Trece entre mil

Aunque parezca una operaci¨®n matem¨¢tica, Trece entre mil no es sino el t¨ªtulo de una excelente pel¨ªcula de I?aki Arteta que recoge sobrecogedores testimonios de otras tantas v¨ªctimas de ETA. Al final de la proyecci¨®n, cuando muchos de los que asistimos a su preestreno hac¨ªa rato que ten¨ªamos los ojos llenos de l¨¢grimas, surgieron los nombres de los asesinados en lo que parec¨ªa una interminable moviola.

En un momento dado, la vista se me fue hacia dos situados muy pr¨®ximos entre s¨ª: Sebasti¨¢n Azpiri Leyaristi y Jos¨¦ Luis Barrios Capetillo. Uno, familiar de alguien a quien aprecio y admiro; otro, organizador del banquete de mi boda tres a?os antes de su asesinato. De alguna manera, las v¨ªctimas del terrorismo son parte de nuestra historia m¨¢s cercana y no podemos, ni debemos, actuar como si fueran una r¨¦mora del pasado.

Ese mismo a?o de 1988 en el que les arrebataron la vida naci¨® mi hijo, que cumplir¨¢ su mayor¨ªa de edad en 2006. Sinceramente, dudo que hayan cumplido la suya la sociedad e instituciones que permiten arrinconar la memoria y dignidad de las v¨ªctimas mientras coquetean indecentemente con sus verdugos y se llenan la boca de grandes palabras vac¨ªas de contenido. ?Pacificaci¨®n? Yo no estoy en guerra. ?Normalizaci¨®n? La habr¨¢ cuando desaparezca la fatwa dictada por ETA contra quienes no se pliegan a su chantaje y todos los ciudadanos disfrutemos de libertad en igualdad de condiciones.

Un conocido humorista hac¨ªa decir a uno de sus personajes que Espa?a era como un botijo con 17 pitorros. Aqu¨ª llevan 25 a?os bebiendo a morro los mismos y encima se quejan.