Las lentejas del Ivex

Durante las ¨²ltimas semanas, el caso Ivex no ha abandonado la actualidad. Primero fueron las noticias sobre el contrato de Julio Iglesias, y la consiguiente reacci¨®n que el hecho produjo entre los pol¨ªticos y los ciudadanos. Aunque del contrato del cantante se hab¨ªa hablado m¨¢s de una vez y los detalles eran de sobra conocidos, el que mediara ahora una denuncia p¨²blica le daba al asunto una nueva dimensi¨®n. Cuando el caso parec¨ªa m¨¢s o menos encauzado para el Gobierno de Francisco Camps, se produjo el esc¨¢ndalo de los becarios en el que a¨²n estamos. Al punto que han llegado las cosas en el Ivex, parece obligado preguntarse si el instituto no continuar¨¢ sorprendi¨¦ndonos en el futuro. Es algo que, a la vista de lo sucedido, no podemos descartar porque la impresi¨®n es que el organismo se hab¨ªa convertido en una heredad mal administrada.

En el esc¨¢ndalo de los becarios, el Gobierno de Francisco Camps parece haber sido cogido a contrapi¨¦. Es cierto que resulta muy distinto hacer frente a una situaci¨®n en la que no se ha intervenido de un modo directo, como es la del contrato de Julio Iglesias, que a otra que implica a un consejero en ejercicio. No se reacciona igual en un caso que en otro, pues la responsabilidad es diferente. Tal vez por eso las justificaciones esgrimidas por Gonz¨¢lez Pons y Justo Nieto han resultado tan poco convincentes. Hab¨ªa en ellas m¨¢s ret¨®rica que determinaci¨®n. Las de Nieto, pidiendo respeto para los becarios denunciados, tuvieron un efecto contrario al que el ex rector pretend¨ªa, como no pod¨ªa ser de otro modo.

Al hablar de los becarios del Ivex, alg¨²n comentarista ha escrito que se trata de un caso menor, una leve corruptela que no tendr¨ªa importancia en el conjunto, m¨¢s grave, de la corrupci¨®n habitual. Es una apreciaci¨®n razonable, aunque no puedo estar de acuerdo con ella. A mi modo de ver, lo que le da entidad al asunto es, precisamente, su escasa importancia econ¨®mica. Podemos entender las grandes operaciones urban¨ªsticas, las recalificaciones de terreno millonarias, la generosidad de Rafael Blasco con los promotores. No aprobamos esas acciones pero, cuando se producen, no nos extra?amos. No lo hacemos porque pensamos que detr¨¢s de ellas pueden estar las ambiciones personales o la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos. Nada de esto se da, sin embargo, en el esc¨¢ndalo de los becarios del Ivex, donde el importe econ¨®mico de la corrupci¨®n es m¨ªnimo.

?Por qu¨¦ unas personas que desempe?an cargos p¨²blicos aceptan que sus parientes obtengan una beca del instituto? Por lo que sabemos de estas personas, todas ellas tienen una situaci¨®n desahogada. No debi¨® ser, pues, un motivo econ¨®mico el que las llev¨® a actuar de ese modo. La causa tuvo que ser otra. Quiz¨¢ el convencimiento de que lo p¨²blico les pertenec¨ªa y la sensaci¨®n de que sus actos gozar¨ªan de una total impunidad. En los ¨²ltimos a?os, la sensaci¨®n de impunidad se ha extendido entre los cargos p¨²blicos, que cada vez se muestran m¨¢s osados y desafiantes en su conducta, como vemos diariamente en la prensa. Todo ello ha creado un clima de abatimiento moral del que impresiona, particularmente, la facilidad con que se renuncia a la dignidad personal.