Al rescate de las familias
El proyecto de ley que ultiman el Gobierno y los agentes sociales permitir¨¢ la puesta en marcha de un sistema nacional de servicios b¨¢sicos a las personas dependientes
Cientos de miles de espa?oles, mayoritariamente mujeres mayores de 40 a?os, ejercen su profesi¨®n con la vista puesta en el estado de salud de su padre o de su madre, d¨¦biles o inv¨¢lidos, en casa o alejados geogr¨¢ficamente. Necesitan apoyo, puesto que los servicios sociales s¨®lo atienden al 9,4%, seg¨²n un informe del Imserso. La sobrecarga y presi¨®n soportada por las familias cuidadoras son intens¨ªsimas porque el enfermo suele consumir el tiempo de varios familiares o amigos. La responsabilidad sobre los mayores est¨¢ profundamente arraigada en Espa?a, pero ese desvelo afecta al rendimiento laboral de los cuidadores, que deben desatender su trabajo, pedir permisos, endeudarse o vender patrimonio para sufragar gastos extraordinarios. Diariamente, a veces cada dos o tres horas, llaman por tel¨¦fono a sus mayores para poder reaccionar a tiempo si hay problemas. El 80% de los cuidados de salud a familiares de la tercera edad, principalmente a los 1.756.844 octogenarios, corre a cargo de mujeres y se desarrolla dentro del propio hogar.
Las mujeres espa?olas est¨¢n educadas para cuidar, seg¨²n el libro 'De profesi¨®n, cuidadora'
Espa?a figura a la cola de Europa en la financiaci¨®n p¨²blica de las ayudas a las familias
La tasa de asistencia del servicio a domicilio es s¨®lo del 3,1%
No es lo mismo vivir solo que ser abandonado
Un total de 137.413 ancianos viven solos en Madrid
Espa?a dedica el 20% del PIB a protecci¨®n social, frente a un 36% de Suecia
Las pol¨ªticas familiares son una asignatura pendiente en Espa?a
La mayor¨ªa de los hijos ¨²nicos, y numerosas nueras, dedican casi todos sus fines de semana a la compa?¨ªa de los mayores d¨¦biles, y cuando hay hermanos se organizan en turnos. No pocas veces, sin embargo, las discusiones sobre el grado de participaci¨®n en el cuidado causan ri?as o rupturas entre matrimonios y hermanos, con el consiguiente castigo emocional sobre los padres, que se sienten responsables. "Las familias est¨¢n haciendo un gran esfuerzo en la atenci¨®n a las personas dependientes. Nuestra obligaci¨®n ahora es ayudarlas y tambi¨¦n acompasar desarrollo econ¨®mico y bienestar. Esto es lo que tenemos que resolver los poderes p¨²blicos", destaca Mar¨ªa Amparo Valcarce, secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familias y Discapacidad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, que dirige la negociaci¨®n de una ley de atenci¨®n de las personas dependientes, el cuarto pilar del Estado de bienestar. Los centros de d¨ªa para ancianos, en primer lugar, los servicios a domicilios y la teleasistencia, el pulsador que conecta al anciano en apuros o solo con una central de ayuda, ser¨¢n algunos de los ejes de la nueva ley.
Demencias y dolencias cr¨®nicas
La situaci¨®n apremia porque la sociedad espa?ola debe dar respuesta a nuevas necesidades y demandas. Aument¨® el n¨²mero de personas con discapacidades de diverso grado, algunas leves: 3.528.221 en el a?o 1999, ¨²ltimo censo disponible; el 80% padece enfermedades cr¨®nicas o demencias. Son atendidos fundamentalmente por familiares, con la carga de sacrificio personal y de renuncia que esto implica. El Estado pretende complementar su labor y permitir que las nuevas generaciones dispongan de un mayor margen de acci¨®n en su vida. No cabe otra soluci¨®n, ya que el proceso de envejecimiento de la sociedad espa?ola es muy alto: m¨¢s de siete millones mayores de 65 a?os actualmente, el 17% de la poblaci¨®n total, y 16.394.839 en el a?o 2050, el 30,8% del total, seg¨²n proyecciones del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). "Aunque estamos envejeciendo mejor", se?ala Pilar Serrano, jefa del Departamento de Evaluaci¨®n y Programaci¨®n de la Direcci¨®n de Mayores del Ayuntamiento de Madrid.
