Hiroshi Sugimoto: criar luci¨¦rnagas
Todo lo que en Hiroshi Sugimoto parece descriptivo es realmente un enga?o, pero un enga?o que emana de una gran finura de esp¨ªritu. En su trabajo, cualquier paisaje, cualquier estado de cosas, se convierte inmediata y obstinadamente en una esencia de sutil aparici¨®n, el peque?o pliegue donde se ha pellizcado la vida, un ara?azo de verdad, que es a la vez acontecimiento, espejo en el que nos miramos, no para vernos, sino para descubrir el silencio simb¨®lico de la noche de los tiempos, la forma vac¨ªa del goce. "Ceder es conservarse ¨ªntegro / doblarse es enderezarse / estar vac¨ªo es llenarse", dice un maestro zen. Es dif¨ªcil imaginar caminos m¨¢s elocuentes que los que nos conducen al punto de partida, si es que existiera, de Historia de la Historia, en esta tapicer¨ªa mineral que es la Japan Society, en Nueva York. Encuadrada en el vac¨ªo espiritual de la Gran Manzana, la Japan es ese espacio sustra¨ªdo y desplazado, tan aut¨¦nticamente moderno que aun sacrificado a la verosimilitud del progreso que la rodea es capaz de superarlo, simplemente, por la envoltura de su eficacia: su reversibilidad.
Sin duda vivimos momentos extra?os para exposiciones como las que plantea Hiroshi Sugimoto (Tokio, 1948). Cuando todav¨ªa seguimos arrastrando el cad¨¢ver de la Historia por los decadentes plat¨®s de nuestro spaguetti western global, comprobamos que es posible encontrar artistas criadores de luci¨¦rnagas que alumbran el pasado, m¨¢s all¨¢ de los m¨¢rmoles imperecederos del deca¨ªdo Occidente. Historia de la Historia es un simple trazo en la memoria, el ensue?o de un autor que ha jugado exquisitamente a mezclar su colecci¨®n propia de objetos y figuras del Jap¨®n antiguo con sus conocidas series de fotograf¨ªas realizadas durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas sobre arquitecturas, escenarios teatrales, objetos votivos y artefactos, personajes ilustres convertidos en ¨ªdolos de cera y oc¨¦anos de silencio infinito. El resultado es una suerte de autobiograf¨ªa, una marqueter¨ªa ideogr¨¢fica distribuida por diferentes salas en una narraci¨®n abierta, que el espectador ha de leer al vuelo, en cualquier direcci¨®n. "Hay dos tipos de historia", explica Sugimoto, "la recordada y la no recordada. Ninguna es estable. Incluso los textos m¨¢s can¨®nicos est¨¢n sometidos a continuas lecturas. Lo mismo ocurre con los objetos materiales. Durante milenios, la g¨¦nesis del mundo era una provincia exclusiva de la religi¨®n y las antiguas tradiciones espirituales compet¨ªan entre ellas para inventar nuevos mitos. La historia del arte, los artistas, tambi¨¦n hemos querido dar una visi¨®n unificadora del mundo ca¨®tico que nos rodeaba, encontrar esos lugares de sombra a los que ni la ciencia ni la religi¨®n ha podido acceder. Esa otra historia es la que yo he querido representar".
La narraci¨®n de Historia de la Historia arranca con un relicario del siglo XIII (periodo Kamakura), originariamente destinado a conservar las cenizas de Buddha; se trata de un peque?o bronce que adopta la forma de una hoguera y que le sirve al artista para enmarcar en ¨¦l una fotograf¨ªa en blanco y negro del mar en calma; un oc¨¦ano inmaterial y transl¨²cido, casi irreal, rodeado de llamas, el renacer de un nuevo para¨ªso para la humanidad.
