Ampliar espacios

Con este Rigoletto, Torrent contin¨²a en la l¨ªnea de producciones propias o coproducciones que inici¨® ya con Mar¨ªa de Buenos Aires, El Barbero de Sevilla o Don Pasquale. Este Verdi, en concreto, viajar¨¢ por diversas ciudades del Pa¨ªs Vasco y Galicia, y se est¨¢ discutiendo tambi¨¦n su posible representaci¨®n en Portugal. Es ¨¦sta, desde luego, una de las v¨ªas que tienen los auditorios o teatros con presupuestos ajustados para poder asumir el coste de las producciones oper¨ªsticas que, por otra parte, demanda el p¨²blico: las dos sesiones de Torrent (hubo otra el d¨ªa 11) estuvieron llenas a rebosar, como casi siempre que se hace ¨®pera en la capital de l'Horta Nord. Un planteamiento a discutir, sin embargo, ser¨ªa si lo m¨¢s adecuado es adentrarse, como en este caso, en el gran repertorio, donde no se puede competir con los grandes foros oper¨ªsticos, o inclinarse por la v¨ªa de la recuperaci¨®n de obras olvidadas, montajes novedosos o espect¨¢culos de vanguardia. Ciertamente, lo que reclama el p¨²blico -aqu¨ª y en casi todas partes- son Rigolettos, Toscas, Traviatas, Boh¨¨mes y dem¨¢s. Pero una combinaci¨®n de ambas perspectivas parece lo m¨¢s prudente y, en cualquier caso, suscita el surgimiento de formaciones corales, solistas, escen¨®grafos, bailarines y todo aquello de lo que se nutre la ¨®pera.

Este fue un Rigoletto modesto hasta lo casi imposible en el aspecto escenogr¨¢fico, con cantantes de prestaciones muy dignas en varios casos. Rom¨¢n Mayboroda fue mejor actor que cantante, pero, con pinceladas tan gruesas como sinceras, supo transmitir el drama interno de Rigoletto, y conect¨® en seguida con el p¨²blico. Minerva Moliner, de voz fresca, con bonito timbre y bien controlada, result¨® algo fr¨ªa en la expresi¨®n, sobre todo en el primer acto. Boni Carrillo hizo un Sparafucile de hermosa voz grave, un poquito m¨¢s insegura en el registro agudo. El Duque de Mantua anduvo m¨¢s apurado. Su balada al final de la primera escena no fue especialmente refinada, tuvo apoyos falsos en varias ocasiones y sorprendi¨® con un final terrible para La donna ¨¨ mobile que hab¨ªa tenido un inicio de mejores pron¨®sticos. De entre los secundarios habr¨ªa que destacar la contundente voz de Fernando Piqueras como Marullo.

La orquesta estuvo ajustada a la escena, aunque tap¨® a los cantantes m¨¢s veces de las debidas, y el coro necesita m¨¢s rodaje, pero, una vez conseguida como aqu¨ª una representaci¨®n digna en l¨ªneas generales, s¨®lo cabe aplaudir que los diversos auditorios y teatros reserven un espacio -distinto, desde luego, seg¨²n los casos- para el g¨¦nero oper¨ªstico y no lo dejen todo en las manos del gigante del cap i casal.