El anteproyecto sobre dependencia, cuyas bases vienen contenidas en el Libro Blanco presentado en diciembre del pasado a?o, y que convertido en ley regular¨¢ un Sistema Nacional de Atenci¨®n a las Personas Dependientes, puede quedar listo para su traslado al Congreso a finales de a?o, seg¨²n el compromiso del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Era impostergable. Las nuevas exigencias de la evoluci¨®n espa?ola hacia un modelo familiar modernizado determin¨® la convergencia del Gobierno, poderes p¨²blicos, agentes sociales y expertos en la preparaci¨®n de un sistema que garantice la equitativa prestaci¨®n de servicios b¨¢sicos en todas las comunidades aut¨®nomas. En esencia, se trata de arrimar el hombro con las familias, acorde con el rumbo de la Europa desarrollada.
Pero las diferencias entre autonom¨ªas, ayuntamientos, medio urbano o rural, son abismales. El Pa¨ªs Vasco y Navarra tienen muchos m¨¢s recursos que Extremadura. "Una persona puede tener pr¨¢cticamente cubiertas todas sus necesidades en determinadas comunidades y no tener acceso a prestaciones muy elementales en otras", se?ala Amparo Valcarce. "Existe la l¨®gica preocupaci¨®n por la financiaci¨®n del sistema, pero hay un consenso b¨¢sico sobre lo que hay que hacer. Es un reto compartido". El reto es garantizar la protecci¨®n social y asemejarse al modelo europeo. Lo previsible, seg¨²n las fuentes consultadas, es que se apruebe una ley de m¨ªnimos, general, y que a partir de ah¨ª cada autonom¨ªa a?ada otros servicios en funci¨®n de sus posibilidades.
La financiaci¨®n de ese sistema nacional b¨¢sico demanda una inversi¨®n de m¨¢s de 8.000 millones de euros anuales, seg¨²n el c¨¢lculo de expertos, y es el gran escollo que hay que salvar. Queda por decidirse si la financiaci¨®n se efectuar¨¢ por cuotas al sistema de Seguridad Social, mediante el incremento de las cuotas de empresarios y trabajadores, o a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. Tambi¨¦n est¨¢ pendiente de concreci¨®n el papel que vayan a jugar los posibles seguros privados complementarios, la fijaci¨®n de m¨¦todos de evaluaci¨®n por todos aceptados, y precisar legalmente los ¨¢mbitos de competencia porque los servicios sociales ya fueron transferidos a las comunidades aut¨®nomas.
El Gobierno, en su ronda de contactos, habl¨® con la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias, que agrupa a los 8.000 municipios del Estado. "Echamos en falta, como primer ayuntamiento que somos y uno de los que tiene m¨¢s desarrollados los servicios sociales, pues que no se nos haya consultado hasta ahora, aunque no descartamos que se haga", se?ala Florencio Mart¨ªn, director general de Mayores del ?rea de Gobierno de Empleo y Servicios a la Ciudadan¨ªa del Ayuntamiento de Madrid, gobernado por el Partido Popular. "Respecto a la Ley de Dependencia, creo que este a?o ha sido un a?o de secano absoluto", agrega Mart¨ªn. "A lo mejor no hay la seguridad suficiente como para poder encarar un tema que es gordo, que exige una gran fortaleza pol¨ªtica". Un portavoz del Ministerio de Trabajo atribuy¨® el ritmo negociador a la complejidad de la ley en preparaci¨®n. "Todo marcha de acuerdo con el calendario establecido y, adem¨¢s, el PP nunca se ocup¨® de la dependencia", agreg¨®.
El tema es gordo porque las carencias son muchas. Los mayores quieren mantenerse en su entorno familiar, en su casa, con sus cosas mientras puedan. Ese anhelo pasa por m¨¢s ayudas: desde la teleasistencia y los centros de d¨ªa o la adaptaci¨®n t¨¦cnica de casas particulares. Una de las metas de la Secretar¨ªa de Estado de Servicios Sociales es llegar a las 170.000 teleasistencias el pr¨®ximo a?o. El Ayuntamiento de Madrid pas¨® de 15.000 en el a?o 2003 a 67.000 este a?o, seg¨²n Mart¨ªn. "De 2003 a 2006 hemos multiplicado los recursos econ¨®micos de atenci¨®n a personas mayores en el 111%". Una encuesta encargada al Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) por el Ministerio de Trabajo es concluyente y en esa direcci¨®n: el 78% de los espa?oles cree que la prioridad es atender a las personas dependientes.
