Corrupci¨®n
El informe europeo sobre los atropellos cometidos por actuaciones urban¨ªsticas revela las injusticias, arbitrariedades y abusos que suelen acompa?ar a la corrupci¨®n. Recalificaciones, expropiaciones a bajo precio, ventas exorbitantes, negocios turbios, amiguismo, relaciones ventajistas entre lo p¨²blico y lo privado. Una aut¨¦ntica verg¨¹enza que, no obstante, no afectar¨¢ a nadie, nadie se va a considerar responsable, nadie va a pagar por ello, ni nadie va a frenar los pelotazos y la degradaci¨®n del territorio. La cosa seguir¨¢ igual. No creo que la bronca europea preocupe excesivamente a los causantes de las masacres urban¨ªsticas que, como ya se est¨¢ viendo, afirman estar creando el m¨¢s protegido, sostenible, ecol¨®gico y racional de los pa¨ªses. En el fondo, la sociedad valenciana, tan valenciana, no considera suyo su patrimonio. Que nuestra do?a Rita se cargue El Cabanyal o la huerta, no disminuye su popularidad, o que nuestro Sr. Blasco dirija un urbanismo salvaje, no significa que se vaya a ir a casa (sin que a ninguno de los dos se le pueda adjudicar una sola obra consistente, ni una idea m¨ªnimamente ¨²til y racional para la comunidad). Da la impresi¨®n de que las tropel¨ªas reafirman en las poltronas a sus responsables y de que no importa qui¨¦n y c¨®mo se beneficie de tanto desastre y de sus correlativas ventajas econ¨®micas. Los alcaldes y concejales se convierten en c¨®mplices de los promotores y se prestan a los mayores chanchullos. En muchos Ayuntamientos los acuerdos se establecen por relaciones vecinales, por influencia de amistades y parientes o por jerarqu¨ªas establecidas por caciques. Se puede suponer que el transfuguismo de intereses se produce d¨ªa a d¨ªa. Los partidos pol¨ªticos, sus ideolog¨ªas y programas, se diluyen. No importa el color pol¨ªtico del gobierno municipal para cometer barbaridades urban¨ªsticas.
No parece que Europa vaya a cambiar la actitud moral y mental de ning¨²n responsable del desastre. De vez en cuando la UE se escandaliza. Muchas de las actuaciones de los gobiernos provocan verdaderos sofocos en los ¨®rganos pol¨ªticos de la Uni¨®n. Se trata de reacciones indignadas generalmente muy justificadas de las cuales se derivan denuncias, recomendaciones, amenazas, comunicados conminatorios... Despu¨¦s nada. Estos d¨ªas la Comisi¨®n Europea ha retirado una multa del Tribunal de Luxemburgo a Espa?a por agua contaminada, aunque el agua sigue contaminada. En temas m¨¢s dram¨¢ticos como las masacres de Putin, el terrorismo a¨¦reo israel¨ª, las torturas a prisioneros, el traslado de sospechosos a zonas donde se pueda torturar tranquilamente, la utilizaci¨®n de armas qu¨ªmicas por los invasores de Irak, y cosas as¨ª, los europeos se sienten conmovidos y protestan, siempre cautelosamente, hasta que llega la visita a Europa de la Sra. Condoleezza, todo queda olvidado, y tan amigos. En el fondo son muy amables y condescendientes los pol¨ªticos europeos. No creo que el rapapolvo a la Comunidad Valenciana vaya a inquietar seriamente a nadie.
En nuestro pa¨ªs. En nuestro Pa¨ªs Valenciano, la corrupci¨®n es ya una costumbre pr¨®xima a convertirse en una tradici¨®n. Y ya se sabe: al ciudadano le gustan las tradiciones y se adapta a las costumbres sin dificultad. Decide que los abusos -conocidos de todos- y los grandes beneficios que proporcionan a quienes los practican son inevitables. Cree que las cosas son as¨ª, que no puede hacer nada y no llega a percibir el da?o que le pueden causar. Nadie, salvo los directamente expoliados, parece pensar que la generalizaci¨®n de la corrupci¨®n entre nuestros pol¨ªticos, nuestros promotores, nuestros Ayuntamientos o nuestros prohombres, le pueda afectar. Ante la codicia de sus capas dirigentes el ciudadano queda inerme para defender sus barrios (incluso, en ocasiones, su casa), sus rincones, sus paisajes, su lengua, o los valores culturales propios, reducidos a fiestas y conmemoraciones m¨¢s o menos manipuladas. Se encandila con la falsa modernidad de continentes arquitect¨®nicos hechos para contenidos propagand¨ªsticos y tur¨ªsticos, mientras le destruyen sus rasgos m¨¢s personales, sus se?as de identidad m¨¢s caracter¨ªsticas, particularmente su lengua, el m¨¢s importante y singular elemento de su cultura. Parece que esto ocurre en pueblos muy sometidos, despersonalizados, afectados por una borrosa identidad, que no reconoce, o incluso menosprecia, las cosas que le son propias. Quiz¨¢ por sucursalismo e ignorancia de lo que realmente le pertenece y le est¨¢n destruyendo. No lo s¨¦.
Doro Balaguer es escritor.
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