La b¨²squeda americana
Las imprudencias de Vicente Fox y las impertinencias de Hugo Ch¨¢vez son la hojarasca, el fuego fatuo, que quita atenci¨®n a las fracturas que recorren un continente, el americano, que sigue buscando f¨®rmulas para enfrentar los problemas ancestrales y combatir la desesperanza. Es una b¨²squeda que incluye el papel de Estados Unidos, una superpotencia a la que, al menos por ahora, se le agotaron las propuestas.
La pelea entre Fox y Ch¨¢vez ha sido un retroceso a la ¨¦poca de las rep¨²blicas bananeras. Al mexicano se le acusa de actuar por encargo estadunidense aunque tambi¨¦n es muy probable que su ofensiva contra Ch¨¢vez tuviera un factor electoral. Fox y su partido (Acci¨®n Nacional) est¨¢n empe?ados en equiparar al candidato mexicano de la izquierda, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, con Ch¨¢vez para, de esa manera, descalificarlo ante una parte del electorado mexicano. El venezolano respondi¨® elevando la intensidad de la voz y el adjetivo porque ese es su estilo y porque tambi¨¦n anda en campa?a: quiere convertirse en el l¨ªder de las masas despose¨ªdas del continente y en el articulador de una rebeli¨®n contra la potencia hemisf¨¦rica.
La mayor parte de Am¨¦rica Latina vive bajo el agobio de la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la degradaci¨®n ambiental y la violaci¨®n de derechos. Am¨¦rica Latina experimenta con soluciones en las que, excluyendo a Cuba, se acepta la democracia electoral, pero se debate el lugar que deber¨¢ tener la democracia participativa; se asume la econom¨ªa de mercado, pero se discute el papel regulador del Estado; se reconoce lo inevitable de la globalizaci¨®n pero hay desacuerdo sobre la forma como ¨¦sta debe darse. Ante este complej¨ªsimo proceso Washington se ha quedado sin propuestas.
El discurso de George W. Bush del 6 de noviembre en Brasilia mostr¨® el desconcierto estadunidense hacia la regi¨®n. En la capital del gigante sudamericano Bush lanz¨® un mensaje vac¨ªo de contenido que ignora la historia y el momento que vive una regi¨®n inquieta. Bush se instal¨® en el atril del maestro que, para educar a los p¨¢rvulos, les muestra un mapa bicolor y les pide que elijan entre los "buenos" (Estados Unidos) y los "malos" (Ch¨¢vez y Castro). El esquematismo de la Guerra Fr¨ªa encierra una exigencia absurda porque esta es una ¨¦poca en la que predominan los matices del gris.
El discurso tambi¨¦n est¨¢ impregnado de arrogancia y ma?as porque Bush ignor¨® a los latinoamericanos que esperar¨ªan un mea culpa de la potencia. En su discurso, Bush repudi¨® a las dictaduras militares pero se olvid¨® del papel central jugado por Estados Unidos. Ante la nula autocr¨ªtica y porque el recuerdo sigue ah¨ª, las v¨ªctimas de la represi¨®n, o quienes lo recuerdan, salieron a las calles para unirse a los inconformes con la globalizaci¨®n en las manifestaciones que se dieron en Argentina y Brasil.
Bush tambi¨¦n exalt¨® la econom¨ªa de mercado y el libre comercio pasando por alto que a partir de los a?os ochenta Am¨¦rica Latina ha seguido, con entusiasmo o resignaci¨®n, las reformas estructurales propuestas e impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. A excepci¨®n de algunos pa¨ªses los resultados de estas d¨¦cadas de ortodoxia han sido negativos. El crecimiento m¨¢s sostenido lo han tenido la pobreza, la desigualdad y la inseguridad. El 43% de los latinoamericanos viven con menos de 1,5 euros al d¨ªa y hay un ¨¦xodo masivo hacia las econom¨ªas industrializadas.
En la b¨²squeda de soluciones hay que subrayar un cambio en los m¨¦todos. Hace relativamente poco tiempo en Am¨¦rica Latina abundaban los golpes de Estado; actualmente los cambios de gobierno se dan pac¨ªficamente en las urnas. El domingo 27 de noviembre se inici¨® en Honduras un a?o que puede cambiar los equilibrios regionales porque una docena de pa¨ªses elegir¨¢n presidente: Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Hait¨ª, M¨¦xico, Nicaragua, Per¨² y Venezuela. Los y las candidatos son parte de un mural en el que aparecen populistas de derecha e izquierda, socialdem¨®cratas, comunistas, ex guerrilleros, democratacristianos, neoliberales pro-estadunidenses, corruptos y demagogos.
Aunque es imposible anticipar qui¨¦nes triunfar¨¢n hay certidumbre de que se intensificar¨¢ la experimentaci¨®n con la democracia participativa, con el papel del Estado en la econom¨ªa y con las formas de inserci¨®n en la globalidad. El proceso es inevitable por la presi¨®n de esa parte del continente a la que se le agot¨® la paciencia y porque los m¨¢rgenes externos se han ampliado considerablemente ante los titubeos de Estados Unidos que, parad¨®jicamente, en parte tienen que ver con las limitaciones impuestas por la democracia electoral. Ello explica el aumento en la importancia y el n¨²mero de los gobiernos que ponen distancia frente a Washington para "nacionalizar la globalizaci¨®n" (el t¨¦rmino es del economista mexicano Carlos Tello).
Es novedoso que Washington est¨¦ cada vez m¨¢s limitado por la democracia electoral. En 1973 la potencia orquest¨® un golpe de Estado militar contra el socialista Salvador Allende electo en las urnas. Ahora tienen que aceptar que a trav¨¦s del voto lleguen gobiernos de izquierda que ensayan diversas modalidades de participaci¨®n democr¨¢tica, que sacan del armario las ideas de un Estado regulador y que lo retan abiertamente en su propuesta de libre comercio.
Se vienen a?os de revisi¨®n de los modelos seguidos por Am¨¦rica Latina en las ¨²ltimas d¨¦cadas, de reestructuraci¨®n de la arquitectura institucional y de movilizaciones ciudadanas que afectar¨¢n la forma como se hace pol¨ªtica en el hemisferio occidental. Etapa dif¨ªcil y promisoria en la que un buen n¨²mero de miradas se dirigir¨¢n a las regiones que, como Europa, est¨¢n en constante renovaci¨®n. Al mismo tiempo Bush visit¨® el Cono Sur para confirmar que al menos por ahora la potencia est¨¢ anquilosada y es incapaz de captar las inquietudes y efervescencias que agitan Am¨¦rica Latina.
Sergio Aguayo Quezada es profesor de El Colegio de M¨¦xico.
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