Cajas
Hubo un tiempo en que las cajas de ahorros eran otra cosa. Sin remitirnos a las "cajitas de ¨¢nimas", que la memoria biol¨®gica no da para tanto, s¨ª las recordamos como espacios solemnes donde el pueblo entregaba la cartilla con respeto y unci¨®n. All¨ª, bajo techos artesonados y tras mostradores recamados, el empleado modelo manguitos y visera anotaba con pulcra caligraf¨ªa las escu¨¢lidas cifras del min¨²sculo ahorro. Instituciones dirigidas por pr¨®cer conocido, a mediados del siglo pasado a¨²n se molestaban en aparentar bondadoso paternalismo: hab¨ªan nacido cien a?os antes "para luchar contra la usura y en favor de las clases sociales m¨¢s desprotegidas". En eso consist¨ªa el Monte de Piedad: en prestar algunas pesetas sin reclamar intereses, a cambio del dep¨®sito de alguna peque?a propiedad, modestas joyas en general. Ahora le dir¨ªamos microcr¨¦ditos.
Los empleados de las cajas pod¨ªan considerarse privilegiados por la abundancia de pagas extras y la cesta y los juguetes por Navidad, que "compensaban" unos sueldos escasos aunque superiores a los bancarios. Adem¨¢s hab¨ªa ayudas para estudios de la prole, para practicar deportes... En cuanto a la promoci¨®n de la mujer, convertirse en cajera significaba, para algunas bachilleras, una interesante salida para no quedarse en casa.
Hoy mismo leemos que las seis mayores cajas de Espa?a han ganado un 36,4% m¨¢s, sobre todo gracias al cr¨¦dito hipotecario. Sabemos que, al menos las "nuestras", siguen una estrategia escorada hacia el ladrillo y que participan en asuntos tan poco sociales como la privatizaci¨®n de la sanidad, el apoyo a ciertos grupos audiovisuales con clara adscripci¨®n partidista o las operaciones en para¨ªsos fiscales. Dicen buscar el negocio, pero no siempre hay beneficio por medio (ver la ruinosa Terra M¨ªtica), sino m¨¢s bien obediencia al poder pol¨ªtico, en apoyar pol¨ªticas urban¨ªsticas o en participar de "pelotazos" (ver esc¨¢ndalo director de inversiones). Modernas, expandidas, informatizadas. Pero supongo que las cajas eran mejores cuando a¨²n nos quedaban montes y algo de piedad.
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