Sharon deja un proceso de paz estancado
La enfermedad del l¨ªder israel¨ª a?ade confusi¨®n a un conflicto que se ha quedado sin Hoja de Ruta
"La verdadera formaci¨®n de Ariel Sharon es militar. Sus t¨¢cticas fueron brillantes. Pero nunca se ha sabido si ten¨ªa una visi¨®n estrat¨¦gica. Ha trasladado a la pol¨ªtica su pensamiento militar y toma las decisiones para que sus consecuencias siempre le sean favorables", explica el profesor de la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n Mario Sznajder. En el campo de batalla no cabe la negociaci¨®n y el hoy convaleciente Sharon traslad¨® esta idea al ¨¢mbito pol¨ªtico. "No hay socio para la paz", repet¨ªa sin cesar durante los a?os en que encerr¨® a Yasir Arafat en la Mukata de Ramala, hasta su muerte en noviembre de 2004. La letan¨ªa se escucha tambi¨¦n hoy, pero ahora referida al actual presidente palestino, Mahmud Abbas. Rechazado el proceso de paz, el primer ministro opt¨® por las medidas unilaterales. Primero levant¨® el muro ilegal que se adentra en territorio cisjordano y que prefigura una frontera inaceptable para el futuro Estado palestino. Despu¨¦s desmantel¨® las colonias de Gaza y retir¨® a los soldados de la franja.
Arik ha ido a su aire, contra la voluntad de los prebostes palestinos y de los 'ultras' jud¨ªos
No se vislumbra ning¨²n l¨ªder con capacidad para retomar el proceso de paz
La historia del proceso de paz entre israel¨ªes y palestinos es el relato de un sinf¨ªn de desencuentros entre l¨ªderes carism¨¢ticos que se odiaban a muerte y el recuento de todos los incumplimientos posibles. Los principales gobernantes jud¨ªos y palestinos -Yasir Arafat e Isaac Rabin- que impulsaron los Acuerdos de Oslo de 1993, despu¨¦s de la Conferencia de Madrid, han muerto; quienes les siguieron (Ehud Barak) fracasaron en sus intentos por solucionar un conflicto que ha hecho correr tanta sangre en el ¨²ltimo siglo. Y Sharon, al que muchos observan como el ¨²nico dirigente capaz de hacer comprender a sus ciudadanos la necesidad de abandonar tierras ¨¢rabes, languidece en un hospital de Jerusal¨¦n y deja un legado que se aleja del modelo de sus predecesores.
Arik ha ido a su aire, contra la voluntad de los prebostes palestinos, contra la derecha extremista jud¨ªa e incluso contra muchos dirigentes del que fue su partido, el Likud. "Sharon es sofisticado y no conoce el miedo. No tiene la vena religiosa, es desconfiado, pragm¨¢tico. La decisi¨®n que toma se ejecuta", asegura Sznajder.
Tras el estallido de la segunda Intifada, cuya chispa el mismo Sharon encendi¨® con su visita a la Explanada de las Mezquitas en septiembre de 2000, el ex general decidi¨®, ya convertido en primer ministro, cambiar el rumbo. Dr¨¢sticamente. Nada de paz por territorios. Y nada de firmar la paz para que la seguridad de Israel quede garantizada. Sharon ha dado un vuelco a la ecuaci¨®n y durante sus cinco a?os de mandato ha insistido hasta la saciedad en su nuevo prop¨®sito: sin seguridad no habr¨¢ paz, que traducido al lenguaje que se plasm¨® en la Hoja de Ruta significa que el desmantelamiento de las milicias palestinas es condici¨®n sine qua non para entablar negociaciones sobre los territorios ocupados. Sharon logr¨® convencer al presidente de EE UU, George W. Bush, de su nueva tesis.
"Si yo fuera un dirigente ¨¢rabe no negociar¨ªa con Israel. Es natural. Los ¨¢rabes s¨®lo ven una cosa. Llegamos y les robamos su pa¨ªs. ?Por qu¨¦ habr¨ªan de aceptarlo?", dijo en 1956 el propio Ben Guri¨®n, fundador del Estado jud¨ªo. Medio siglo despu¨¦s, las tornas han cambiado y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se empe?a en una negociaci¨®n con Israel que no rinde frutos y que es sometida a continuas condiciones por una contraparte que decide a su antojo.
