"La crisis alemana se asienta en una mullida almohada de confort"
El escritor Hans Magnus Enzensberger conserva a sus 76 a?os la capacidad de irritar, sorprender y sacudir a la opini¨®n p¨²blica de Alemania con su pensamiento independiente y su falta de pudor y de sometimiento a la correcci¨®n pol¨ªtica. Una de las ¨²ltimas aventuras de Enzensberger fue la edici¨®n y rescate de la obra del cient¨ªfico alem¨¢n Alejandro de Humboldt. Enzensberger concedi¨® en M¨²nich esta entrevista en v¨ªsperas de un viaje a Madrid, donde el martes conversar¨¢ en la Casa de Am¨¦rica sobre la obra de Humboldt con el fil¨®sofo Emilio Lled¨®.
Pregunta. ?Es Humboldt un modelo para la Alemania actual?
Respuesta. Los alemanes est¨¢n un poco mal de los nervios. Han tenido muy mala suerte con su historia, y han olvidado que esos 12 a?os no es todo. Es una historia de dos milenios y 12 a?os. Por esos a?os han olvidado en gran parte que tambi¨¦n han tenido tiempos mejores, sobre todo en el aspecto cultural. Bach y Beethoven se interpretan en el mundo entero y los fil¨®sofos se siguen leyendo. Los alemanes tienen una relaci¨®n curiosamente perturbada con su propia percepci¨®n. Me parece una tonter¨ªa. Ahora todos hablan de la sociedad del conocimiento y todos sabemos qu¨¦ papel desempe?a la ciencia hoy d¨ªa. En ese sentido, en Alemania hay una gran tradici¨®n. Un hombre que en cierto modo encarna esto es Humboldt.
"La gente tiene miedo de envejecer. Antes se estaba contento de llegar a viejo. Ahora dicen: '?Ay, entonces tendr¨¦ alzheimer, es horrible! Tendr¨¦ que ir al asilo"
"Hay fen¨®menos en Alemania que antes se daban poco: el trabajo negro, el contrabando, el fraude fiscal, la corrupci¨®n. Todo esto, los alemanes lo han aprendido"
"Los alemanes son vagos. Cuando hay bienestar no hace falta ser tan trabajador. Se han repantigado un poco porque era fatigoso eso de tener que ser siempre eficiente"
"Los alemanes nunca estuvieron especialmente unidos. Alemania estaba formada por muchos peque?os Estados. Eso de la unidad alemana es una chorrada"
"En la historia alemana que estudia mi hija se dedica la mitad a 1.500 a?os y la otra mitad a 12
"En pa¨ªses como el nuestro, el federalismo es necesario porque la unidad no es aceptada por todos (...). Los catalanes, los vascos... En todo este absurdo, Espa?a no se queda atr¨¢s"
En primer lugar, fue el primer cient¨ªfico universal. Tambi¨¦n era un cosmopolita. Y su posici¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n era interesante. Fue un liberal manifiesto. Fustig¨® la esclavitud y la represi¨®n. Tambi¨¦n fue un buen estratega, no como aquellos republicanos que s¨®lo daban patadas contra el aguij¨®n. Se ali¨® con el rey contra los bur¨®cratas y contra la polic¨ªa. Fue una alianza t¨¢ctica con el rey de Prusia, y por eso no le pudieron hacer nada. A ellos les hubiera gustado expulsarlo, intrigaron para conseguirlo, pero ¨¦l ten¨ªa esta relaci¨®n con el rey y no les qued¨® m¨¢s remedio que cerrar el pico. Con el rey espa?ol actu¨® igual. Era muy dif¨ªcil obtener una autorizaci¨®n para el continente americano; un extranjero siempre era sospechoso. Sorprende lo que puede conseguir un hombre. Era un monstruo, en capacidad de trabajo, en energ¨ªa. Todo lo hizo como persona privada. El rey de Prusia le ofreci¨® ser ministro o embajador, pero no acept¨®. Ten¨ªa dinero, que hab¨ªa heredado. Y esta gran fortuna, unos 10 millones de euros de ahora o m¨¢s, la invirti¨® en proyectos, expediciones y publicaciones.
P. Alguien que arriesga mucho... Hoy en Alemania domina el ansia de ser funcionario de por vida, el ansia de seguridad.
R. S¨ª. A m¨ª, por encima del logro puramente cient¨ªfico, esta persona me impone; es una figura que me parece fant¨¢stica.
