China, ?amenaza u oportunidad?
Entre las pandemias que parecen amenazar a los pa¨ªses desarrollados en este inicio del siglo XXI est¨¢ para algunos el peligro que China representa para la producci¨®n, el empleo y el bienestar de nuestros pa¨ªses. Esa amenaza la sienten especialmente econom¨ªas como la catalana, que por su especialidad en manufacturas de fuerte contenido en empleo y tecnolog¨ªa intermedia notan el aliento de los chinos en el cogote. El riesgo es que el miedo nos invada, porque, cuando el p¨¢nico es muy intenso, paraliza y lleva a adoptar reacciones meramente defensivas. No valdr¨ªa de nada, porque esa nueva realidad seguir¨¢ ah¨ª y m¨¢s pronto que tarde tendremos que afrontarla. Por tanto, es necesario ver a China desde otro enfoque: como una oportunidad.
No es la primera vez que los que van por delante sienten temor a perder posiciones cuando los de detr¨¢s aceleran el ritmo. Ocurri¨® con el despegue Jap¨®n y, posteriormente, en la d¨¦cada de 1980, con la aparici¨®n de los llamados tigres asi¨¢ticos. A menor escala, lo provoc¨® Espa?a cuando en la d¨¦cada de 1960 comenz¨® a desarrollarse y a convertirse en un fuerte exportador. Los empresarios y los pol¨ªticos de los pa¨ªses europeos se sintieron amenazados por el "peligro espa?ol". Tanto es as¨ª que Chirac y Giscard se opusieron a la entrada de Espa?a en la Comunidad Europea. Y, sin embargo, el bienestar de los europeos no ha disminuido. La raz¨®n es sencilla: el desarrollo econ¨®mico no es un juego de casino, en el que si uno gana otro ha de perder, sino algo con el que todos pueden ganar.
Es cierto que la primera reacci¨®n al visitar China y ver la magnitud de sus cambios es pensar que no hay nada que hacer, sino esperar pacientemente que esa marea econ¨®mica amarilla llegue a nuestras costas y, cual tsunami econ¨®mico, se lleve por delante nuestras f¨¢bricas y nuestro empleo. Probablemente esa sensaci¨®n la tuvieron las alcaldesas, alcaldes y responsables gubernamentales que formaban parte de la visita de estudios organizada por el Plan Estrat¨¦gico de Barcelona al ver la dimensi¨®n de los parques industriales y tecnol¨®gicos y los programas urbanos y compararlos con lo que ellos pueden hacer. Medio en broma medio en serio, me comentaba uno que visto lo visto su esperanza es que ocurra algo que haga que China modere su dinamismo y, con ello, al menos nuestra generaci¨®n pueda mantener el bienestar del que ahora disfruta. Y que los que vengan detr¨¢s abandonen la industria y se dediquen a traer al turismo chino.
Pero eso no tiene por qu¨¦ ser as¨ª. De hecho, la econom¨ªa espa?ola, y en particular las empresas radicadas en Catalu?a, exportan mucho m¨¢s ahora que hace una o dos d¨¦cadas, cuando la competencia china no exist¨ªa. Aun m¨¢s, la tasa de exportaci¨®n espa?ola de los ¨²ltimos cinco a?os es mayor que la alemana. Por lo tanto, las cosas no van tan mal como con frecuencia nos parece.
Es cierto, como denuncian nuestros empresarios del sector textil, que China est¨¢ compitiendo de forma desleal. Y no por el hecho de que los salarios sean m¨¢s bajos y las condiciones laborales m¨¢s laxas. En este sentido, recuerdo como en la d¨¦cada de 1960 en Espa?a, en el inicio del despegue econ¨®mico, las jornadas laborales eran agotadoras, las condiciones laborales duras y los salarios bajos. Tiempo al tiempo. De hecho, los salarios de los empleados chinos de mayor cualificaci¨®n est¨¢n cambiando de forma acelerada. Casi se duplican de a?o en a?o, y su elevada rotaci¨®n comienza a ser un problema serio para las empresas. Por otro lado, el fuerte ritmo de crecimiento del precio de las viviendas empujar¨¢ tambi¨¦n los salarios al alza. Lo dicho, tiempo al tiempo.
La ventaja desleal con la que juega China est¨¢ en el tipo de cambio del yuan, muy por debajo de su valor real. La cotizaci¨®n oficial es un euro por 10 yuans, mientras que algunos c¨¢lculos se?alan que tendr¨ªa que ser un euro por dos yuans. Esto favorece a las exportaciones chinas en perjuicio de la producci¨®n de nuestros pa¨ªses. De ah¨ª que sean l¨®gicas las presiones para un reajuste de la paridad y forzaracuerdos para el control de exportaciones.
Pero nos equivocar¨ªamos si crey¨¦semos que las fuerzas de fondo que mueven el desarrollo chino est¨¢n en esas ventajas competitivas temporales. El motor b¨¢sico, tal como dije hace 15 d¨ªas, es el deseo y el esfuerzo de los chinos por mejorar su condici¨®n material y el hecho de que, despu¨¦s de muchos siglos en que la pol¨ªtica limit¨® la libertad econ¨®mica para ganarse la vida, desde 1978 las nuevas autoridades han alentado a sus ciudadanos a hacerse ricos. A eso hay que sumar una abundante mano de obra con un alto nivel de cualificaci¨®n t¨¦cnica y profesional. Esto no deja de ser un misterio para m¨ª, cuya explicaci¨®n quiz¨¢ est¨¦ en la pol¨ªtica de un solo hijo. El hecho de que el deseo de mejora de dos generaciones (es decir, cuatro cuatro abuelos y dos padres) se proyecte sobre ese ¨²nico descendiente ha hecho que la inversi¨®n en educaci¨®n del hijo ¨²nico sea muy elevada.
En cualquier caso, la realidad china es la que es y, lo que es m¨¢s importante, va a continuar (aunque no haya que descartar sobresaltos para digerir los excesos de capacidad derivados de 20 a?os de elevadas tasas de inversi¨®n). Si aceptamos esa realidad, la cuesti¨®n b¨¢sica es c¨®mo podemos aprovechar la oportunidad china. Pienso que hay dos frentes. Primero, convertirnos en aliados industriales y comerciales de las empresas chinas en su salida al exterior, que est¨¢ comenzando ahora. La posici¨®n de un buen grupo de empresas espa?olas en Am¨¦rica Latina nos da una ventaja que deber¨ªamos saber aprovechar, dado el inter¨¦s de las empresas chinas en esa regi¨®n. Segundo, hay que instalarse y hacer negocios en China, dado que su mercado interior experimentar¨¢ fuertes crecimientos en las pr¨®ximas d¨¦cadas. No es f¨¢cil, porque los chinos son muy suyos, pero es el futuro. De todo ello hablaremos dentro de 15 d¨ªas.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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