Una Italia sonrojante
Primera cuesti¨®n que cabe aclarar cuando ante un filme como ?Viva Zapatero!, punzante, dolorosa incursi¨®n de una mujer notoriamente p¨²blica en Italia, la humorista Sabrina Guzzanti, en los desaguisados de su propia historia como represaliada televisiva: el nombre del filme, salvo la puntual referencia de uno de los entrevistados, que recuerda que en Espa?a hay un presidente que cumple sus promesas, nada tiene que ver con Rodr¨ªguez Zapatero. La propia directora afirm¨® que el t¨ªtulo le parec¨ªa simplemente euf¨®nico (por aquello de ?Viva Zapata!), y a otra cosa.
La segunda tiene que ver con la manera en que el filme luce en la pantalla: estamos ante un documental de urgencia, hecho con mucho humor, s¨ª, pero tambi¨¦n con mucha indignaci¨®n, con rabia apenas contenida, y eso se nota a veces en un cierto apresuramiento en el manejo de la c¨¢mara; en otras, en reiteraciones y, sobre todo, en un largo y arduo debate sobre el concepto de s¨¢tira pol¨ªtica, que es, desde el punto de vista formal, el verdadero nudo de la pel¨ªcula, pero que se antoja excesivo para p¨²blicos no italianos.
?VIVA ZAPATERO!
Direcci¨®n: Sabrina Guzzanti. Con la participaci¨®n de: Rory Bremner, Sabina Guzzanti, Enzo Biagi, Michele Santoro, Dario Fo. G¨¦nero: documental pol¨ªtico, Italia, 2005. Duraci¨®n: 80 minutos.
Y la tercera tiene que ver con la presencia constante de su realizadora y principal, digamos, int¨¦rprete, Sabrina Guzzanti, que se traviste (por ejemplo, de hilarante Berlusconi) act¨²a, gesticula, entrevista, interviene, interfiere, ordena y manda sobre todo el documental.
Alegato
Pero una vez superados estos dos escollos, lo que acaba por definir a ?Viva Zapatero! es otro tipo de logros, y ante todo, uno inmenso: se trata del m¨¢s ordenado y tremendo alegato cinematogr¨¢fico jam¨¢s puesto en pie sobre los modos, tan siniestros como arteramente efectivos, que Berlusconi ha ido empleando, en la ¨²ltima d¨¦cada, para hacerse con el sofocante control efectivo de toda la maquinaria period¨ªstica italiana. Bien por v¨ªa de sus acciones mayoritarias en varios grupos, bien por la v¨ªa parlamentaria, que le ha permitido no s¨®lo hurtarse al control de los jueces, sino incluso a poner a sus testaferros o a sus aliados pol¨ªticos al frente de las principales cadenas de la televisi¨®n p¨²blica, lo cierto es que desde la informaci¨®n hasta el espect¨¢culo (o la interesada mezcla de ambos), todo rezuma olor a r¨¦gimen, un olor que los italianos, que soportaron (y muchos, ay, apoyaron) durante 20 a?os a un dictador, conocen bien y que ahora, en otro contexto, parece propiciar un control de la informaci¨®n que cre¨ªan olvidado.
Esos modos marginan cualquier disidencia, y Guzzanti, con su ¨¢cido humor pol¨ªtico, ha terminado siendo una de las v¨ªctimas de la nueva situaci¨®n medi¨¢tica tejida por el maquiav¨¦lico presidente empresario. Se habla mucho del caso Guzzanti en el filme, como no pod¨ªa ser menos; pero no s¨®lo de ella. Y con ser grave el control, la censura y la expulsi¨®n, otro elemento es el que termina por convertirse, sobre todo para espectadores extranjeros, en ciertamente ruborizante: la mansedumbre con que los partidos de la oposici¨®n han terminado por aceptar la situaci¨®n, ante la que no s¨®lo no se rebelan, sino que, en alg¨²n caso, terminan por convertirse en mudos apoyos para las tropel¨ªas del poder. Un filme que empieza hablando de la televisi¨®n y termina por poner sobre el tapete las debilidades y las operaciones de acoso que sufren los sistemas democr¨¢ticos en nuestros d¨ªas... una cita obligada para cualquier ciudadano sensato.
Babelia
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