P. ?Es necesario algo as¨ª para los alemanes quejicas?
R. Ese lloriqueo es una bobada. Si se piensa a 60 a?os vista, todo puede acabar muy mal. Pero salga usted a la calle en M¨²nich. Los restaurantes est¨¢n llenos. Esta crisis se asienta en una mullida almohada de confort. Hasta ahora es una crisis confortable, porque son personas malcriadas. Los alemanes tuvieron 40 a?os de auge y creen que eso es un fen¨®meno natural. El auge no es un fen¨®meno natural. Es una excepci¨®n en la historia mundial que durante 40 a?os se tenga cada vez m¨¢s o se viva cada vez mejor. Hay altibajos.
P. ?Podr¨ªa decirse, en par¨¢frasis de Celan, que el miedo es un maestro en Alemania?
R. S¨ª, y hay una expresi¨®n de Freud: el placer del miedo. Sin duda es un fen¨®meno interesante que a la gente le divierta quejarse. Es un placer perverso, ese decir: qui¨¦n sabe c¨®mo acabar¨¢ esto. La gente tiene miedo de envejecer. Antes se estaba contento de llegar a viejo. Ahora dicen: "?Ay, entonces tendr¨¦ alzheimer, es horrible! Tendr¨¦ que ir al asilo". Eso es complacencia en el miedo, y no existe s¨®lo en Alemania. Est¨¢ por todas partes.
P. ?Definir¨ªa usted el capitalismo renano o la econom¨ªa social de mercado como un Leviat¨¢n filantr¨®pico?
R. S¨ª, ¨¦sa es una denominaci¨®n muy buena. Pero encierra en s¨ª un periodo de semidesintegraci¨®n. Es decir, pasa como con los elementos radiactivos. Se reducen a la mitad. La esperanza de vida de esos modelos no es ilimitada. Bastan las razones demogr¨¢ficas para que esto no pueda continuar as¨ª. No se puede seguir pagando. Est¨¢ absolutamente claro. No fue m¨¢s que un episodio en la historia en el que esto fue posible. Fue muy bueno, todo era tan c¨®modo. Pero el mundo no est¨¢ construido para ser c¨®modo. En ?frica no es c¨®modo, ni en China, ni en Am¨¦rica Latina, ?por qu¨¦ va a ser eternamente c¨®modo entre nosotros? Por supuesto, no son s¨®lo los alemanes los que sufren ahora esa quiebra del Estado, ese d¨¦ficit. Los franceses tambi¨¦n tienen un d¨¦ficit muy alto. Los portugueses, los griegos, qu¨¦ s¨¦ yo, todos tienen unas deudas gigantescas. Yo digo que el dinero no es m¨¢s que dinero, no es m¨¢s que papel. De modo que haced una reforma monetaria; en Alemania ya tuvimos dos. Entonces, 100 euros ser¨¢n s¨®lo 10, y si yo tengo 100 de deuda, tendr¨¦ s¨®lo 10. Alguna vez tendr¨¢ que ser as¨ª. Estados Unidos tambi¨¦n tiene un d¨¦ficit gigantesco.
P. ?Hemos llegado al final de este modelo? ?Este Leviat¨¢n ya no puede ser filantr¨®pico?
R. No se va a desmantelar. Se buscar¨¢n salidas. Naturalmente, todo depende de la econom¨ªa. Hay pa¨ªses en los que es posible. Por ejemplo, Noruega. Si soy un emirato y descanso sobre una bolsa de petr¨®leo y gas, es una renta que me permite pagar a cinco millones de j¨®venes. No hay problema. Pero cuando no se tiene eso... Lo del crecimiento tambi¨¦n es una idea extravagante. Como si fuera un fen¨®meno natural, a?o tras a?o hay que crecer un 4% o un 5%. Eso no puede ser.
P. ?Cree que las virtudes secundarias de los alemanes se est¨¢n acabando?
R. Los alemanes son vagos. Eso lo sabe todo el mundo. Cuando hay bienestar no hace falta ser tan trabajador. Se han repantigando un poco, y eso est¨¢ bien porque tambi¨¦n era fatigoso eso de tener que ser siempre eficiente. No somos eficientes como sociedad. Quedan algunos, bastantes, hay fan¨¢ticos del trabajo. Todo est¨¢ empedrado de normas, y eso crea una forma de ser. Esto es nuevo en Alemania. Hay fen¨®menos en Alemania que antes se daban poco. Por ejemplo, el trabajo negro, el contrabando, el fraude fiscal, la corrupci¨®n. Todo esto, los alemanes lo han aprendido. Fue un proceso de aprendizaje. No ten¨ªan ni idea de c¨®mo iba. Pero se ech¨® una ojeada por Europa, se observ¨® a los italianos, a los griegos, quiz¨¢ tambi¨¦n a veces a los espa?oles, y se aprendi¨®. O sea, que se pens¨®: si ando con tanta norma... Por ejemplo, nuestro sistema fiscal. C¨®mo es posible que un experto en impuestos no lo entienda. Mi asesor fiscal me dice: "Lo siento, yo tampoco lo entiendo". ?l no hace otra cosa, es su profesi¨®n, y, sin embargo, no lo entiende. Eso quiere decir que no se puede vivir legalmente. No es posible porque las normas lo hacen del todo imposible. Hay que aprender a encontrar una salida, a no ser tan exacto. Esto tambi¨¦n lo han aprendido los alemanes. Hay nuevos caracteres.
