el director americano, aqu¨ª muy eficazmente auxiliado por el tambi¨¦n director de animaci¨®n Mike Johnson, poco tiene que ver con el terror al uso, sino con lo que podr¨ªamos llamar una po¨¦tica de lo f¨²nebre: el encuentro entre un joven un tanto atolondrado pero muy sensible, en una Inglaterra l¨²gubremente victoriana, y una joven difunta a quien han enga?ado miserablemente en vida tiene la altura y el aparente arrebato de esos encuentros m¨¢s all¨¢ de la muerte, de esos amores ancestrales y m¨ªticos que parecen condenados a perpetuarse por encima de cualquier contingencia.
Pero, como siempre en Burton, una cosa es la apariencia y otra la realidad. Porque lo que ocurrir¨¢ en el filme no es tanto el enamoramiento de la muerta y el joven, cuanto un sacrificio todav¨ªa mayor por parte de ¨¦sta, el triunfo definitivo de la vida sobre la muerte... aunque ¨¦sta diste mucho de aparecer como l¨²gubre o siniestra. A Burton, lo demostr¨® fehacientemente en Eduardo Manostijeras, lo que verdaderamente le horroriza no es el m¨¢s all¨¢ y sus habitantes, sino la noci¨®n socialmente aceptada de normalidad, esa vida hecha de multitud de peque?as repeticiones, ese encorsetamiento debido al peso de las tradiciones y los convencionalismos; esa castraci¨®n de los sentimientos por obra de lo socialmente aceptado.
De ah¨ª que sus h¨¦roes sean todos marginales con respecto a lo establecido, y el protagonista de La novia cad¨¢ver, por no hablar ya de quien da nombre a la peripecia, no es ninguna excepci¨®n. Hijo de una familia enriquecida, prometido a una joven aristocr¨¢tica a quien no conoce (pero de la que se enamorar¨¢ cuando ambos constaten su situaci¨®n de exc¨¦ntricos con respecto a sus respectivas familias), nuestro h¨¦roe penar¨¢, como un nuevo Orfeo que ha perdido a su Eur¨ªdice entre los vivos, no entre los muertos, hasta que logre recuperarla.
Todo esto est¨¢ contado por Burton con una gracia insuperable y una iron¨ªa extraordinaria. Su descripci¨®n del mundo de los muertos resulta no ya curiosa, sino incluso desopilante: el n¨²mero musical de bienvenida que protagonizar¨¢n un n¨²mero amplio de ¨¦stos cuando nuestro amigo visite a Hades no s¨®lo no tiene desperdicio, sino que es un acto de afirmaci¨®n del m¨¢s all¨¢ con respecto al universo de los supuestos vivos, por no hablar ya de algunos personajes, como el gusano que vive... ?en el cuerpo de la protagonista!, que resultan c¨®mica, desternillantemente efectivos.
Brillante en su animaci¨®n, inmensa en sus n¨²meros musicales (con partituras de Danny Elfman), La novia cad¨¢ver resulta uno de los ejercicios m¨¢s brillantes y personales de la animaci¨®n contempor¨¢nea, una c¨¢lida recomendaci¨®n para vivos muy vivos... o muertos muy reivindicativos.
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