El lobo
Le llamaban "Lobo", por la crueldad con que llevaba a cabo sus cr¨ªmenes, y hab¨ªa venido a Espa?a huyendo de la sangre de sus v¨ªctimas, entre las que se encuentra el escritor Rodolfo Walsh, asesinado en 1977. Viv¨ªa en Madrid desde cu¨¢ndo, protegido y hospedado por qui¨¦n -se dice que, junto a algunos de sus camaradas, hac¨ªa buenos negocios con empresas de seguridad e inmobiliarias de la capital-, y en 1998 el juez Baltasar Garz¨®n lo hab¨ªa imputado por genocidio, terrorismo y torturas.
Su nombre real es Juan Carlos Fotea Danieri, fue miembro de la Polic¨ªa Federal de Argentina durante la dictadura militar que apest¨® su pa¨ªs entre 1976 y 1983 y, seg¨²n los testimonios de varios supervivientes, era uno de los verdugos que dirig¨ªa los tormentos a los represaliados que ten¨ªan la desdicha de ser conducidos a la f¨²nebre Escuela Superior de Mec¨¢nica de la Armada, en Buenos Aires. Hace unos d¨ªas fue detenido en nuestra ciudad y encarcelado hasta que se pueda lograr su extradici¨®n.
Rodolfo Walsh escrib¨ªa novelas que eran a la vez policiacas y pol¨ªticas. El primero de sus libros se llamaba Variaciones en rojo y el ¨²ltimo Un oscuro d¨ªa de justicia. Entre ambos, public¨® obras que se han convertido en cl¨¢sicos, como Los oficios terrestres o Un kilo de oro, que eran valientes denuncias de la injusticia y la corrupci¨®n, como ?Qui¨¦n mat¨® a Rosendo?, Operaci¨®n masacre o Caso Satanowsky. ?l y su hija Vicki comenzaron a militar en los Montoneros y Walsh fund¨® junto a su amigo el poeta Francisco Urondo el diario Noticias.
Cuando se produjo el golpe de Estado del general Videla, cre¨® la agencia de noticias ANCLA, desde la que recordaba una y otra vez que el terror se basa en el aislamiento y que su ant¨ªdoto es la informaci¨®n.
Al poco de iniciarse el r¨¦gimen sanguinario de los sediciosos, Vicki y Urondo fueron abatidos en sendos enfrentamientos con las fuerzas de la tiran¨ªa.
Al cumplirse un a?o de la asonada, Walsh envi¨® a los principales peri¨®dicos de la naci¨®n una "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar" donde, entre otras muchas cosas, acusaba a los sublevados de implantar "el horror m¨¢s profundo que ha conocido la sociedad argentina", negaba la versi¨®n oficial que los canallas daban de su gesti¨®n con motivo del triste aniversario -"lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son cr¨ªmenes y lo que omiten son calamidades"- y hac¨ªa una espeluznante descripci¨®n de aquel infierno: "Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados... Colmadas las c¨¢rceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del pa¨ªs campos de concentraci¨®n donde no entra ning¨²n juez, abogado, periodista u observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigaci¨®n, convierte a la mayor¨ªa de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin l¨ªmite y el fusilamiento sin juicio."
Ning¨²n diario se atrevi¨® a publicarla.
Walsh fue arrestado al d¨ªa siguiente, lo condujeron a la ESMA, fue sometido a suplicio y ultimado, entre otros por el oficial de Marina Alfredo Astiz y el propio Fotea Dimieri.
Su cad¨¢ver fue quemado y se hizo desaparecer para siempre.
Ahora, el "Lobo" de esta historia macabra est¨¢ por fin entre rejas, y es un orgullo que la ciudad de Madrid sea su primera prisi¨®n, en lugar de ser su ¨²ltimo refugio.
Y no s¨®lo el suyo, porque su superior en la ESMA y jefe del siniestro Batall¨®n de Inteligencia 601, Ra¨²l Guglielminetti, cuyo alias de torturador era "Mayor Gustavino", tambi¨¦n fue detenido hace un tiempo en Espa?a, donde, al parecer, era otro de los socios con los que trabajaba en Madrid para las compa?¨ªas antes mencionadas.
?sa es una parte inquietante de este relato, sin duda. ?Qui¨¦nes son las personas con las que trataban los monstruos? ?Conoc¨ªan esas firmas su identidad? Es una pregunta inquietante.
Con las letras de la palabra "indecoroso" se pude formar la palabra "dinero".
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