Chinos en Cartago
El jueves comienza en T¨²nez, no lejos de las ruinas de la legendaria Cartago, la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre la Sociedad de la Informaci¨®n. Miles de delegados hablar¨¢n all¨ª sobre el flujo de informaci¨®n, sus oportunidades y sus riesgos, sus cauces y sus barreras y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n sobre sus l¨ªmites deseables o no. No es una contradicci¨®n, ni siquiera paradoja, que esta cumbre sobre la informaci¨®n se celebre en un pa¨ªs en el que el Estado controla todos los flujos existentes y reprime los que considera inc¨®modos o peligrosos. Lo hace con cierta mala conciencia. Aludiendo a los peligros del r¨¦gimen laico ante la amenaza islamista. Igual que la censura, dosifica al m¨ªnimo la represi¨®n violenta y recuerda permanentemente a la poblaci¨®n que en concordia con el Estado se vive razonablemente bien pero, eso s¨ª, en conflicto con el mismo, endemoniadamente mal. No exige mayores demostraciones de lealtad, pero no tolera las de desafecto. E insiste en que su deseo es homologarse con las democracias en la ribera norte del Mediterr¨¢neo. Lo cierto es que T¨²nez es un pa¨ªs seguro, con m¨¢s mujeres que hombres en la universidad, modestamente pr¨®spero, con una clase media en expansi¨®n, tur¨ªstico y abierto al exterior, en el que probablemente habr¨ªa mayor pluralidad pol¨ªtica y libertad si no existiera la certeza de que los principales cuando no ¨²nicos beneficiarios ser¨ªan unos islamistas decididos a acabar con todo ello. El presidente tunecino Zine Ben Al¨ª asegura: "Defendemos el libre intercambio de informaci¨®n y el flujo de ideas y conocimiento. Sin embargo, nuestra lucha por estos objetivos no debe servir de pretexto para dar v¨ªa libre a partidos, ideas y teor¨ªas contrarias a esa orientaci¨®n; de ah¨ª la reemergencia de la idea de que la libertad sin l¨ªmites lleva al caos y mina las libertades".
Esta frase podr¨ªa ser perfectamente del presidente chino Hu Jintao, nuestro hu¨¦sped de estos d¨ªas. Aunque por motivos algo distintos, porque en China nadie quiere liquidar la dictadura para implantar otra peor y desde luego T¨²nez, con un enemigo interior y exterior tan implacable como el fanatismo islamista, es un ejemplo de Gobierno humanista si se compara con una dictadura feroz y gratuitamente cruel como es la de Hu Jintao. Pero con vistas a la Cumbre de la ONU sobre Informaci¨®n que ahora comienza hay una diferencia curiosa y muy significativa entre los controles tunecinos y chinos al libre tr¨¢fico de Internet y est¨¢ en que en China el trabajo sucio de la censura de lo que no place a Ju Jintao y sus camaradas se lo hacen los servidores occidentales. El r¨¦gimen de Pek¨ªn llegar¨¢ a Cartago el jueves a dejar claro que el que se quiera llevar bien con ellos y medrar en el reparto del inmenso pastel de contratos, concursos y proyectos, tendr¨¢ que hacerse c¨®mplice o al menos encubridor del crimen sistem¨¢tico en el que basa su legitimidad, sus negocios y su pervivencia el r¨¦gimen de nuestro honorable invitado. Su poder persuasivo e intimidatorio es infinito. Y seguir¨¢ creciendo. Esto lo transmite bien Hu Jintao. Lo entendi¨® bien Gerhard Schr?der, el saliente canciller alem¨¢n, cuyas genuflexiones ante la dictadura china s¨®lo han sido comparables en vehemencia a los abrazos dados a Vlad¨ªmir Putin, otro verdugo de la informaci¨®n y la libertad con estupendo cartel en Europa. Puede que el presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, realmente se crea como dice que "China avanza hacia un Estado de derecho". La realidad es que si bien para que exista la libertad tiene que existir el capitalismo, ¨¦ste existe perfectamente sin libertad. China es el ejemplo. Est¨¢ hoy tan cerca de las libertades como reci¨¦n concluida la Larga Marcha. Y mucho m¨¢s lejos que en 1989. Rusia ya no ser¨¢ un Estado de derecho mientras nosotros y nuestros hijos vivan. La marcha com¨²n hacia la democracia hace a?os que ha terminado en desbandada. Mayores ya para creer en determinismos hist¨®ricos, cabe preguntarse si no estaremos considerando ya razonables unas restricciones a las libertades que otrora nos repugnaban.
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