Sainz se despide del triunfo
El espa?ol pierde varias horas al pinchar, verse atrapado en la arena y quemar el embrague
La selecci¨®n natural que el desierto mauritano llev¨® a cabo ayer conden¨® a Carlos Sainz, quien, tras vivir un calvario al volante de su Volkswagen Touareg, vio como sus posibilidades de coronarse vencedor del Rally Dakar en su primera participaci¨®n se desvanec¨ªan como el polvo. S¨®lo dos pilotos en la historia, Juha Kankkunen y Ari Vatanen, ambos finlandeses, se proclamaron ganadores en su debut.
Funesta fue la jornada para el espa?ol, quien, a ratos sentado en la butaca de su Volkswagen Touareg, pero tambi¨¦n fuera de ¨¦l, batall¨® con la fin¨ªsima arena para tratar de arrebatarle el coche que parec¨ªa haber engullido. El sue?o de coronarse en el lago Rosa, de la capital senegalesa, quedar¨¢ finalmente postrado en el lecho ardiente que le cerr¨® el paso. Impotente, Sainz incluso demand¨® en vano al p¨²blico congregado que tratara de desatrancar su veh¨ªculo a empujones.
Con la revoluci¨®n normativa que ha vivido este a?o la prueba, el esp¨ªritu de Thierry Sabin, el fallecido ex piloto que en 1977 concibi¨® el Rally, permanece m¨¢s presente que nunca. "C'est le Dakar", respond¨ªa Sabin a quienes iban en su busca para recriminarle y quejarse por lo que les hab¨ªa acontecido en el desierto. Puede ser una roca, un escal¨®n o un tramo de hierba de camello, pero cualquier cosa decide la suerte de uno en esta carrera.
Tras imponerse en tres de las cuatro primeras etapas, la ¨²ltima de ellas ya en territorio africano, la posibilidad de ver circular victorioso a El Matador por las playas de Dakar pareci¨® cobrar vida. Finalmente, fue un espejismo, muy t¨ªpico en estos parajes. Se comenz¨® a percatar de ello el madrile?o, de 43 a?os, cuando el pasado jueves pinch¨® una de las ruedas de su veh¨ªculo. El desierto volvi¨® a demostrarle el viernes que es muy caprichoso con los primerizos. Entonces, pala en mano, Sainz se demor¨® unos 35 minutos antes de liberar su veh¨ªculo de una de las m¨²ltiples dunas que abundan en este tramo del recorrido. Y ayer, en la octava etapa, se cercior¨® de que el Dakar es algo m¨¢s que una carrera. En el desierto no todo se reduce a conducir con pericia un coche. Para rodar r¨¢pido aqu¨ª es imprescindible familiarizarse con el medio, conocer el color de las dunas, saber por d¨®nde se deben abordar y por d¨®nde evitarlas... Algo que, en definitiva, s¨®lo ense?a la experiencia, esa experiencia de la que Sainz carece de momento.
Apenas recorri¨® 26 kil¨®metros el Touareg del bicampe¨®n del mundo de rallies tras tomar la salida en Atar, punto inicial de la cronometrada y cuya l¨ªnea de meta dista 508 kil¨®metros de Nuakchott, la capital mauritana. Se detuvo en aquel punto, obligado por un pinchazo, y tan s¨®lo el cami¨®n de asistencia que acudi¨® en su auxilio consigui¨® mover el Volkswagen n¨²mero 307. Le exigi¨® demasiado Sainz a la mec¨¢nica de su veh¨ªculo diesel, al punto que el embrague alem¨¢n dijo basta y se quem¨® dej¨¢ndole tirado en medio de la nada.
El cami¨®n de asistencia fue en su ayuda, pero ante la imposibilidad de reparar la aver¨ªa all¨ª mismo, el piloto opt¨® por regresar al punto de inicio, remolcado, para poder reparar el descalabro mec¨¢nico que hab¨ªa sufrido el Touareg.
Tras hacerlo, Sainz reemprendi¨® la marcha horas m¨¢s tarde de que el franc¨¦s Magnaldi, vencedor de la etapa, aparcara su Schlesser Ford en el campamento de Nuakchott. Detr¨¢s de ¨¦l entr¨® su compatriota St¨¦phan Peterhansel, que, por primera vez en esta edici¨®n, se ha situado l¨ªder. Nani Roma es el quinto.
El propio Sainz explic¨® sus desventuras: "A poco de empezar, he intentado subir por una pendiente muy fuerte. Al ver que no pod¨ªa, he girado para intentarlo de nuevo y me he metido por unas piedras que me han pinchado una rueda. Despu¨¦s de cambiarla, hemos intentado continuar, pero el embrague se ha roto. Hemos tenido que esperar a que llegara la asistencia para poder continuar y seguir aprendiendo con vistas al futuro".
Sainz rodaba ligero al cierre de esta edici¨®n y acallaba as¨ª los rumores a prop¨®sito de un hipot¨¦tico abandono.
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