La serie Causa y efecto en
blanco y negro (2003) recorre en 12 estadios la formaci¨®n del planeta Tierra, seg¨²n la cuenta Sugimoto. Acopladas en peque?os cofres de madera iluminados, las fotograf¨ªas reproducen escenas construidas a la manera de un collage, desde la formaci¨®n del mundo vivo subacu¨¢tico, hace 600 millones de a?os, hasta el sue?o de una tierra prometida poblada de p¨¢jaros del para¨ªso, con el promontorio sagrado del Fuji al fondo. Se trata de un paisaje de emoci¨®n concentrada precedida de otras secuencias aleatorias, desde la aparici¨®n de los primates y una cosmog¨¦nesis que se abre a la comunicaci¨®n divina de la naturaleza (el zen no tiene dios) hasta la explicaci¨®n cient¨ªfica del universo en la persona de Albert Einstein, convertido en figura de cera, o todos esos s¨ªmbolos culturales que reducen a operaciones sem¨¢nticas nunca controladas (la familia real brit¨¢nica) el infinito vicioso del poder.
Como no pod¨ªa de otra forma, no falta la imagen de la fertilidad y el poder, en este caso subvertida por una piedra de granito alargada (periodo Jomon) (10.000-400 antes de Cristo) recostada en una mesa de hospital (Testament of a Penis). De la misma ¨¦poca, una figura de arcilla en forma de cruz, utilizada por el cham¨¢n en los rituales kami-gakari, parece observarnos permanentemente encerrada en una expresi¨®n de temor. Las sedas del periodo Tempyo (710-784) usadas en los ceremoniales para honrar al gran Buddha atestiguan hasta qu¨¦ punto en la cultura nipona es dif¨ªcil la noci¨®n tajante de sentido, pues en ellas los dibujos se insin¨²an en capas, son hojaldres donde se sobreponen figuras y graf¨ªas, como si la propia trama indicara que en ese silencio pesado y m¨ªstico de los nombres uno puede encontrar la revelaci¨®n. Dispuestos a la manera de un mosaico, los colores de los tejidos recortados de forma irregular parecen arrancados de la paleta de Andrea Mantenga (?los paisajes imaginarios del San Sebasti¨¢n?), una de las influencias de Sugimoto.
Las delicad¨ªsimas figurillas de las diosas shinto encerradas en el silencio de la urna compiten en elocuencia con fragmentos pictogr¨¢ficos del siglo XIII, como el que reproduce el diario de sue?os que el poeta Myoe escribi¨® durante cuarenta a?os. Myoe fue un monje a la manera de San Francisco de As¨ªs, vivi¨® como un eremita hasta los sesenta a?os, pues hab¨ªa renunciado a hacer una carrera en la iglesia budista. Su existencia austera y disciplinada le enloqueci¨®, hasta que no pudo m¨¢s, y se cort¨® una oreja. Es probable que Vincent van Gogh, admirador de los grabados y la escritura japonesas, hubiera hecho un viaje c¨®smico hacia aquellas tierras pobladas de kami antes de decidir automutilarse.
En la serie Confesiones de una m¨¢scara (2003), Sugimoto re¨²ne cuatro caretas de madera (siglo XIII) que marcan la transici¨®n de la ¨¦poca antigua al periodo m¨¢s sofisticado de la ¨¦poca Noh. Son rostros "escritos", que conducen la cara a la extensi¨®n vac¨ªa del car¨¢cter (character) y cuya emotividad est¨¢ focalizada en la boca, como si fuera el tintero, el fondo sin fondo de la escritura.
Historia de la Historia concluye con la maqueta de la capilla Go-O, construida en 2002 en lo alto de una roca en la isla de Naoshima, en el mar interior de Jap¨®n, un edificio que sigue el ejemplo de los santuarios shinto del siglo XIV. Sugimoto interpreta este tipo de construcciones muy libremente: por un lado, crea un interior, una c¨¢mara subterr¨¢nea, subrepticiamente abierta al mar, un espacio teol¨®gico agazapado en la oscuridad que esp¨ªa la plenitud de las aguas. Unos escalones que parecen bloques de hielo nos conducen a la peque?a capilla, rodeada de un jard¨ªn seco. Pero en realidad este santuario act¨²a como un intersticio, un fragmento de toda la casa real que es la naturaleza y que ning¨²n protocolo ha sido nunca capaz de fijar.
Hiroshi Sugimoto. History of History. Japan Society. 333 East 47 th Street. Nueva York. Hasta el 19 de febrero de 2006. Itinerancia: Smithsonian Institution. Washington. Abril-julio de 2006.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.