De los tr¨¢nsfugas y sus c¨®mplices
Los tr¨¢nsfugas son los violadores de la democracia. La mancillan al convertirla en objeto de sus trampas, por muy legales que sean ¨¦stas. Estafan a los ciudadanos al manipular, al margen de las urnas, los resultados de las elecciones. Merecen desprecio y no cabe justificante alguno que ampare su conducta.
Desconozco los argumentos jur¨ªdicos exactos que utiliz¨® en su momento un juez del Tribunal Supremo para dictaminar que un cargo electo es propietario de su acta, ya sea ¨¦sta de diputado estatal, auton¨®mico, o de concejal. Debieron de ser enjundiosos, aunque nada convincentes. A veces los jueces tambi¨¦n se equivocan, como cualquier mortal, y una sentencia que va en contra de la l¨®gica del sentido com¨²n ser¨¢ siempre discutible, cuando no perversa, como estamos hartos de comprobar en este caso. O pudiera estar basada en leyes defectuosas que encajan de forma chirriante en la estructura de nuestro sistema electoral de partidos y, por tanto, mejorables. En Espa?a el elector no puede votar a un diputado o concejal en particular, sino a una lista cerrada presentada por un partido pol¨ªtico. El se?or Francisco Javier Tom¨¢s, el ¨²ltimo tr¨¢nsfuga por estos pagos, conocido hasta ahora s¨®lo en su pueblo, y mejor que hubiera continuado as¨ª, ?a santo de qu¨¦ ser¨ªa diputado si no hubiera formado parte de la lista del PP? En estas circunstancias, si desea abandonar el PP, la ¨²nica opci¨®n leg¨ªtima pasa por la dimisi¨®n, porque es la que respeta los resultados electorales, un argumento que deber¨ªa prevalecer sobre cualquier otro.
Llevamos m¨¢s de 25 a?os de democracia y el fen¨®meno del transfuguismo que ha salpicado a casi todos los partidos, muestra una peligrosa vocaci¨®n de permanencia. Resulta incomprensible que todav¨ªa no se haya presentado una iniciativa legislativa en el Parlamento para eliminar la posibilidad de que un cargo electo pueda pasar de un partido a otro, o al grupo mixto, con una legislatura en marcha y con todos sus derechos, privilegios y honores intactos, e incluso, para mayor disparate, con los econ¨®micos incrementados. Da verg¨¹enza. La existencia de un tr¨¢nsfuga siempre provoca perjuicios para un partido y beneficios, directos o indirectos, para otros. ?Es ¨¦sta la causa de la nula voluntad para ponerse de acuerdo en una operaci¨®n necesaria de higiene democr¨¢tica?
Estos d¨ªas vemos c¨®mo a los miembros del PP se le llena la boca de vituperios contra el mencionado Francisco Javier Tom¨¢s y se disponen a tratarlo como a un apestado. Les asiste la raz¨®n. Pero no olvidemos lo bien que le vino a Zaplana la tr¨¢nsfuga Maruja S¨¢nchez en Benidorm, bien remunerada por cierto, genuina madrina pol¨ªtica de su posterior irresistible carrera. Maruja S¨¢nchez traicion¨® al PSOE y propici¨® que Zaplana se alzara con la alcald¨ªa de su pueblo, trampol¨ªn para la Presidencia de la Generalitat y, sucesivamente, para un ministerio en el Gobierno de la naci¨®n, la portavoc¨ªa del mismo y la de su grupo parlamentario. Ni tampoco olvidemos el esc¨¢ndalo de Jos¨¦ Tamayo y Mar¨ªa Teresa S¨¢ez, aut¨¦nticos pivotes sobre los que Esperanza Aguirre se apoy¨® para apropiarse de la presidencia de la Comunidad de Madrid. En este caso, el comportamiento desleal o corrupto de dos diputados oblig¨® a repetir las elecciones auton¨®micas y, como consecuencia, cambi¨® de manos el poder pol¨ªtico. Aquello, tan esperp¨¦ntico, provoc¨® r¨ªos de tinta en los peri¨®dicos, un sinf¨ªn de tertulias radiof¨®nicas y comentarios en televisi¨®n. Puso en evidencia la fragilidad y las imperfecciones de la estructura jur¨ªdica que sustenta nuestra democracia, pues bast¨® la voluntad de s¨®lo dos personas para burlarla. Incitaba a pensar que su fortalecimiento pasar¨ªa a constituirse en tarea prioritaria. Ha pasado el tiempo, no mucho, el asunto ha dejado de ser noticia y nada ha cambiado, ni se vislumbra movimiento en ese sentido. El esc¨¢ndalo puede volver a repetirse, incluso con menos intensidad, pues el ciudadano es capaz de habituarse a todo.
Ahora, en las Cortes Valencianas la voz de un partido de extrema derecha y parafacista, seg¨²n el presidente Camps, e ileg¨ªtima, pues no se present¨® a las elecciones, podr¨¢ o¨ªrse. Esto es grave. Los ex compa?eros de Francisco Javier Tom¨¢s se han apresurado a modificar el reglamento por v¨ªa de urgencia para impedir que obtenga m¨¢s dinero y poder con el cambio. Tiene la pinta de una reacci¨®n vengativa, producto de rabieta, y a la par defensiva, para desalentar posibles imitadores. Ya ven, han puesto un parche y han tomado medidas de cara a la galer¨ªa. Mejor har¨ªan en sentarse los partidos democr¨¢ticos y atajar la ra¨ªz del problema, promoviendo los cambios legislativos necesarios, en el Congreso de los Diputados si hace falta, para imposibilitar la aparici¨®n de pr¨®ximos tr¨¢nsfugas. Mientras tanto, la indignaci¨®n que manifiestan se juzgar¨¢ oportunista. La dejadez de quienes s¨ª pueden cambiar las cosas, los convierte en c¨®mplices. No extra?a que el n¨²mero de decepcionados vaya en aumento.
Mar¨ªa Garc¨ªa-Lliber¨®s es escritora.
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