Ajetreada Navidad en la Casa Blanca
Durante tres semanas, George y Laura Bush estrechan la mano de 10.000 personas
El trabajo m¨¢s agotador de George W. Bush en diciembre no es atender a Irak o a la guerra contra el terrorismo. Eso, adem¨¢s de recibir a primeros ministros o dar discursos, lo hace por las ma?anas. Cuando el presidente se gana el sueldo -400.000 d¨®lares anuales- es por las tardes. Durante tres semanas, y en 26 recepciones, George y Laura abren su casa, dan de merendar a los invitados y estrechan la mano de diez mil personas.
El jueves fue el d¨ªa de los periodistas. M¨¢s de 1.200 acudieron bajo una lluvia helada al ala este de la Casa Blanca. Entre un intenso aunque casi siempre elegante despliegue de adornos, se pasearon por los salones Verde, Azul y Rojo, vieron los retratos de los Clinton y las copas de la vajilla de Kennedy, comieron salm¨®n, pastel de cangrejo y galletas de gengibre en forma de terrier escoc¨¦s y se hicieron una foto con los anfitriones.
Con una organizaci¨®n mejor que la de la guerra, j¨®venes ayudantes militares dirigen la cola de las fotos. George y Laura Bush, en el Sal¨®n Diplom¨¢tico y bajo un retrato de George Washington, act¨²an con profesionalidad: saludan a los invitados por el nombre -que el joven o la joven uniformados acaban de decir-, posan para la foto y se despiden. La velocidad no estorba los reflejos de Bush, que sabe cuando tiene que decir, en espa?ol, "hola, bienvenidos, amigos", a los corresponsales de EL PA?S. Dos frases m¨¢s, ya en ingl¨¦s, mientras el fot¨®grafo dispara, y fuera. Todo en veinte segundos. Y as¨ª, de cuatro a seis de la tarde. Luego, un peque?o descanso -y un buen lavado de manos- y otras dos horas.
Una tradici¨®n m¨¢s agradable de la familia Bush, desde hace cuatro a?os, es la de los v¨ªdeos de humor que cuentan la vida en la Casa Blanca desde el punto de vista de un perro: Barney, la mascota presidencial. Durante 2005, el terrier escoc¨¦s tuvo compa?¨ªa: el presidente le regal¨® a su mujer una perra igual, Miss Beazley. Este a?o, Barney sufre porque Miss Beazley es m¨¢s popular que ¨¦l; lo dicen todas las televisiones -con la ayuda de George Stephanopoulos y varios periodistas- y lo se?alan las encuestas: la mujer de Cheney le dice a Barney: "Tus sondeos van muy mal, pero los de Miss Beazley est¨¢n disparados" (como los de Laura Bush comparados con los del presidente); y hasta el secretario de Comercio, Carlos Guti¨¦rrez, le felicita a la perra porque su espa?ol es "perfecto". Harto, Barney esconde los regalos de Miss Beazley por la Casa Blanca. El presidente tiene que intervenir. En el Despacho Oval, Bush recibe a los dos perros y les pide que recuerden "el aut¨¦ntico sentido" de las fiestas. "Ahora, fuera, que tengo mucho trabajo".
Se podr¨ªa entender que a alguien no le parezca bien ver al presidente, a la Primera Dama y a un par de ministros participando en la broma, pero no ha sido as¨ª. Lo que ha molestado a algunos es que la felicitaci¨®n de Navidad de la Casa Blanca no desee Feliz Navidad, sino Felices Fiestas. Una p¨¢gina web de la ultraderecha religiosa, WorldNetDaily.com, dice que "los ataques contra lo cristiano en Am¨¦rica son alarmantes". Y se ha lanzado, con ¨¦xito, la pulsera d¨ª Feliz Navidad. La campa?a se dirige tambi¨¦n contra las tiendas que se apuntan a las Felices Fiestas m¨¢s que a Feliz Navidad.
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