Irak: la hora de la verdad
Irak se juega su futuro como pa¨ªs la pr¨®xima semana. George Bush, su evanescente prestigio ante los estadounidenses. Oriente Pr¨®ximo, su ya quebrada estabilidad, y el resto del mundo, su tranquilidad. La ¨²ltima de las tres elecciones que, organizadas por la ONU, estaban previstas para Irak tras el traspaso del poder civil a los iraqu¨ªes comienza el pr¨®ximo lunes con la votaci¨®n de los militares, enfermos hospitalizados y presos para continuar martes y mi¨¦rcoles con los iraqu¨ªes registrados en el extranjero y culminar el jueves con la votaci¨®n en todo el territorio nacional. El fin del proceso electoral no asegura el ¨¦xito de los objetivos perseguidos por la Administraci¨®n Bush, un Irak estable, unido, democr¨¢tico y pr¨®spero, ejemplo para la zona. Sin embargo, un fracaso en las elecciones generales del d¨ªa 15 -exigua participaci¨®n sun¨ª o abultada victoria de los extremistas chi¨ªes- s¨ª garantizar¨ªa el caos y la cat¨¢strofe. La balcanizaci¨®n de Irak ser¨ªa un hecho, con tres posibles consecuencias inmediatas: la intervenci¨®n de Ir¨¢n en apoyo de sus correligionarios chi¨ªes; la ayuda del mundo ¨¢rabe, mayoritariamente sun¨ª, a esa minor¨ªa y una declaraci¨®n de independencia del Kurdist¨¢n, intolerable, entre otros, para Turqu¨ªa.
Hay dos formas de enfocar el tema iraqu¨ª. Una: anclarse en el pasado y seguir recriminando a Bush, con toda justicia, las mentiras y medias verdades que precedieron a la guerra; y otra: analizar qu¨¦ posibilidades reales existen de, por lo menos, encauzar la pesadilla iraqu¨ª. La primera sirve como justificaci¨®n de pol¨ªticas dom¨¦sticas, y para algunos, como tapadera de su antiamericanismo. Pero su utilidad es nula. Mutatis mutandis, es como si discuti¨¦ramos sobre si Napole¨®n debi¨® seguir ocupando el trono de Francia tras su derrota en Waterloo. Si se escoge la segunda, algunos elementos permiten abrigar una cierta esperanza de que, a pesar de las bombas de Al Zarqaui, la situaci¨®n puede a¨²n ser reconducida. En primer lugar, contrariamente a lo que ocurri¨® en Vietnam con el Vietcong, ni el terrorismo for¨¢neo de Al Qaeda ni la insurgencia local consiguieron consolidar una sola posici¨®n en el tri¨¢ngulo sun¨ª. Pueden sembrar el terror, y lo siembran, en Ramadi, Faluya y otras localidades, pero, hasta la fecha, no han podido mantenerse en ninguna. Naturalmente, la principal raz¨®n radica en el poder¨ªo militar americano. Pero ser¨ªa injusto no resaltar la contribuci¨®n del nuevo Ej¨¦rcito iraqu¨ª, que, en la actualidad, cuenta con 116 batallones de combate, cuando en el oto?o de 2004 s¨®lo contaba con tres. En esa iraquizaci¨®n de las operaciones militares radica la ausencia de bases permanentes de la insurgencia -es dif¨ªcil atentar contra la bandera iraqu¨ª- y en ella est¨¢, igualmente, la clave para la salida de las fuerzas de la coalici¨®n.
En segundo lugar, todo el mundo parece estar de acuerdo en que sin participaci¨®n sun¨ª en el proceso pol¨ªtico no es posible tal proceso. Pues bien, todos los indicios apuntan a que los sun¨ªes (20% de la poblaci¨®n, frente al 60% chi¨ª y 20% kurdo), escarmentados de su abstenci¨®n en las elecciones para la Asamblea constituyente el pasado verano, piensan participar activamente, aunque nadie se atreve a predecir en qu¨¦ n¨²mero, en los comicios del jueves, ante el temor, si no lo hacen, de quedar excluidos, en palabras de Carina Perelli, jefa de la divisi¨®n electoral de la ONU, de "un proceso y un Parlamento con un mandato de cuatro a?os". La nueva tendencia sun¨ª se vio reflejada hace poco en la conferencia de El Cairo, patrocinada por la Liga ?rabe, que reuni¨® a representantes del espectro pol¨ªtico iraqu¨ª, incluidos varios sun¨ªes cercanos a la insurgencia. Por otra parte, y por parad¨®jico que parezca, los sun¨ªes han comprobado, gracias a los desmanes de algunas milicias privadas chi¨ªes, que en una eventual situaci¨®n de caos el mejor escudo contra esas milicias son los marines.
La conclusi¨®n es que no todo est¨¢ ganado, pero tampoco perdido. La realidad es que el 15 de diciembre Irak celebrar¨¢ las primeras elecciones democr¨¢ticas de su historia, de acuerdo con una Constituci¨®n redactada por iraqu¨ªes y de las que saldr¨¢ un Gobierno elegido, tambi¨¦n democr¨¢ticamente, por el pueblo iraqu¨ª. La comparaci¨®n es inevitable. ?L¨¢stima que Irak no disponga como dispuso Afganist¨¢n -un pa¨ªs tan caleidosc¨®pico desde el punto de vista ¨¦tnico y tribal como Irak- de un Hamid Karzai!
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