Michel Peissel pinta los reinos perdidos del Himalaya
El explorador recoge en un libro un centenar de sus acuarelas
"Trenzan las colas de sus ponis y decoran sus casas dici¨¦ndose: '?Qui¨¦n quiere un poni o una casa con aspecto triste?". La frase sobre los tibetanos del viajero y explorador franc¨¦s Michel Peissel, el inolvidable autor de libros como Mustang, reino perdido del Himalaya, abre su maravillosa nueva obra, T¨ªbet, la peregrinaci¨®n imposible (Sirpus), un volumen con un centenar de acuarelas en las que plasma toda la belleza y misterio de los parajes que ha recorrido, a pie y a caballo, durante 40 a?os.
En coincidencia con la publicaci¨®n del libro de Peissel, la Casa del T¨ªbet de Barcelona (Rosell¨®, 181), donde se presenta ma?ana a las 20.00 horas la obra, inaugura el mismo d¨ªa una exposici¨®n de las acuarelas originales del autor.
Peissel (1939) afirma que desde su primer viaje a los territorios himalayos, los tibetanos le sedujeron por su sentido del humor, la amplitud de su mente y la importancia que dan a la belleza. Los tibetanos, escribe, pese a ser pobres, se preocupan de que las cosas tengan un aspecto hermoso. Algo que, opina, tiene que ver con los parajes que les rodean: "Viven en medio de la asombrosa belleza de estas tierras altas del T¨ªbet, iluminadas por la dorada claridad de su elevada altura". T¨ªbet, la peregrinaci¨®n imposible, que muestra en un centenar de acuarelas el rico patrimonio de edificios y monumentos del pa¨ªs, es una irrebatible expresi¨®n de ese amor a la belleza de los tibetanos y tambi¨¦n un canto al misterio que ha rodeado esas tierras y ha hechizado -en buena medida a trav¨¦s de los escritos de mismo Peissel- a m¨¢s de una generaci¨®n. Tambi¨¦n es el precioso libro una prueba de que Michel Peissel adem¨¢s de viajero sensible, escritor y hombre valiente, es todo un artista.
Explica ¨¦l mismo que su primera acuarela la realiz¨® por pura casualidad, intentando dibujar una modesta casa del But¨¢n. Comprendi¨® entonces, dice, la necesidad de entender el proceso de construcci¨®n para ilustrar bien un edificio; lo que le hizo sumergirse obsesivamente, como en todas sus investigaciones, en la t¨¦cnica de los alba?iles, carpinteros y pintores tibetanos. Las acuarelas, tan vivas que el viento parece mecer las banderas de oraci¨®n y uno experimenta el v¨¦rtigo y la espiritualidad de aquellas regiones, muestran no s¨®lo fortalezas, monasterios y palacios, sino tambi¨¦n caba?as, tiendas, torres y chortens.
El libro aspira a contribuir a que la gente conozca y aprecie la arquitectura tibetana como un testimonio de la "eterna vitalidad" de la cultura que la ha originado y de su af¨¢n de pervivencia. El centenar de acuarelas de Peissel y el texto que las acompa?a constituyen un trayecto no s¨®lo geogr¨¢fico sino hist¨®rico. El enorme territorio que cubre la obra va desde Baltist¨¢n, Ladakh y Zanskar en el oeste hasta la provincia china de Kansu -monasterio de Labrang- al este, pasando por Mustang, Nepal, Sikkim y But¨¢n al sur. El libro arranca con la imagen del castillo fortaleza de Yambulagang, el edificio m¨¢s antiguo de T¨ªbet, escribe Peissel, del que sali¨® Songtsen Gampo en 627 para convertirse en el primer emperador del pa¨ªs. Destacan en el libro las vistas del Potala de Lasha. Puede verse tambi¨¦n alg¨²n lugar que ya no existe, como la fortaleza de Shigatse, destruida por los chinos y dibujada por Peissel a partir de una vieja fotograf¨ªa.
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