"Ya no tengo la energ¨ªa necesaria para la ¨®pera"
Una voz de irresistible belleza, un repertorio siempre bien escogido y una sofisticada imagen, cultivada a lo largo de m¨¢s de tres d¨¦cadas de carrera, han convertido a la soprano neozelandesa Kiri Te Kanawa en una de las voces m¨¢s cotizadas de su generaci¨®n. Tras casi siete a?os de ausencia, regresa a Barcelona para actuar hoy, el s¨¢bado y el domingo en el Auditorio, en un concierto dedicado a Richard Strauss que supone su debut con la Orquestra Simf¨°nica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC). "He dejado la ¨®pera porque es agotadora, y a mis 60 a?os ya no tengo la energ¨ªa necesaria", afirma la soprano.
Kiri Te Kanawa cantar¨¢ las crepusculares Cuatro ¨²ltimas canciones del genial compositor alem¨¢n bajo la experta batuta de Franz-Paul Decker en tres conciertos -hoy, a las 21.00; ma?ana (19.00), y el domingo (11.00)- de aut¨¦ntico lujo en el marco de la temporada de la OBC. El programa, consagrado monogr¨¢ficamente a Strauss, incluye otras tres partituras: Metamorfosis, el poema sinf¨®nico Muerte y transfiguraci¨®n y la Danza de los siete velos, de la ¨®pera Salom¨¦.
"Nunca me llamaron para hacer ¨®pera en Espa?a, y ahora ya es tarde"
"No creo que sea posible buscar sucesores a Solti o a Leonard Bernstein"
Strauss es una de las grandes pasiones de Te Kanawa. Pasi¨®n inevitable para una voz l¨ªrica de gran plenitud que salt¨® a la fama como int¨¦rprete mozarthiana y fue incorporando sin prisas las grandes hero¨ªnas straussianas a su repertorio: Arabella, la Mariscala de El caballero de la Rosa o la condesa de Capriccio. "Strauss y Mozart han sido los pilares de mi repertorio y me han permitido hacer una larga carrera, quiz¨¢ m¨¢s larga de lo que hab¨ªa so?ado, porque los dos genios sab¨ªan escribir para la voz de una forma tan natural como maravillosa", comenta.
Te Kanawa nunca ha hecho ¨®pera en Espa?a. Tampoco ha visitado mucho los auditorios espa?oles en su faceta de liederista. En los ¨²ltimos siete a?os ha dado recitales en el Festival de Peralada, en Zaragoza y en Pamplona, entre otras ciudades. "La verdad es que si no he actuado m¨¢s en Espa?a ha sido porque no me lo han pedido. As¨ª de sencillo", explica con voz suave.
"Nunca me contrataron para hacer una ¨®pera y ahora ya es demasiado tarde", afirma sin el menor asomo de pena. "He dejado la ¨®pera sin problemas. A finales del a?o pasado actu¨¦ en un montaje de Vanessa, de Samuel Barber, en la ?pera de Los ?ngeles, y me di cuenta de que hab¨ªa llegado el momento de dejar la ¨®pera. Incluso cuando era joven ya me parec¨ªa agotadora. Ahora ya no tengo fuerzas para hacer frente a los largos periodos de ensayos y al ritmo de las funciones. Adem¨¢s, a causa de un accidente, no puedo fatigar mucho una pierna, as¨ª que al acabar las representaciones en Los ?ngeles decid¨ª que Vanessa ser¨ªa mi ¨²ltima ¨®pera en escena".
A la hora de hacer balance, no es amiga de la nostalgia; prefiere hablar de su pasi¨®n actual, la labor de apoyo a las j¨®venes voces de Nueva Zelanda que impulsa desde la fundaci¨®n que lleva su nombre. "He tenido una rica, larga y apasionante carrera, y ahora quiero concentrar mis esfuerzos en los recitales y conciertos para la fundaci¨®n que ayuda a los j¨®venes cantantes, y viceversa, porque me hacen sentir como una madre, d¨¢ndoles calor con mi experiencia y, por su puesto, facilit¨¢ndoles ayuda econ¨®mica. Es una labor que me llena de orgullo y me da enormes alegr¨ªas, y a ella pienso consagrarme en la ¨²ltima etapa de mi carrera".
Un gigante de la direcci¨®n orquestal ya desaparecido, Georg Solti, eminente int¨¦rprete de Strauss, jug¨® un papel decisivo en la carrera de la bella y elegante soprano neozelandesa. Enamorado de su voz, Solti grab¨® con ella las Cuatro ¨²ltimas canciones en 1990, al frente de la suntuosa Filarm¨®nica de Viena, e incluso volvi¨® a ejercer de pianista acompa?ante en una serie de recitales con lieder straussianos.
"He tenido el privilegio de trabajar con grandes maestros ya desaparecidos, como Solti y Leonard Bernstein, y no creo que sea posible buscar sucesores a estas personalidades. Hay j¨®venes directores fant¨¢sticos, pero vivimos ya en otra ¨¦poca".
La soprano asegura que, si se canta de forma adecuada, Strauss nunca perjudica a una voz. "Si sabes cantar bien Strauss, la voz se conserva bien. Es perfecto para mi voz. Lo que hace falta es cantarlo con directores de orquesta que sepan lograr el equilibrio necesario entre la masa orquestal y la voz. Como lo fue Solti, Franz-Paul Decker es un gran int¨¦rprete straussiano. Dirige poniendo siempre en primer lugar la grandeza del compositor".
Babelia
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