La gran oportunidad de cambiar RTVE
La autora expone los retos del Ente P¨²blico ante la nueva ley y defiende un modelo con programas innovadores, creativos y de debate.
RTVE est¨¢ a punto de comenzar un cap¨ªtulo esperanzador en su ya larga, emocionante y, por qu¨¦ no decirlo tambi¨¦n, controvertida historia. Dentro de pocos meses, la Radiotelevisi¨®n de todos va a experimentar un profundo cambio, tal vez el m¨¢s trascendental de los ¨²ltimos a?os; una transformaci¨®n que coincide, adem¨¢s, con la celebraci¨®n del 50 aniversario de la llegada de la televisi¨®n a Espa?a y con el lanzamiento de la Televisi¨®n Digital Terrestre. Estamos traspasando por tanto, justo en estos d¨ªas, el umbral que separa el pasado del futuro.
Este nuevo y apasionante reto, tantas veces aplazado irresponsablemente por anteriores administraciones, est¨¢ marcado por diversas actuaciones y medidas que se empezar¨¢n a aplicar en 2006. El fin ¨²ltimo de estas propuestas de reforma es garantizar plenamente la continuidad de RTVE, que pasa, entre otras cosas, por su urgente modernizaci¨®n. Me estoy refiriendo al proyecto de Ley de la Radio y la Televisi¨®n de titularidad estatal, ahora en discusi¨®n parlamentaria, y al Plan de Saneamiento y Futuro requerido en la ley de Presupuestos Generales del Estado para 2006.
O logramos reformar su estructura y modelo o la dejamos avanzar hasta su ca¨ªda al vac¨ªo
Es imprescindible actuar contra el d¨¦ficit; contra focos de ineficiencia o ciertas disfunciones
En los ¨²ltimos a?os, la existencia y la utilidad de RTVE han llegado a estar algunas veces en entredicho, pero nunca se han tomado realmente cartas en el asunto con el ¨¢nimo de atajar un problema acrecentado con el tiempo. Todo lo contrario: la bola de la deuda ha seguido aumentando hasta alcanzar los casi 7.500 millones de euros actuales, sin tener en cuenta sus consecuencias. No es el momento, sin embargo, de mirar hacia atr¨¢s. Tenemos la obligaci¨®n de construir el futuro y lo cierto es que en una sociedad democr¨¢tica desarrollada, como la espa?ola, no se puede justificar ya por m¨¢s tiempo este endeudamiento progresivo y sin l¨ªmite; tampoco se puede entender una gesti¨®n condicionada por los intereses pol¨ªticos del momento, pr¨¢ctica habitual de los ¨²ltimos a?os felizmente superada en esta etapa de clara "desgubernamentalizaci¨®n" de RTVE.
RTVE est¨¢ en la encrucijada: o logramos reformar su estructura y su modelo, con el apoyo de todos, o la dejamos avanzar unos metros m¨¢s hasta su ca¨ªda al vac¨ªo. El compromiso de esta directora general es claro e inequ¨ªvoco: hay que asegurar la existencia de una RTVE s¨®lida, solvente, fuerte, competitiva y plural. Por eso, porque sostengo estos principios desde hace muchos a?os, he firmado el Manifiesto que ha puesto recientemente en circulaci¨®n la Plataforma para la Defensa de la Radio Televisi¨®n P¨²blica. Puede que a algunos les resulte extra?a mi adhesi¨®n a ese texto, pero quien lea atentamente su contenido comprobar¨¢ que coincide b¨¢sicamente con los criterios que vengo defendiendo desde que ocupo mi actual responsabilidad.
En este debate sobre el futuro de RTVE hay una pregunta clave: ?Cu¨¢l es el valor a?adido que proporciona RTVE frente a otros operadores? La respuesta es sencilla de enunciar, pero dif¨ªcil de poner en pr¨¢ctica, por falta de tradici¨®n y de costumbre: ofrecer un servicio p¨²blico eficaz, ¨²til socialmente y comprometido con los valores democr¨¢ticos. Un servicio que atienda aquellas facetas que el resto de las empresas audiovisuales no pueden o no quieren cubrir; un servicio, en definitiva, que contribuya a vertebrar una sociedad m¨¢s libre, culta y solidaria.
