Normas, no declamaciones
Estoy totalmente de acuerdo con Borja de Riquer (EL PA?S 1-12-05) cuando anima a "avanzar hacia un nuevo concepto de ciudadan¨ªa democr¨¢tica que (...) contenga la existencia de identidades diversas como algo normal y compatible"; y cuando rechaza que haya alguien "moralmente habilitado para decidir que Catalu?a no es una naci¨®n, aunque la mayor¨ªa de los catalanes as¨ª lo piensan".
Pero precisamente porque lo piensan, para qu¨¦ hay que plasmarlo en un Estatuto cuyo cometido -sospecho- es establecer unas normas jur¨ªdicamente vinculantes que regulen la organizaci¨®n institucional, las competencias y hasta su blindaje frente a LOAPA intempestivas, el r¨¦gimen financiero, etc¨¦tera, es decir, los elementos de autonom¨ªa, participaci¨®n y solidaridad interterritorial caracter¨ªsticos de ese desider¨¢tum federal que a la inmensa mayor¨ªa de los catalanes aspira y que -creo- compartimos muchos otros espa?oles.
Creo, sin embargo, que el "dime de qu¨¦ te jactas para saber qu¨¦ pones en duda" ser¨ªa aplicable al empe?o de los redactores del Estatut en tanta autoafirmaci¨®n identificativa y, concretamente, en el hecho de ser naci¨®n. Aparte la banalidad, si no es la frecuente problematicidad sobrevenida para todo tipo de pre¨¢mbulos, tanto de Constituciones como en Estatutos auton¨®micos; aparte el casi siempre exacto diagn¨®stico de B. Anderson sobre las "imagined communities"; aparte la insatisfactoria metabolizaci¨®n que para los proponentes supondr¨ªa el logro sem¨¢ntico que les privar¨ªa de futuras aspiraciones identitarias tan ¨²tiles para los partidos pol¨ªticos de sig-no nacionalista; aparte de todo eso, cabe recabar del fino sentido pol¨ªtico de los proponentes del Estatut reh¨²yan pronunciarse y nos pronunciemos sobre un t¨¦rmino que ni quita ni pone, no hay un solo representante pol¨ªtico catal¨¢n que responda a la trampa dial¨¦ctica de los centralistas seg¨²n lo cual la autodefinici¨®n nacional es un trampol¨ªn secesionista. Y es que, curiosamente, m¨¢s que "naci¨®n", es el vocablo "nacionalidades" el tendente y hasta tendencioso: preg¨²ntenselo a Manzini y a la Constituci¨®n yugoslava de 1974... y caeremos en la cuenta de hasta d¨®nde puede llevar el reconocimiento de nacionalidades. As¨ª pues, satisfechos los catalanes con su indiscutida identidad nacional constitucionalmente plasmada en "Comunidad Aut¨®noma" espa?ola, no parece que fuese sino s¨ªntoma de inseguridad la insistencia en la inclusi¨®n -puramente ret¨®rica- de la palabra naci¨®n en un texto jur¨ªdico cual el Estatut, destinado a contener normas, no declamaciones.- Carlos Maria Bru Puron, ex diputado a Cortes y al Parlamento Europeo.
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