El Fandi, torero espect¨¢culo

El torero de espect¨¢culo: El Fandi, a base de una f¨¦rrea decisi¨®n, realiz¨® una inspirada faena al octavo, un bobo manso que se frenaba. Quieto, baj¨® la sarga y, con tersura, enhebr¨® templados redondos y naturales. Termin¨® jugando con el astado. En ¨¦ste y en el manso cuarto, el granadino hizo gala de sus grandes dotes de banderillero al colocar soberbios pares de banderillas, a la moviola y al viol¨ªn. La afici¨®n lo ovacion¨® de pie.

Despu¨¦s de batallar con el violento y revoltoso tercero, El Cuate ejecut¨® una variada y emocionante faena, que en una g¨¦lida tarde calent¨® el ambiente. Aguantando horrores baj¨® el enga?o y plasm¨® su toreo. Aunque el manso s¨¦ptimo tra¨ªa la cabeza arriba y derrotaba, el de Cadereyta lo oblig¨® a humillar. En su emotiva faena, con gusto realiz¨® su muleteo.

Pese a que el soso segundo punteaba y carec¨ªa de fijeza, el embrujo del toreo de Morante fue la caracter¨ªstica de su quehacer de capa. En su acompasado trasteo deleit¨® su terso estilo. Sin importarle al diestro de Puebla del R¨ªo lo aplomado y el cabeceo del soso sexto, le sac¨® los recorridos que quiso. Volvi¨® a sobresalir el embrujo en su toreo. En ambos ejemplares perdi¨® los trofeos por mal uso del acero.

El Conde salud¨® con r¨ªtmicas ver¨®nicas al fijo primero, que tambi¨¦n instrument¨® al quitar. Se luci¨® en banderillas, colocando con vistosidad los palitroques. En su acoplado muleteo al noble enemigo, traz¨® un toreo con empaque y, por no coronarlo con la toledana, no obtuvo trofeo. Al salir el chico quinto, empez¨® una protesta que ped¨ªa la devoluci¨®n de la anovillada res. Como esto no aconteci¨®, se generaliz¨® la bronca y el p¨²blico no prest¨® atenci¨®n a la labor del diestro de Guadalajara.