La l¨ªnea roja

No es de extra?ar que a veces se produzcan excesos verbales en el debate pol¨ªtico: forma parte del rito. Pero precisamente porque se trata de sustituir la confrontaci¨®n social por formas civilizadas de di¨¢logo y de reflexi¨®n, resultan censurables las actitudes que intentan convertir la discrepancia en enfrentamiento y sustituir la argumentaci¨®n por la apelaci¨®n a las bajas pasiones. El debate sobre el Estatuto catal¨¢n es un tema sensible: afecta al reparto del poder, lo cual siempre es conflictivo, y tiene que ver con fibras que estimulan f¨¢cilmente los sentimientos colectivos. Lo cual obliga a los responsables pol¨ªticos y a los medios de comunicaci¨®n, a ser cuidadosos. Y algunos no lo est¨¢n siendo. Todo lo contrario, en cuanto localizan un flanco sensible, se dedican a azuzarlo. Es lo que se ha hecho desde el entorno del PP, lanzando irresponsables campa?as de boicot a productos catalanes, un camino que s¨®lo lleva a la confrontaci¨®n.

Mariano Rajoy ha reaccionado y se present¨® en Sant Sadurn¨ª d'Anoia, capital de la regi¨®n del cava, para expresar su rechazo a estas actitudes. Su gesto da la medida de la gravedad de lo que est¨¢ pasando. Un partido que ha gobernado y que volver¨¢ a gobernar Espa?a no puede coadyuvar a que el debate pol¨ªtico derive en acciones que s¨®lo conducen a lastimar la econom¨ªa, a aumentar las fracturas sociales y a disparar la espiral de acci¨®n-reacci¨®n de odios y extremismos. El compromiso de Rajoy pareci¨® firme. Ahora falta que su partido obedezca escrupulosamente.

A estas alturas, un boicot a las empresas por raz¨®n de su origen adem¨¢s de un disparate es una estupidez. Quienes invocan la unidad de mercado para oponerse al estatuto tratan de dinamitarla con estas apelaciones, que no hacen sino amplificar el problema que pretenden denunciar. Nadie contribuye con m¨¢s eficacia a la causa del separatismo que el que juega a separador. ?O no es exactamente cumplir con los deseos del independentismo una campa?a destinada a sacar a Catalu?a del mercado espa?ol? El PP, que descubri¨® de la mano de la Iglesia el gusto por la pol¨ªtica de calle, ha optado por el discurso de brocha gorda y por el tremendismo en un debate que exige reflexi¨®n y sosiego. Pero junto a su responsabilidad, hay que se?alar tambi¨¦n a algunos medios de comunicaci¨®n, desde donde se han organizado y orquestado estas campa?as.

Hemos visto en demasiados lugares el papel decisivo de los medios y de la radio en particular en la construcci¨®n del odio. Cuidado con los aprendices de brujo. La derecha est¨¢ bordeando la l¨ªnea roja que marca el paso de la convivencia a la confrontaci¨®n y algunos medios la han pasado hace ya muchos d¨ªas. No es verdad que todo valga para sacar al Gobierno del poder, ni para defender supuestamente la unidad de una patria que nadie ha puesto en peligro.