Kate Moss
"Kate Moss es una de las chicas m¨¢s elegantes de Europa. Probablemente es la hija que me hubiera gustado tener y nunca tuve. Me gusta porque no tiene referencias de nadie. Ella se inventa a s¨ª misma. Adem¨¢s, es adorable, terriblemente generosa". Esto le dec¨ªa el zapatero prodigioso, Manolo Blahnik, a Elsa Fern¨¢ndez-Santos en una larga entrevista que pronto se publicar¨¢ como libro. Hace pocos d¨ªas, la editorial envi¨® las galeradas al zapatero para que ¨¦ste realizase las correcciones que le parecieran oportunas y, efectivamente, Manolo introdujo algunas precisiones, pero no toc¨® ni una coma de las frases anteriores. O sea, que, tras el esc¨¢ndalo medi¨¢tico de las ¨²ltimas semanas, a Manolo, esta maligna cocain¨®mana le contin¨²a pareciendo adorable, terriblemente generosa y la hija que le hubiera gustado tener. Menos mal que queda un se?or -en el sentido m¨¢s positivo del t¨¦rmino- que no se apunta a la lapidaci¨®n p¨²blica y universal que la modelo est¨¢ sufriendo. Porque en el farisaico linchamiento de Kate Moss est¨¢n interviniendo con exaltado entusiasmo no s¨®lo los medios biempensantes, pacatos y moralistas; lo est¨¢n haciendo todos, la prensa sensacionalista, la televisi¨®n basura, los programas m¨¢s descaradamente irrespetuosos con la intimidad de cualquier ciudadano. Los pocos que no se apuntan al insulto -como sus amigas Naomi Campbell y Sharon Stone- se muestran compasivos y proponen que se la recluya de inmediato en un centro especializado para su reinserci¨®n en la sociedad. Las firmas para las que Kate prestaba su imagen -Dior, Chanel, Burberry...- se precipitan a anunciar la rescisi¨®n de sus contratos. Se asegura que en cuanto la modelo ponga un pie en el Reino Unido ser¨¢ inmediatamente detenida por incitar al consumo de sustancias ilegales.
Pero, vamos a ver, ?qu¨¦ ha hecho esta chica para merecer esta lapidaci¨®n talib¨¢n? Ha sido filmada, a escondidas, en una reuni¨®n privada donde preparaba, con suma delicadeza y su tarjeta de cr¨¦dito, unas rayas de coca¨ªna para ella y sus amigos. O sea, que de tr¨¢fico o incitaci¨®n al consumo, nada de nada. Tal como dice Manolo, Kate no s¨¦ si ser¨ªa la hija, pero s¨ª la amiga que muchos desear¨ªamos tener, una rubia adorable y tremendamente generosa que acudiera a nuestras fiestas de buen rollo e invitando a algo de coca. Naturalmente, tendr¨ªamos la libertad de aceptar o renunciar -dependiendo de nuestra disposici¨®n y estado de ¨¢nimo, de la compa?¨ªa y, sobre todo, de nuestros compromisos para el d¨ªa siguiente-, pero siempre agradecer¨ªamos el detalle; como lo har¨ªan tantos cineastas, m¨²sicos, publicistas, dise?adores, tantos modistos -algunos de los cuales, Galliano, por ejemplo, trabajan precisamente para las empresas que ahora amenazan con romper sus contratos, Dior, por ejemplo- y tanto hijo de vecino con ganas de divertirse. Ya s¨¦ que el consumo de drogas puede derivar en una adicci¨®n destructiva -soy de la generaci¨®n que idolatr¨® y vio morir a Janis Joplin o a Jimmy Hendrix-, pero, mientras todos los padres saben, o deber¨ªan saber, que a la salida de cualquier colegio hay camellos apostados, aparentan escandalizarse al atisbar a un famoso esnifando, aunque sea en la intimidad. Tambi¨¦n el alcohol puede destruir, y destruye, a muchos individuos y a sus familias y, por ahora, quiz¨¢ s¨®lo por ahora, no es delito invitar a unas copas (aunque no sea ¨¦ste el lugar para abordar tan delicado tema, me temo que, de igual forma que la ley seca convirti¨® a casi todos los norteamericanos en adictos a alcoholes adulterados -tal como explica magistralmente Groucho Marx-, la prohibici¨®n indiscriminada de otras drogas est¨¢ generalizando su adulteraci¨®n y consumo).
Desde luego, los que idolatr¨¢bamos a Janis Joplin y a Jimmy Hendrix no pod¨ªamos imaginar que las cosas ir¨ªan por estos derroteros; que la acci¨®n de Farruquito -conducir sin carnet a velocidad temeraria, atropellar a una persona caus¨¢ndole la muerte y darse a la fuga sin socorrerla- ser¨ªa disculpada por la sociedad y por los jueces, mientras el desliz de Kate ser¨ªa considerado imperdonable. ?Farruquito se ha librado de la c¨¢rcel y va conduciendo tan campante y se nos pasa por la cabeza meter entre rejas a Kate Moss?
Tambi¨¦n sorprende el encarnizamiento con la modelo -que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, estaba arriesgando su propia salud- y el absoluto desinter¨¦s por el repugnante "amigo" que, traicionando su confianza, realiz¨® la filmaci¨®n, con su telefonito, un invento temible en malas manos. Claro que lo hizo por la pasta -en este caso, sospecho que muca, mucha pasta- y, en nuestros d¨ªas, violentar el derecho a la intimidad por la audiencia, en definitiva por la pasta, merece general benepl¨¢cito. En algunas ocasiones, al comprobar nuestra indefensi¨®n frente a un escandaloso abuso, lamentamos no poder recurrir a un padrino como Tony Soprano.
?scar Tusquets Blanca es arquitecto.
Babelia
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