P. Ser vagos con rigurosidad alemana.
R. Hay un cierto nivel. Mire usted, en este pa¨ªs un ministro dimite por 100.000 euros. En Par¨ªs se r¨ªen de nosotros, ?por 100.000 euros! Eso est¨¢ a la orden del d¨ªa. Mitterrand ten¨ªa un caj¨®n con dinero en efectivo. Nosotros a¨²n somos principiantes.
P. Una vez me quej¨¦ en una conversaci¨®n de que las cosas no funcionaban. Mi interlocutor me pregunt¨® por qu¨¦ los extranjeros nos quej¨¢bamos de que Auschwitz no ser¨ªa posible ahora.
R. S¨ª, claro, eso creo yo tambi¨¦n. Los alemanes son gente relativamente inofensiva, si uno se fija. En toda Europa hay partidos de extrema derecha en los Parlamentos: en Francia est¨¢ Le Pen; hasta en Escandinavia, en Dinamarca hay un partido as¨ª. En Alemania llegamos al 4%. Yo no creo que los alemanes sean tan peligrosos. El ej¨¦rcito es absolutamente inofensivo. No puede hacer una guerra. Es pacifista.
P. Ahora ya no existen esas antiguas neurosis. ?Se puede ya confesar de forma abierta que se conf¨ªa en Alemania?
R. Eso lleva su tiempo. El cambio de mentalidad siempre requiere su tiempo. Incluso los espa?oles, que intentaron hacer tan r¨¢pidamente esa transici¨®n, "vamos a hablar con calma, dej¨¦monos de follones". Y ahora se ve que, cuando ha pasado ya bastante tiempo, todo vuelve a aflorar. Ahora se empieza otra vez, ahora discuten por Franco. Por supuesto, hay un fen¨®meno biol¨®gico, y es que aquella gente sencillamente ya no est¨¢, pero llegan los hijos y vuelven a acalorarse. En la historia de Alemania que estudia mi hija se dedica la mitad a 1.500 a?os y la otra mitad a 12
. Es el plato que les sirven una y otra vez. No importa, que lo vuelvan a o¨ªr de nuevo; pero a la larga esto no se sostiene, porque los ni?os dicen: ?uf, otra vez!
P. ?Tiene un efecto bumer¨¢n?
R. S¨ª, claro. Pero, en fin, son esos experimentos. No es una peculiaridad alemana. Los franceses tardaron 40 a?os en ponerse a reflexionar sobre la colaboraci¨®n y la guerra de Argelia. Con las cosas desagradables se tarda. Y los checos a¨²n ahora. Los checos han colaborado con los Habsburgo, con los alemanes, con los rusos, y ahora, claro, est¨¢n neur¨®ticos y dicen que los malos est¨¢n en otra parte, no entre ellos. La psique colectiva es lenta, y si se va demasiado deprisa, el fantasma reaparece en alg¨²n momento. A m¨ª me pareci¨® muy elegante c¨®mo se hizo en Espa?a, pero la historia a¨²n no ha terminado. Ahora vuelven los fantasmas. Ahora se vuelven a abrir las fosas. As¨ª son las cosas. Se tarda 50 a?os. Pero hay que verlo con un cierto estoicismo. Es un proceso.
P. Los dos temas, la superaci¨®n del pasado y la p¨¦rdida de las virtudes tradicionales, se asociaron a los de la generaci¨®n del 68, de la que usted, no por edad, pero s¨ª en la pr¨¢ctica, fue una especie de padre espiritual.