Los flancos del problema son tantos como la necesidad de fondos para sufragar soluciones en las comunidades menos ricas. No queda mucho tiempo. El envejecimiento podr¨¢ afectar a la solidaridad intergeneracional e incidir sobre el crecimiento econ¨®mico, el ahorro, el consumo y las pensiones, o incluso la viabilidad financiera del Estado de bienestar, seg¨²n los especialistas que estudian el fen¨®meno. "Espa?a sigue estando a la cola de Europa en muchos temas de pol¨ªticas familiares", se?ala el soci¨®logo Llu¨ªs Flaquer, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. "En pol¨ªtica familiar, es el pa¨ªs de Europa que gasta menos, y lo que gastamos en temas de prestaciones nuchas veces lo gastamos mal". El acad¨¦mico sostiene que no ha habido voluntad pol¨ªtica durante muchos a?os y que la modernizaci¨®n de las pol¨ªticas familiares sigue siendo en Espa?a una asignatura pendiente.
Esa asignatura deber¨¢ pasar a examen y ser aprobada porque m¨¢s pronto que tarde entrar¨¢n en crisis los denominados "apoyos informales" a los mayores, integrados fundamentalmente por una generaci¨®n de mujeres con una edad promedio de 53 a?os. Un 20% de la poblaci¨®n cuidadora tiene m¨¢s de 65 a?os, seg¨²n el Libro Blanco de la Dependencia. "La mujer est¨¢ educada para que tenga que cuidar", seg¨²n Camino Osl¨¦, directora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad P¨²blica de Navarra (UPNA), coautora del libro De profesi¨®n, cuidadora. La generaci¨®n entre los 25 y 35 a?os, no tanto, porque tiene sus propios proyectos personales y parece dispuesta a llevarlos a cabo. Conf¨ªa en la profesionalizaci¨®n del cuidado.
Las f¨®rmulas son muchas, y algunas, relativamente recientes. El voluntariado constituye un complemento valios¨ªsimo. Su funci¨®n principal es aportar el plus de humanidad. Abundan familias, sin embargo, que les endosan sus tareas con el mayor: desde el control del frigor¨ªfico y la medicaci¨®n, a la cesta de la compra. Los voluntarios tienen, entonces, que marcar los l¨ªmites. Pero no todos los mayores necesitan ese tipo de asistencia. La autonom¨ªa, y las necesidades y disposici¨®n hacia la vida y hacia la relaci¨®n con los hijos, son heterog¨¦neas entre los m¨¢s de siete millones de mayores de 65 a?os.
Buena parte de los m¨¢s j¨®venes ha viajado, tiene mayor poder adquisitivo, est¨¢ m¨¢s escolarizado o curs¨® estudios universitarios. Permanecen operativos. A partir de los 70 a?os se acent¨²an los problemas. Algunos son econ¨®micos: un 75% de los ancianos, con una pensi¨®n media de 584 euros, llega muy justo a final de mes, seg¨²n la Fundaci¨®n Universidad Empresa. Clara Rabanillos, voluntaria y veintea?era, observa el choque de dos mentalidades en esa constelaci¨®n de espa?oles. "Mi madre estar¨ªa dispuesta a ir a una residencia, pero mi abuela, no. De todas formas, hay claramente un d¨¦ficit de servicios sociales".
Los hay en muchos indicadores. El n¨²mero de ancianos aumenta y la mayor¨ªa de los hospitales espa?oles no dispone de unidades especiales de Geriatr¨ªa, seg¨²n un estudio de la Sociedad Espa?ola de Geriatr¨ªa y Gerontolog¨ªa. Datos recopilados por el Ministerio de Trabajo indican que la tasa de cobertura del servicio de ayuda a domicilio (SAD) es s¨®lo del 3,1%; la teleasistencia, del 2%, y hay una plaza de centro de d¨ªa por cada 200 mayores. El d¨¦ficit, en todos los ¨®rdenes, es cubierto por el esfuerzo de los parientes, amigos o allegados. La relaci¨®n es inc¨®moda cuando el anciano se siente indefenso al percibir que, si no da mucha guerra, conseguir¨¢ seguir con sus hijos. Un objetivo fundamental de la ley, seg¨²n sus promotores, es que el Estado corra con parte de esa guerra a trav¨¦s de las ayudas domiciliarias o de otro tipo. El prop¨®sito es tambi¨¦n atenuar el temor de los mayores a la p¨¦rdida de la pareja y a la soledad, y a no poder valerse por s¨ª mismo.
"Pero habr¨ªa que precisar que hay una gran diferencia entre vivir solos y ser abandonados. La primera es la opci¨®n de la mayor¨ªa. Asumo el riesgo de ser feliz en soledad o de morir en soledad. Hay mucha gente a la que le gusta vivir sola", indica Pilar Serrano. Quien quiera permanecer con sus hijos podr¨¢ verse obligado a afrontar nuevas rutinas, con la ayuda de la Administraci¨®n, para corresponder al esfuerzo de sus parientes. Y al igual que el padre y la madre salen por las ma?anas a trabajar, y los ni?os, al colegio, el mayor podr¨¢ ir al centro de d¨ªa, donde desayunar¨¢, comer¨¢ y recibir¨¢ sesiones de rehabilitaci¨®n o atenci¨®n m¨¦dica de car¨¢cter general, no especializada. Sus necesidades fundamentales ser¨¢n cubiertas en esos centros, cuando lo haya para todos, que son una f¨®rmula intermedia entre el domicilio y la residencia.
