Ocho horas para arreglar Europa
La cumbre de la UE en Hampton Court pone de relieve la distancia entre los l¨ªderes pol¨ªticos y los ciudadanos europeos
Liam Stanley es un joven brit¨¢nico que trabaja a 100 metros del palacio de Hampton Court, en las afueras de Londres, el lugar en el que los dirigentes europeos se reunieron esta semana para tratar de encontrar soluciones a los problemas econ¨®micos de Europa, en una cumbre concebida como "la gran oportunidad para conectar con los ciudadanos". Luce el sol y los pol¨ªticos llevan dos horas encerrados en la mansi¨®n de Enrique VIII, pero Liam no tiene ni idea de qu¨¦ est¨¢n hablando. "Creo que de la gripe del pollo. Es muy peligrosa", dice este camarero de 22 a?os que no lleg¨® a acabar el instituto. A Julie Roalston, una empresaria que ha cumplido los 44 y tambi¨¦n vecina de esta peque?a localidad al oeste de Londres, tampoco le suena lo de la reuni¨®n; en cualquier caso, no piensa que los pol¨ªticos vayan a decidir algo que le pueda afectar. A Ivan Brown, a punto de jubilarse, lo de la cumbre de la globalizaci¨®n le suena a chino y a Asami Oishi, inmigrante japonesa de Hampton Court, lo del encuentro en palacio no le dice nada.
"Hemos logrado un acuerdo emocional", dijo Schr?der al final del encuentro
Ni siquiera los que organizan contracumbres se dieron por aludidos
Lo que Liam, Julie, Ivan y Asami tambi¨¦n ignoraban es que los representantes de los Veinticinco ten¨ªan previsto hablar de ellos: de la educaci¨®n de los j¨®venes para lograr una mayor competitividad, de la inmigraci¨®n como problema y como oportunidad para la econom¨ªa, del envejecimiento de Europa y de la financiaci¨®n de las pensiones, y de c¨®mo competir con las potencias emergentes. El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, reuni¨® a los jefes de Estado o de Gobierno de la UE para advertirles de que Europa tiene problemas de adaptaci¨®n al mundo globalizado. Y para encontrar, en ocho horas -desde las diez de la ma?ana hasta las seis de la tarde- respuestas a las grandes preguntas que Blair, presidente de turno de la UE, hab¨ªa planteado a sus invitados. ?C¨®mo piensa que podemos proporcionar empleo, crecimiento y solidaridad social a la vez? ?Cu¨¢l es la forma moderna de la justicia social? ?Deber¨ªamos actuar m¨¢s conjuntamente en ¨¢reas como la investigaci¨®n y el desarrollo? ?C¨®mo podemos explicar a nuestro electorado las necesidades de modernizaci¨®n?
Eso es lo que algunos ciudadanos europeos piden a gritos y en las urnas, explicaciones al estancamiento de su econom¨ªa, a las tasas insostenibles de desempleo y a la deslocalizaci¨®n de las empresas europeas. En palabras de Douglas Alexander, ministro para Europa del Reino Unido, la cumbre de Hampton Court era la gran oportunidad para conectar a los ciudadanos con Europa y demostrarles que la UE se preocupa por sus problemas. Tal vez los ciudadanos de otros pa¨ªses europeos se sintieran concernidos por la reuni¨®n palaciega, pero si la medida fueran los vecinos de Hampton Court, la oportunidad fue malgastada. Ni siquiera los que habitualmente protestan y organizan contracumbres se dieron esta vez por aludidos. Apenas una veintena de euroesc¨¦pticos se instalaron a la entrada del palacio. "Cuando los franceses dijeron que no
[en el refer¨¦ndum del Tratado constitucional europeo], rechazaron a las instituciones, a los gobernantes, pero los pol¨ªticos europeos no han querido escuchar", dice Stephen Harris que viste una corbata repleta de banderas brit¨¢nicas. "Queremos ser un pa¨ªs soberano, no queremos que nos gobierne Bruselas", a?ade este militante del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP).
El eurobar¨®metro de julio de 2005 indica que un 54% de los europeos piensa que es bueno pertenecer a la UE, a pesar de que supone un descenso de dos puntos respecto al a?o pasado. El Reino Unido aparece en la cola de la lista con apenas un 36% de aceptaci¨®n. Tal vez por eso, la prensa brit¨¢nica apenas se ocup¨® del encuentro. El jueves, la gran convocatoria de Blair brillaba por su ausencia en la primera del Financial Times y el viernes no hubo en ning¨²n diario un solo editorial sobre la cumbre.
No es de extra?ar que ni siquiera los que ten¨ªan la cumbre encima de sus narices no supieran nada de ella. El encuentro se celebr¨® de espaldas a los gobernados. No hubo conclusiones finales, ni transcripciones de lo que all¨ª se dijo. A los cerca de 900 periodistas que se desplazaron hasta all¨ª, se les instal¨® en el hip¨®dromo de Sandown Park a tres kil¨®metros del palacio donde pudieron ver la entrada de los mandatarios por televisi¨®n y asistir a las conferencias de prensa de los l¨ªderes y de sus portavoces. Eso fue todo.