R. No, eso fue sencillamente que en esa sociedad alemana a¨²n perviv¨ªan cosas muy antiguas. Volvamos la vista atr¨¢s. Un veintea?ero de hoy no se puede imaginar c¨®mo era Alemania en 1950. Es inimaginable. Tampoco un joven espa?ol de ahora c¨®mo era Espa?a en 1950. Para ellos es inconcebible. Todas las costumbres sexuales, lo que se pod¨ªa decir, todos los tab¨²es; c¨®mo trataba un maestro al alumno, un m¨¦dico al paciente, un polic¨ªa al ciudadano. Todo esto ya no existe. Para que eso cambie tiene que haber ruido. No cambia por s¨ª solo. Por tanto, tiene que haber una minor¨ªa que diga: ?basta ya! Aunque tambi¨¦n alboroten y hagan tonter¨ªas, con consignas est¨²pidas como revoluci¨®n mundial y qu¨¦ s¨¦ yo. Pero hace falta una conmoci¨®n. S¨®lo funciona con esta conmoci¨®n. Fue necesaria, porque de no ser por la conmoci¨®n quiz¨¢ a¨²n hoy seguir¨ªamos igual. Est¨¢bamos como los musulmanes: hab¨ªa un ba?o para mujeres y otro para hombres, y otras cosas as¨ª de absurdas. La burocracia cre¨ªa que era la due?a de todo. El Estado autoritario y todo lo dem¨¢s. Eso no pod¨ªa seguir as¨ª. Era superfluo y s¨®lo hab¨ªa que dar un empuj¨®n. Alguien dio ese empuj¨®n y el castillo de naipes se derrumb¨®. Que fueran los de izquierdas con sus consignas, ?qu¨¦ m¨¢s da! Lo importante es que ocurri¨®.
P. Entonces el balance del 68 no es tan negativo.
R. En ese sentido no fue una derrota. Derrota fue si se mide por las consignas. Las consignas, el mao¨ªsmo y qu¨¦ s¨¦ yo cu¨¢ntas fantasmagor¨ªas; pero los grandes movimientos sociales siempre tienen un algo de locura. La ¨²nica revoluci¨®n del siglo XX que funcion¨® fue el feminismo. Y tambi¨¦n tuvo sus locas. Ah¨ª estaban esas mujeres que dec¨ªan: ten¨¦is que haceros todas lesbianas. En todos los grandes movimientos sociales hay un margen de sectarios, locos y terroristas.
P. Se dice que esta generaci¨®n est¨¢ pol¨ªticamente acabada. ?Est¨¢ usted de acuerdo?
R. S¨ª, seguro. ?Qu¨¦ ha pasado? Entonces exist¨ªa el lema de "la larga marcha por las instituciones". Una fracci¨®n importante de estos del 68 culmin¨® con ¨¦xito esta marcha. Llegaron a ministros, secretarios de Estado y dem¨¢s. Ahora hay satisfacci¨®n porque se vayan. La alegr¨ªa por las elecciones es siempre as¨ª. El pueblo nunca se alegra por los que han ganado, se alegra de que por fin se les pidan cuentas a los que han perdido. El placer de las elecciones es verles la cara a los perdedores. Despu¨¦s de 18 a?os de Kohl, nadie quer¨ªa verlo m¨¢s. Es muy sano que se cambie, que no sean siempre los mismos los que salen en televisi¨®n. Que vengan otros. Si realmente va a ser mejor, es algo que, por supuesto, no se sabe, pero al principio hay un momento de satisfacci¨®n. Vosotros, vosotros que hab¨¦is promulgado esas est¨²pidas leyes, ahora lo pag¨¢is.
P. ?Es casualidad que el cambio ahora venga del Este?
R. Naturalmente, ha habido cierto desconcierto. La socialdemocracia es un partido que no necesita adversarios, porque ella misma en el fondo odia y sabotea a sus dirigentes. Quiero decir que del SPD echaron a Brandt, a Schmidt, a Scharping, a Lafontaine y despu¨¦s a Schr?der. No hacen falta enemigos cuando se tiene un partido como ¨¦ste.