Mar¨ªa Jos¨¦ Atienzar, directora de coordinaci¨®n del Centro de Colaboraciones Solidarias, subraya que los mayores suelen entender las dificultades de sus hijos, que trabajan marido y mujer en la mayor¨ªa de los casos porque tienen que hacerlo para pagar las hipotecas, el colegio de los hijos, la asistenta, etc¨¦tera. "Con los dos trabajando tienes un ritmo de vida que impide que puedas hacer una visita tranquilamente al abuelote. Ellos tampoco quieren ser una carga", subraya. Numerosos ancianos habitan casas antiguas de Madrid, con 137.413 personas mayores de 65 a?os que viven solas, mientras el domicilio de los hijos est¨¢ lejos del casco urbano. Hay distancias y hay horarios laborales. "No es que sea falta de afecto, que puede haber un porcentaje. Lo vas dejando porque se te complica much¨ªsimo la vida", agrega Atienzar. "Y la prioridad ahora mismo de la familia no es el venerable anciano, sino mi ritmo de vida, mis hijos, mis pagos".
El problema es serio, pero las familias, insustituibles. Espa?a y otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea acusan un descenso del n¨²mero de camas hospitalarias por habitante, una relaci¨®n que implicar¨¢ saturaci¨®n y listas de espera. Espa?a contaba con 3,7 por cada 1.000 habitantes, un indicador m¨¢s bajo que la media europea, similar al del Reino Unido y algo m¨¢s alto que en Suecia, seg¨²n el detallado informe Las personas mayores en Espa?a, de 2004, elaborado por el Observatorio de Personas Mayores. Mayte Sancho, vicepresidenta de la Sociedad Espa?ola de Geriatr¨ªa y Gerontolog¨ªa, coordinadora del equipo de 11 personas que prepar¨® las conclusiones de ese documento, sostiene que cualquier modelo de protecci¨®n a la dependencia mantendr¨¢ y preservar¨¢ el apoyo familiar.
"La protecci¨®n social en este momento no sustituye el papel de las familias, sobre todo en eso que toca la parte de cuidados afectivos", se?ala Sancho. "Eso no lo sustituye nadie, ni la mejor residencia, ni la mejor ayuda a domicilio, pero, desde luego, pondr¨ªa unas condiciones de dignidad a cientos de miles de familias que en estos momentos soportan una presi¨®n muy complicada". El tr¨¢nsito hacia nuevas f¨®rmulas incluye un amplio abanico de opciones para los mayores dependientes: desde residencias para quienes no tienen problemas pero prefieren vivir solos, hasta apartamentos tutelados con servicios centralizados de limpieza y catering.
Pero sin fuertes desembolsos, la progresi¨®n ser¨¢ lenta. El retraso de la protecci¨®n social en Espa?a con respecto a la Europa de los Quince era evidente en los ¨²ltimos datos publicados por Eurostat, que datan del a?o 2002: Espa?a ocup¨® el pen¨²ltimo lugar, por delante de Irlanda, en cuanto al gasto social en relaci¨®n con el PIB: apenas el 20%, 3.253 euros anuales por persona, contra el 36% de Suecia, en primer lugar. Comparativamente, equivale al 60% de la media de los Quince. Las familias recibieron en el a?o 2001 cerca de 8.000 euros anuales por persona mayor de 65 a?os en Espa?a, en torno a la mitad de la media de los Quince, contra los m¨¢s de 20.000 de Dinamarca y Luxemburgo. Austria, Alemania, Reino Unido, Pa¨ªses Bajos y Suecia dedicaron a las familias entre 18.000 y 20.000 euros.
Jos¨¦ Carlos Fajardo, profesor de Historia Pol¨ªtica del Pensamiento Pol¨ªtico, y fundador de la ONG Solidarios, piensa que socialmente se ha asumido el desplazamiento de los mayores, para que no molesten o dejen su puesto a los m¨¢s j¨®venes. "No se repara en que, en todas las culturas que han contribuido al aut¨¦ntico progreso de la humanidad, son respetados y venerados", se?ala. "En China ser¨ªa una falta de educaci¨®n tremenda decirle a una persona mayor: 'Qu¨¦ joven le encuentro".
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