El penitente provisional
L¨®pez Caro debuta en la Primera Divisi¨®n, al frente del Madrid y contra el M¨¢laga, consciente de que necesitar¨¢ "mucha suerte"
Una tarde caliente de un d¨ªa de junio, en un campo quemado por el sol, a 40 grados, daba vueltas al trote Juan Ram¨®n L¨®pez Caro. Solo, cabeza gacha, ba?ado en sudor y ensimismado en el sacrificio. El t¨¦cnico del Castlla repet¨ªa su ritual diario. Los jugadores se hab¨ªan marchado y la mayor¨ªa de los empleados del Madrid hab¨ªan abandonado las instalaciones. Pero ¨¦l, rezagado, rumiaba las cosas que agitan la mente de los penitentes. Seguramente no imaginaba que seis meses m¨¢s tarde se hallar¨ªa en otro trance, ligeramente menos sudoroso pero mucho m¨¢s perturbador que ascender a Segunda A. Como asegur¨® el vicepresidente deportivo, Emilio Butrague?o, hace una semana, "de manera provisional", L¨®pez Caro se ha hecho cargo del primer equipo del club m¨¢s rico del mundo en el momento m¨¢s cr¨ªtico de los ¨²ltimos a?os. Hoy debuta en la Primera Divisi¨®n, contra el M¨¢laga, en La Rosaleda. Y su marchamo de "provisional" da rienda suelta a la imaginaci¨®n de dirigentes y jugadores, que sue?an con manejarle f¨¢cilmente.
Algunos, en el vestuario o en las oficinas, se han frotado las manos crey¨¦ndole vulnerable a la persuasi¨®n
La mayor¨ªa de los mensajes que ha recibido en los ¨²ltimos d¨ªas tratan sobre Ronaldo: "Una batalla perdida"
Antes de sentir la llamada de los banquillos, L¨®pez Caro era funcionario del Ayuntamiento de Lebrija, pueblo del bajo Guadalquivir, cuna de m¨²sicos flamencos, conquistadores y gram¨¢ticos ilustres. Lleg¨® al Madrid en 2001, procedente del Mallorca B y de la mano de Ram¨®n Mart¨ªnez. Hace m¨¢s de un a?o, el propio Mart¨ªnez se plante¨® destituirle porque el Castilla no lograba el ascenso. Pero, al final, la pasada primavera, sus m¨¦todos estajanovistas surtieron efecto. En la cuneta se quedaron los jugadores que no soportaron la monoton¨ªa de sus sesiones, las carreras inevitables, la exigencia por la exigencia. No repar¨® en el talento para impartir sus castigos. No toler¨® a los interiores que sub¨ªan, pero no bajaban. No soport¨® a los delanteros que no defend¨ªan en los c¨®rneres como les mandaba incluso contra el ¨²ltimo de la tabla y jugando en casa. No aguant¨® que sus hombres bromeasen en las pr¨¢cticas. Encaj¨® mal la frivolidad. Para sus futbolistas, jugar en la banda se torn¨® una maldici¨®n. El que pens¨® que el f¨²tbol es un camino hacia el placer cay¨® en la cuenta de que o aquello no era f¨²tbol o hab¨ªa escogido el camino equivocado. Algunas de las perlas de la cantera, como Diego Le¨®n, se convirtieron en firmes detractores.
L¨®pez Caro confiesa y espera que su camino le lleve a Dios. El t¨¦cnico, de 42 a?os, dice ser un creyente profundo. Pr¨®ximo al grupo cat¨®lico del Camino Neocatecumenal, un proceso evangelizador de adultos centrado en el bautismo, dedica un d¨ªa a la semana a visitar a los ancianos de un asilo para brindarles compa?¨ªa.
En la distancia corta, el nuevo responsable del banquillo blanco da una imagen de bondad monacal. Quiz¨¢s esta impresi¨®n haya disparado las especulaciones en los distintos grupos de poder del club. Los jugadores espa?oles, en el vestuario, y los directivos, en las oficinas, se han frotado las manos ante la perspectiva de contar con un entrenador vulnerable a la persuasi¨®n. Todos tienen planes para influir en L¨®pez Caro. La mayor¨ªa de los mensajes que ha recibido en los ¨²ltimos d¨ªas tratan sobre Ronaldo. Desde el club le han dejado caer que el brasile?o es "una batalla perdida". Que lo deje ir a su ritmo. Que el suyo es un caso especial. Que la regla de m¨¢xima intensidad en los entrenamientos bien puede tener una excepci¨®n ilustre.
L¨®pez Caro sabe a lo que se enfrenta. Es de pueblo, pero no tiene un pelo de simple. Esta semana ha habido noches que se las ha pasado en vela. Lo alienta una visi¨®n iluminadora. "Voy a necesitar mucha suerte", dice.
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