Ian Anderson repasa en clave orquestal la vida del legendario grupo Jethro Tull
El flautista graba un ¨¢lbum con la Nueva Filarm¨®nica de Francfort
El escoc¨¦s Ian Anderson, de 58 a?os, fundador, compositor, emblema y casi ¨²nico responsable de los m¨ªticos Jethro Tull, ha querido conmemorar las cuatro d¨¦cadas de actividad de su banda en un formato bien distinto del habitual. Flanqueado por la Nueva Filarm¨®nica de Francfort, el flautista m¨¢s c¨¦lebre en la historia del rock ha recreado sus temas cl¨¢sicos y algunas composiciones recientes en clave orquestal y ac¨²stica.
"A fin de cuentas, yo siempre he sido un flautista, un desenchufado del rock", argumenta. Su personaje, juglaresco e histri¨®nico, siempre temperamental y algo excesivo, le granje¨® ya desde los ¨²ltimos a?os sesenta adhesiones tan inquebrantables como antipat¨ªas manifiestas. Pero su obra resulta ineludible para comprender la transici¨®n de los sesenta a los setenta en la m¨²sica brit¨¢nica, desde el blues con aires folkies de los primeros ¨¢lbumes hasta el rock progresivo iconoclasta de sus dos trabajos m¨¢s sobresalientes: Aqualung (1971) y Thick as a brick (1972). Entre los 11 primeros discos de los Tull, hasta Heavy horses (1978), hay material sobrado para ensalzar el talento compositor del flautista escoc¨¦s, por mucho que desde entonces haya seguido un camino irregular.
En Plays the orchestral Jethro Tull, cuyos 20 temas ven ahora la luz en dos formatos distintos (DVD o CD doble), Anderson reinventa viejas composiciones favoritas de su grupo, como Living in the past, Life is a long song, La bour¨¦e de Bach o los dos temas, My God y Locomotive breath, que la censura franquista orden¨® suprimir en la edici¨®n espa?ola de Aqualung. "Son aproximaciones distintas. Igual que Monet pintaba nen¨²fares a diferentes horas, a m¨ª tambi¨¦n me atra¨ªa acercarme a mi obra desde otro ¨¢ngulo", explica.
Tambi¨¦n hay lugar para alguna at¨ªpica aproximaci¨®n a la m¨²sica religiosa (We five kings) y para una extensa lectura de Budapest, el tema central de aquel Crest of a knave que en 1987 le proporcion¨® un Grammy a la mejor grabaci¨®n de rock duro y heavy metal.
"Siempre quise huir de la sospechosa f¨®rmula de grupo de rock m¨¢s orquesta. Se ha abusado demasiado de ella", razona Anderson sobre su m¨¢s reciente experimento. "He concebido mi encuentro con la filarm¨®nica desde la perspectiva ac¨²stica de un flautista. Ya en 1968 emple¨¦ un cuarteto de cuerda para un tema de Jethro Tull, A Christmas song, y m¨¢s tarde inclu¨ª arreglos orquestales en muchos de nuestros ¨¢lbumes".
En la grabaci¨®n de su nuevo ¨¢lbum, realizada en la ciudad alemana de Mannheim, se puede ver a un Anderson a ratos nervioso, pero siempre locuaz y sarc¨¢stico. "Es muy dif¨ªcil grabar discos en directo", reconoce. "La tensi¨®n te atenaza hasta el ¨²ltimo m¨²sculo. Tiendes a pensar que has escogido la noche menos adecuada o que el d¨ªa anterior estuviste mucho m¨¢s brillante". Por ello, no duda en calificar su proyecto orquestal como "un disco con pasajes vibrantes y algunas imperfecciones"; pero aclara: "Por fortuna, he comprobado que soy el ¨²nico que percibe esas imperfecciones".
"El rock y la m¨²sica cl¨¢sica son compatibles", concluye el hombre que m¨¢s ha influido en la est¨¦tica de grupos espa?oles como ?u o M?go de Oz. "Pasar¨¢n 2.000 a?os y nuestros descendientes seguir¨¢n hablando de Bach o Beethoven, pero intuyo que tambi¨¦n conservar¨¢n vigencia el blues, el jazz o el folk. Y en el rock siempre se mirar¨¢ a los a?os sesenta y setenta. Est¨¢ muy bien escuchar a The Darkness, pero es imposible comprenderlos sin conocer antes los discos de Led Zeppelin y Queen".
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