La prensa en la hora de Web 2.0
DESPU?S DE PENSARLO mucho, la prensa tradicional est¨¢ empezando a darle un papel de primer plano a Internet. Pero Internet no espera. Ya tiene nuevo nombre Web 2.0. La f¨®rmula es vaga adrede, y copia la manera en la que los inform¨¢ticos bautizan las versiones de sus programas a medida que los van sacando al mercado. Lo esencial, sin embargo, no es ni el mercado, ni la tecnolog¨ªa, es la gente y las formas que tiene para relacionarse.
El Guardian de Londres anunci¨® su intenci¨®n de dedicar el 80% de su tiempo a las actividades online en un plazo de seis o siete a?os. Guardian.co.uk ya es el sitio de prensa m¨¢s visitado en Gran Breta?a. No todo se debe a la calidad period¨ªstica de los art¨ªculos. Importa que el Guardian participe activamente del "nuevo ecosistema" que se est¨¢ desarrollando entre blogueros y publicaciones online. Los primeros se nutren de lo publicado por las segundas y, gracias a los enlaces en sus notas, les manda tr¨¢fico.
La prensa tradicional ha tardado 10 a?os en querer no solamente estar presente, sino participar tambi¨¦n de la vida muy particular de la Web.
'Guardian' anunci¨® su intenci¨®n de dedicar el 80% de su tiempo a las actividades en l¨ªnea en un plazo de siete a?os. Guardian.co.uk es el sitio de prensa m¨¢s visitado del pa¨ªs.
"No basta con estar en la web, debemos ser parte de ella", coment¨® el director de la edici¨®n digital del Guardian, Simon Waldman, en su presentaci¨®n durante la conferencia M¨¢s all¨¢ de la palabra escrita, organizada recientemente por la Asociaci¨®n Mundial de Peri¨®dicos en Madrid. Para seguir progresando debe encontrar la manera de establecer con sus lectores una relaci¨®n que corresponda a sus pr¨¢cticas en la Red. Es cierto en particular con los j¨®venes.
La importancia de Internet fue reafirmada formalmente por Arthur Sulzberger, patr¨®n del New York Times en un discurso pronunciado hace unos d¨ªas en la Online News Association (ona.org). El conjunto de los sitios de la compa?¨ªa es la duod¨¦cima presencia en Internet (35 millones de visitantes ¨²nicos en agosto).
A su manera, Sulzberger tambi¨¦n reconoce que no basta estar en Internet. Hace falta insertarse en la din¨¢mica propia de quienes le dan vida. "Debemos entender mejor las formas de conversaciones que tienen lugar en la web. En el mundo entero la gente se siente m¨¢s conectada a todos los dem¨¢s, siente que tiene m¨¢s poder para participar en lo que se ha vuelto un constante intercambio de ideas, comentarios y opiniones".
Sulzberger propone a su peri¨®dico volverse un "convocador de comunidades". "Queremos crear ambientes en los cuales los consumidores de noticias puedan encontrar no solamente noticias e informaciones de calidad, sino tambi¨¦n espacios en los cuales individuos con ideas afines puedan encontrarse y participar sin peligros en experiencias interactivas de buen nivel".
La f¨®rmula es buena y la intenci¨®n loable. Todo, sin embargo, est¨¢ en peligro si la anunciada fusi¨®n de la redacci¨®n online del New York Times y de la tradicional se traduce, como muchos temen, por la toma de control de la ¨²ltima. Se present¨® como un reconocimiento de la importancia de Internet, pero no levanta la ambig¨¹edad fundamental sobre el valor de los art¨ªculos escritos por profesionales y del contenido producido por el p¨²blico.
Cada uno a su manera, Waldman y Sulzberger se quieren integrar en Web 2.0, milagrosa reencarnaci¨®n de la web que muri¨® con el crack de 2001. La palabra est¨¢ de moda y las interpretaciones en cuanto a su contenido abundan. Las tecnolog¨ªas involucradas (blogs, RSS, etc¨¦tera) no son nuevas. Se trata primero de una f¨®rmula para atraer a inversionistas, convencerlos de que de nuevo se puede ganar dinero en la web.
Danah Boyd, especialista del comportamiento de los j¨®venes online y bloguera muy popular (zephoria.org), escribe: "Web 2.0 implica abandonar el control y la propiedad de la informaci¨®n. "La informaci¨®n carece de sentido para otra persona si no la puede volver a utilizar para que tenga sentido en su contexto".
La prensa tradicional ha tardado 10 a?os en querer no solamente estar presente, sino participar de la vida muy particular de la web. El problema es que durante esos a?os, la web cambi¨®. La gente ahora quiere que se la escuche y tiene los medios para ello. Abandonar el control y la propiedad de la informaci¨®n no es f¨¢cil, sobre todo para quienes viven de ello y siguen creyendo tener alguna relaci¨®n privilegiada con la verdad.
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