En cualquier caso, a Liam, Julie, Ivan y Asami tal vez no deber¨ªa preocuparles tanto no haberse enterado de lo que se coc¨ªa en Hampton Court, ya que se dejaron de lado temas cruciales para el futuro de Europa y la vida diaria de sus ciudadanos. Las perspectivas financieras 2007-2013, la maltrecha Constituci¨®n europea, alternativas al envejecimiento de Europa o la postura que los Veinticinco piensan llevar a Hong Kong donde se decidir¨¢n las reglas del juego del comercio mundial con claras repercusiones para los ciudadanos de a pie, apenas fueron mencionados. En Hampton Court no se lleg¨® a ning¨²n acuerdo sobre estas cuestiones, ni siquiera dio tiempo a debatirlas. A la cumbre acudieron los jefes de Estado o de Gobierno de los Veinticinco, adem¨¢s del Alto Representante para la Pol¨ªtica Exterior y la Seguridad de la UE, Javier Solana; el presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, y el presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso. S¨®lo entrar a palacio uno por uno y estrechar la mano de Blair, se comi¨® m¨¢s de una hora. Luego hab¨ªa que sentarse, comer, hacerse la foto de familia y repartir los minutos restantes para las intervenciones de los 28 participantes. Al mediod¨ªa, todav¨ªa faltaban nueve intervenciones.
A pesar de la premura, el anfitri¨®n y sus invitados aseguraron estar satisfechos de los resultados del encuentro. Blair dijo a la salida de la reuni¨®n que se sent¨ªa aliviado porque se hab¨ªan debatido "los temas que interesan a los ciudadanos". El presidente de turno de la UE pretend¨ªa crear un clima de confianza "con un tel¨®n de fondo festivo" para limar asperezas. Tras el batacazo de la cumbre de junio en el bloqueo de las perspectivas financieras, la presidencia brit¨¢nica necesitaba cambiar de estrategia para lograr un acuerdo presupuestario antes de fin de a?o, cuando Austria tomar¨¢ el relevo de los brit¨¢nicos. Se trataba de azuzar el miedo al tigre y al drag¨®n; a China e India que, seg¨²n los pron¨®sticos del ministro de Finanzas brit¨¢nico, Gordon Brown, acabar¨¢n por comerse una a una las econom¨ªas europeas. De convencer ahora de la necesidad de m¨¢s liberalizaci¨®n en el plano te¨®rico, para arrancar compromisos en lo pr¨¢ctico en diciembre. Blair necesitaba hacer ver que junio no existi¨®. Aparentemente, lo consigui¨®. Al presidente franc¨¦s, Jaques Chirac, contrario al modelo social que defienden los brit¨¢nicos, le gust¨® tanto la experiencia que propuso repetirla cada a?o. El grado de satisfacci¨®n del canciller alem¨¢n saliente, Gerhard Schr?der, de quien se tem¨ªa buscara el enfrentamiento con Blair en su despedida no fue menor. "No hemos hablado de las perspectivas financieras", dijo, "pero hemos logrado un acuerdo emocional", declar¨® Schr?der a los periodistas. El Consejo Europeo de diciembre determinar¨¢ si de verdad, en la terapia colectiva de Hampton Court, se sembr¨® la semilla del acuerdo.
32 corbatas en casa de Enrique VIII
Enrique VIII tuvo hasta seis mujeres; muchas m¨¢s de las que acudieron el jueves al que fuera su palacio, el de Hampton Court, en los alrededores de Londres. En total asistieron a la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de la Uni¨®n Europea 32 hombres y ninguna mujer. Los l¨ªderes europeos fueron hasta el Reino Unido para decidir sobre el futuro de Europa; y en ese futuro, al menos esta semana, no tuvieron cabida las mujeres.
El primer ministro de Letonia acudi¨® en lugar de la presidenta, Vaira Vike-Freiberga. Y Angela Merkel, todav¨ªa debe ser elegida formalmente canciller alemana el 22 de noviembre. Gerhard Schr?der, el canciller saliente, se despidi¨® del Consejo Europeo representando a Berl¨ªn en la cita pol¨ªtica.
La ausencia o la menguada presencia de mujeres en los consejos europeos es la t¨®nica general en estos encuentros. En la Uni¨®n Europea no hay ninguna primera ministra, pero s¨ª tres presidentas. Adem¨¢s de Letonia, Finlandia cuenta con una presidenta, Tarja Halonen, e Irlanda con otra, Mary McAleese. La Comisi¨®n Europea cuenta sin embargo con una representaci¨®n femenina algo m¨¢s holgada: siete comisarias de un total de 24.
Adem¨¢s de los jefes de Estado o de Gobierno de los Veinticinco pa¨ªses miembros, participaron en la reuni¨®n de la presidencia brit¨¢nica Dur?o Barroso, Borrell, y Solana.
Rumania y Bulgaria (est¨¢ prevista su adhesi¨®n para 2007) acudieron en calidad de pa¨ªses candidatos y Turqu¨ªa y Croacia (se ha acordado la apertura de las negociaciones de adhesi¨®n) fueron invitados almuerzo. El resultado: una foto de familia frente a los hermosos jardines sembrados de tejos de palacio, en la que aparec¨ªan 32 corbatas.
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