Un creador en su apogeo
Siempre reacio a aparecer ante las c¨¢maras (hay empero algunas filmaciones hechas de ¨¦l cuando era mucho m¨¢s joven, y brillantemente utilizadas por Basilio Mart¨ªn Patino para El museo japon¨¦s, uno de los cap¨ªtulos de su fundamental serie de falsos documentales Andaluc¨ªa, un siglo de fascinaci¨®n; y alguna aparici¨®n en los filmes musicales de Carlos Saura), el gran Enrique Morente ha ido desarrollando su prodigioso arte en los escenarios y en las salas de grabaci¨®n, pero no frente a frente a una gran platea medi¨¢tica. Es el suyo un arte de la concentraci¨®n, la inspiraci¨®n y la jondura, tan alejado del ruido y la desmesura de los grandes medios. Y, sin embargo, ahora que ha decidido por fin protagonizar un filme de principio a final, a los admiradores de su arte inmenso s¨®lo nos resta sobrecogernos y disfrutar.
MORENTE SUE?A LA ALHAMBRA
Direcci¨®n: Jos¨¦ S¨¢nchez Montes. Con la participaci¨®n de Enrique y Estrella Morente, Tomatito, Pat Metheny, Khaled, Blanca Li, Ute Lemper, Israel Galv¨¢n. G¨¦nero: documental art¨ªstico. Espa?a, 2005. Duraci¨®n: 93 minutos.
Pero tambi¨¦n agradecer a Jos¨¦ S¨¢nchez Montes, documentalista desde hace largos a?os dedicado al cultivo laborioso del documental con destino televisivo (es autor, por ejemplo, de un notable acercamiento al m¨²sico cubano Bola de Nieve, que dio la vuelta al mundo de los festivales de cine, y con gran ¨¦xito), la constancia para haber convencido a Morente de ponerse delante de su c¨¢mara. S¨®lo puso una condici¨®n el cantaor granadino: que se invitara a la funci¨®n a algunos artistas con los que so?aba trabajar desde hace a?os.
El resultado final es sencillamente estremecedor: una c¨¢mara, ejemplarmente manejada por Jos¨¦ Luis L¨®pez Linares (curiosa ventura la del operador el estrenar dos pel¨ªculas con parecida tem¨¢tica el mismo d¨ªa: la otra es Iberia, de Saura), puesta al servicio del arte de Morente y sus amigos, que hay que decir que no son cualquiera: el argelino Khaled, los locales Tomatito, Israel Galv¨¢n y Blanca Li (?qu¨¦ prodigio son los bailes de ambos!), el americano Pat Metheny, la alemana Ute Lemper. Es el suyo un tributo de admiraci¨®n a un gran m¨²sico que est¨¢ en el apogeo de su magisterio. Y la sabidur¨ªa de S¨¢nchez Montes, el haber entendido que su mirada est¨¢ ah¨ª s¨®lo (?y tanto!) para captar el prodigio de esos encuentros; para hacer como hacen los buenos periodistas, verlo y contarlo a los otros. Y a nosotros s¨®lo nos resta disfrutar en silencio y con emoci¨®n de una de esas epifan¨ªas art¨ªsticas que ciertamente no se ven todos los d¨ªas.
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