P. ?En qu¨¦ medida Alemania es una naci¨®n tras la reunificaci¨®n?
R. ?sta tambi¨¦n es una historia... En primer lugar, los alemanes nunca estuvieron especialmente unidos. Alemania estaba formada por muchos peque?os Estados. Eso de la unidad alemana es una chorrada. Bueno, esta unidad alemana s¨ª es una oportunidad, pero si retrocedemos un poco, ?c¨®mo empez¨® todo? Con el limes. Ya entonces hab¨ªa un muro. Hasta donde llegaban los romanos era una civilizaci¨®n y al otro lado de la frontera estaban los b¨¢rbaros. Despu¨¦s hubo una historia confesional. Hab¨ªa una Alemania cat¨®lica y otra protestante. De modo que eso de la unidad alemana siempre es relativo. Con los espa?oles hay un cierto paralelismo. Eso quiere decir que en pa¨ªses como los nuestros el federalismo es necesario porque esta unidad no es aceptada por todos. Naturalmente, todo este teatro saca un poco de quicio: los catalanes, los vascos; en todo este absurdo, Espa?a tampoco se queda atr¨¢s. En Galicia tambi¨¦n tienen una lengua propia. Yo estuve en Valencia, y all¨ª que si queremos nuestro catal¨¢n y no el de los otros, queremos el nuestro... Entonces hay que traducir al valenciano, y luego los mallorquines, y Menorca, todos quieren cortarse su propio traje. Esto es una casa de locos, ?por supuesto!
P. S¨ª, pero si se mira a los Balcanes, todo esto puede acabar en tragedia.
R. Los vascos van probablemente por ese camino. ?ste es un caso perdido. Mire, cada uno tiene que cargar con su cruz. Los ingleses tienen esa Irlanda del Norte.
P. Usted se ha referido a los a?os cincuenta y ha pintado un cuadro de horror. Se advierte ahora en Alemania una especie de renacimiento de esa ¨¦poca.
P. S¨ª, est¨¢ de moda. Esto es retro, luego es neo. Es un signo de falta de fantas¨ªa. Cuando a los estetas no se les ocurre nada, vuelven la vista al retro: los setenta, los cincuenta, los cuarenta..., reciclaje cultural. Y eso es un indicio de que no se tiene ninguna idea propia.
P. Usted desencaden¨® una vez una gran pol¨¦mica al comparar a Sadam con Hitler.
R. ?sa es una historia viej¨ªsima. No s¨¦ si se deber¨ªa volver sobre ella. Es sencillamente lo que queda. Cada vez que se derroca a un dictador hay un momento de alegr¨ªa. Ah¨ª quiero dejarlo. A quien no entienda esta alegr¨ªa, no le entiendo yo.
P. ?A pesar de la actual situaci¨®n en Irak?
R. Yo tambi¨¦n escrib¨ª otras cosas. Pero no s¨¦. Los italianos tienen una palabra para eso, para ciertos intelectuales, de los que se dice que son tod¨®logos, sabelotodo. En media hora no se pueden ventilar todos los problemas. Eso llevar¨ªa demasiado lejos, habr¨ªa que hablar tambi¨¦n de EE UU, y la entrevista se resentir¨ªa si se embutieran tantas cosas en ella.
P. Hablemos entonces del papel de los intelectuales. Me parece que en su posici¨®n intelectual hay un fondo an¨¢rquico.
R. Es curioso que en una sociedad haya gente a la que le pagan por pensar. Fil¨®sofos, ensayistas, gente a la que se ceba. Se pueden imaginar sociedades, como una tribu de indios, en las que no se paga a nadie por pensar. A uno le pagan porque pesca o porque es curandero, quiz¨¢ incluso sacerdote. Pero intelectuales, realmente no hay. Es una clase que nosotros nos permitimos como sociedad. Y si se tiene gente as¨ª, habr¨ªa que exigirles que realmente piensen y no digan que esto m¨¢s vale no decirlo o que no conviene, que mejor andar con cuidado o si a la gente le va a sentar bien. ?se es un mal negocio. Si es as¨ª, a esa gente no se le deber¨ªa pagar, porque no vale la pena. Ll¨¢melo usted an¨¢rquico si quiere, pero es s¨®lo un intento sencillo. A veces uno cree que se equivoca, pero piensa que la cosa es as¨ª, y entonces hay que decirlo. Da igual que venga de la derecha o de la izquierda, eso importa un bledo. Yo no pienso para nada que esa gente tenga que dar recetas o soluciones. Tan s¨®lo detectar qu¨¦ pasa ya es dif¨ªcil. ?Qu¨¦ pasa ah¨ª? Si es as¨ª, es as¨ª. Punto. Por lo dem¨¢s, no habr¨ªa que reflexionar tanto sobre este papel de los intelectuales. Hay congresos sobre el papel de los intelectuales, de intelectuales que se ocupan de cu¨¢l es el papel de los intelectuales. ?Por qu¨¦ no hay ning¨²n congreso sobre el papel de los reposteros? Los m¨¦dicos se ocupan m¨¢s de las enfermedades que del papel del m¨¦dico. Esto tiene algo de mirarse el ombligo. Est¨¢ en juego un cierto narcisismo, una cierta vanidad.
Traducci¨®n de Carmen Seco
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