El PSOE constata el bloqueo de la reforma constitucional por el veto del PP

Tras la conclusi¨®n del largu¨ªsimo debate sobre el estado de las autonom¨ªas -casi 30 horas de cruce- s¨®lo hay un punto en com¨²n a ambos lados del hemiciclo del Senado: en este momento parece imposible que PSOE y PP pacten ni la reforma de la C¨¢mara alta, que implica un cambio de la Constituci¨®n, ni el nuevo Estatuto catal¨¢n. En el ¨²ltimo encontronazo, el PP confirm¨® que s¨®lo apoyar¨¢ la reforma del Senado si el presidente, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, pacta con ellos el Estatuto catal¨¢n. ?ste respondi¨® que eso no servir¨ªa de nada, porque el Parlamento catal¨¢n, donde el PP es la cuarta fuerza, lo rechazar¨ªa.

Zapatero se march¨® del encuentro "muy contento" y con una invitaci¨®n al PP para que "reflexione" y se una "sin condiciones" al grupo de 10 partidos que apoyan las reformas, tanto la del Senado como la tramitaci¨®n del Estatuto catal¨¢n. ?sa fue su conclusi¨®n, pero poco antes hab¨ªa tenido un fuerte encontronazo con P¨ªo Garc¨ªa Escudero, portavoz del PP, que le hab¨ªa acusado de dirigir "el Gobierno m¨¢s sectario de la democracia" y de "despreciar" al Senado.

Zapatero, que cada mes mantiene cruces muy templados con Garc¨ªa Escudero, subi¨® a la tribuna enfadado: "Debemos tener los m¨ªnimos par¨¢metros de racionalidad. ?Que yo desprecio al Senado? ?Y entonces Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que no vino nunca en la legislatura anterior? Despu¨¦s de este alegato inasumible tengo pocas esperanzas de que tengan una voluntad real de consenso. En el fondo, psicol¨®gicamente ustedes han negado el resultado de las elecciones. Debatan con ideas, no con exageraciones. Basta ya. S¨®lo les falta anunciar el fin del mundo", se quej¨®.

A pesar de que las formas no se perdieron en ning¨²n momento -salvo entre las filas del PP, que entre gritos le llegaron a mentar incluso a los GAL al presidente- la distancia entre los dos partidos se hizo m¨¢s evidente a medida que avanzaba el debate.

Garc¨ªa Escudero templ¨® su cr¨ªtica en la r¨¦plica, pero puso una condici¨®n para apoyar la reforma del Senado que Zapatero constat¨® como insalvable: que pacte con el PP todas las reformas, incluida la del Estatuto catal¨¢n. El presidente tir¨® la toalla. "Si ustedes no tienen ganas, si consideran que no merece la pena reformar el Senado, les puedo asegurar que no voy ni a intentarlo. ?Para qu¨¦? Creo que no tienen voluntad. Espero estar equivocado".

Acto seguido, Zapatero lanz¨® una ¨²ltima oferta para que el PP apoye el Estatuto catal¨¢n, pero con todos los dem¨¢s partidos. Garc¨ªa Escudero se mof¨®: "Usted crea un problema, culpa a la oposici¨®n y al Gobierno anterior de la creaci¨®n de ese problema y luego quiere que nosotros le aplaudamos y le ayudemos a salir del mismo, para que quede usted como salvador".

Nacionalistas necesarios

Zapatero explic¨® que no es cierto que ¨¦l no quiera acordar el Estatuto catal¨¢n s¨®lo con el PP porque s¨ª. Lo que pasa, razon¨®, es que eso no arreglar¨ªa el problema, porque el Estatuto tiene que ser aprobado por el Congreso y aceptado por el Parlamento catal¨¢n, una C¨¢mara donde el PSC y el PP no tienen ni de lejos la mayor¨ªa. Es lo mismo que pas¨® en 1979, record¨®. Necesariamente, los estatutos catal¨¢n y vasco se tienen que aprobar con una mayor¨ªa distinta a la de otras comunidades donde PP y PSOE suman la mayor¨ªa, insisti¨®.

La cuesti¨®n del consenso, y el significado de esta palabra, ha sido el eje del debate. Uno detr¨¢s de otro, durante tres d¨ªas, todos los representantes del PP -los presidentes auton¨®micos de este partido actuaron como tales, mientras los del PSOE se dedicaban a criticar el Estatuto catal¨¢n que apoya el PSC- repet¨ªan la misma pregunta: ?Por qu¨¦ prefiere a ERC que al PP? Y una u otra vez, Zapatero, que entr¨® a todos los trapos, incluidas las cuitas locales de cada autonom¨ªa, explicaba su tesis de que el abrazo con la oposici¨®n no arreglar¨ªa la cuesti¨®n de Catalu?a.

Adem¨¢s, ped¨ªa al PP que se sumara a lo que ¨¦l entiende como "consenso", esto es, todos salvo ese partido. "?Qui¨¦n debe reflexionar? ?Diez fuerzas pol¨ªticas, o una? La reflexi¨®n m¨¢s a fondo deber¨ªa producirse en la fuerza pol¨ªtica que se queda sola, manifiestamente sola", espet¨®.

Al final, harto de repetir el mismo mensaje, Zapatero abandon¨® su intenci¨®n de convencer al adversario con argumentos para pasar al ataque: "Todo el tiempo, que ha sido largo, durante el que han estado buscando el centro desde que perdieron las elecciones, ha sido cort¨ªsimo para irse a la derecha m¨¢s derecha que se recuerda desde la Transici¨®n". Para entonces, le escuchaban unos pocos senadores y el incombustible presidente aragon¨¦s, Marcelino Iglesias.