En mayo de 2004, apenas unas semanas despu¨¦s de asumir la responsabilidad de dirigir RTVE, anunci¨¦ la apertura de una etapa de transici¨®n que culminar¨ªa con la implantaci¨®n de un nuevo modelo construido sobre bases firmes, sin hipotecas. En este per¨ªodo de a?o y medio de gesti¨®n, complejo como cualquier etapa de tr¨¢nsito, se han dado importantes pasos en esa l¨ªnea: implantaci¨®n de la contabilidad anal¨ªtica como medio para el mejor control de una gesti¨®n transparente; plena renovaci¨®n de los Servicios Informativos de RTVE, con arreglo a criterios de independencia, veracidad, objetividad y profesionalidad; incorporaci¨®n a la radio y a la televisi¨®n p¨²blicas del debate plural en los ¨¢mbitos social, cultural y pol¨ªtico; impulso decidido de la Televisi¨®n Digital Terrestre. Pasos necesarios todos ellos, pero sin duda insuficientes.
Resulta imprescindible, por ejemplo, actuar contra el d¨¦ficit; contra algunos focos de ineficiencia o contra ciertas disfunciones en la distribuci¨®n de los recursos. En esta direcci¨®n apuntan los pr¨®ximos Presupuestos Generales del Estado para 2006, que a la vez que evitan el d¨¦ficit ordinario asumi¨¦ndolo como subvenci¨®n p¨²blica, nos comprometen, a cambio, a lograr una gesti¨®n m¨¢s saneada.
No hay ninguna voz en el Parlamento espa?ol, o entre las organizaciones sindicales, que defienda una RTVE disminuida y sin presencia social; ninguna que reste importancia al problema econ¨®mico y estructural del Ente P¨²blico; ninguna que abogue por su privatizaci¨®n o que cuestione su funci¨®n de servicio p¨²blico. Siendo esto as¨ª, mejorar RTVE y situarla en condiciones de protagonizar el futuro del sector audiovisual espa?ol y europeo deber¨ªa estar por encima de criterios de oportunidad pol¨ªtica, de c¨¢lculos electorales, de visiones partidistas o de intereses gremiales y corporativos. Tendr¨ªa que ser, y as¨ª espero que sea, un compromiso colectivo.
Ha de ser posible la existencia de una radiotelevisi¨®n p¨²blica de calidad, en la que sus programas est¨¦n basados en la diversidad, la innovaci¨®n, la creatividad, el fomento del debate. Hay que apostar por una radiotelevisi¨®n p¨²blica patrimonio y orgullo de todos; que sea considerada como un servicio p¨²blico esencial de nuestra sociedad; que cuente con las minor¨ªas y d¨¦ voz a los sectores m¨¢s desfavorecidos; que fomente la igualdad de oportunidades; que ponga los intereses generales de los ciudadanos por encima de los puramente mercantiles; que refuerce el pluralismo y la defensa de los valores constitucionales; que satisfaga las necesidades de ocio, educaci¨®n y cultura de los espectadores, y que, adem¨¢s, suponga el menor coste posible para los ciudadanos. Nada de esto tiene sentido si nos conformamos con una televisi¨®n marginal y de audiencias residuales. Precisamente porque no hay televisi¨®n p¨²blica sin p¨²blico, he discrepado radicalmente de quienes pretenden una televisi¨®n o radio p¨²blicas subsidiarias o s¨®lo para minor¨ªas supuestamente cultivadas. En mi opini¨®n, TVE y RNE deben seguir compitiendo con las televisiones y radios privadas y ganarse el favor de la audiencia y los anunciantes. Su vocaci¨®n es la de seguir siendo el referente en el escenario audiovisual.
Estos principios coinciden con las reformas que gran parte de las radiotelevisiones p¨²blicas europeas est¨¢n llevando a cabo y con el esp¨ªritu del proyecto de Ley de la Radio y la Televisi¨®n de titularidad estatal, inspirado en el Informe del Comit¨¦ de Sabios, ahora en tr¨¢mite parlamentario. Una Ley que permitir¨¢ a RTVE efectuar el cambio que la sociedad demanda y situarla a la altura de los retos tecnol¨®gicos y profesionales del presente. Una ley que permitir¨¢ una financiaci¨®n estable, de car¨¢cter mixto -con subvenci¨®n p¨²blica e ingresos comerciales-, y que excluir¨¢ la pol¨ªtica de endeudamiento. Una Ley que har¨¢ de la nueva Corporaci¨®n un grupo econ¨®micamente solvente y socialmente eficaz.
Es dif¨ªcil aventurar c¨®mo ser¨¢ el escenario de la televisi¨®n dentro de cincuenta a?os, dados los vertiginosos cambios tecnol¨®gicos que vivimos. Sea ¨¦ste como sea, el nuevo modelo de RTVE trata de situar a nuestra radiotelevisi¨®n p¨²blica estatal en la mejor posici¨®n para gozar de un futuro prometedor. No podemos dejar pasar esta ocasi¨®n, esta gran oportunidad, tal vez la ¨²ltima, para RTVE.
Carmen Caffarel es directora general de RTVE.
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