Le llev¨® una d¨¦cada a Yasir Arafat convencer a sus correligionarios de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina de la necesidad de reconocer las resoluciones de Naciones Unidas 242 y 338 y de renunciar a la destrucci¨®n del Estado de Israel. Lo logr¨® en 1988. Y fueron necesarios a?os de negociaciones secretas para que Arafat y el primer ministro Isaac Rabin se dieran la mano en la Casa Blanca, en septiembre de 1993, tras la firma de los Acuerdos de Oslo, que establecieron una autonom¨ªa muy limitada para s¨®lo una parte de los territorios ocupados. No han funcionado. La irrupci¨®n de los atentados suicidas, perpetrados desde 1996 por los grupos fundamentalistas, es la coartada perfecta para que Israel rechace abordar asuntos sustanciales.
La Hoja de Ruta -el plan patrocinado por EE UU, la Uni¨®n Europea, Rusia y Naciones Unidas- fijaba un calendario que desembocaba en la creaci¨®n de un Estado palestino a finales de 2005. Ha caducado y hacerla revivir en los pr¨®ximos meses ser¨¢ imposible. La campa?a electoral para las elecciones israel¨ªes del 28 de marzo est¨¢ a punto de arrancar y la incertidumbre sobre qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo primer ministro es absoluta. Tampoco importa demasiado. Venza quien venza, no se vislumbra que ninguno de los l¨ªderes del momento tenga capacidad para retomar el proceso de paz.
Todo indica que nadie conoce con detalle las intenciones que albergaba Sharon sobre eventuales retiradas de Cisjordania. Hablaba el convaleciente de un "Estado palestino", y as¨ª se expone en el programa de Kadima, el partido que acaba de fundar tras su fuga del Likud. Se ignora c¨®mo ser¨ªa ese Estado. Lo que s¨ª se barrunta hace tiempo es que sus caracter¨ªsticas no se negociar¨ªan con la ANP. "La evacuaci¨®n de Gaza nos servir¨¢ para congelar el proceso de paz y evitar el establecimiento de un Estado palestino y la discusi¨®n sobre el asunto de los refugiados, las fronteras y Jerusal¨¦n", asegur¨® hace poco m¨¢s de un a?o Dov Weissglas, el principal asesor de Sharon. Mientras, la expansi¨®n ilegal de los asentamientos prosigue sin pausa. El Gobierno de Sharon ha concedido licencias para construir miles de viviendas en las colonias que circundan Jerusal¨¦n. Los hechos consumados se suceden para configurar esas fronteras definitivas que Sharon dibujaba d¨ªa a d¨ªa.
S¨®lo Washington ha logrado arrancar al Gobierno israel¨ª concesiones nimias. Fueron necesarias 20 semanas de negociaciones para que el Ejecutivo de Sharon aceptara traspasar a la ANP y a Egipto el control del cruce fronterizo de Rafah, en el sur de Gaza. Y fue imprescindible la implicaci¨®n de la jefa de la diplomacia de EE UU, Condoleezza Rice, para que Israel se plegara al acuerdo. Hoy, la amenaza sobre un posible cierre del paso pende sobre la ANP, que no desarma las milicias palestinas consciente del riesgo de guerra civil.
"Los cierres de los territorios, los controles militares, las detenciones y asesinatos conllevan el colapso del Gobierno palestino. Pero en lugar de ense?ar la bandera blanca, la poblaci¨®n ha sacado la bandera verde, la de Ham¨¢s", escrib¨ªa el viernes en el diario Haaretz el analista Akiva Eldar. El mi¨¦rcoles, Yuval Diskin, jefe del Shin Bet, el servicio de espionaje interno, alertaba sobre la anarqu¨ªa reinante en Cisjordania y Gaza, la debilidad de la ANP y el peligro de que Ham¨¢s reemplace a Al Fatah al frente del Gobierno palestino. "?Puede ser que el futuro del Estado de Israel estuviera en manos de un ser mortal que no ha dejado nada tras de s¨ª, salvo el caos pol¨ªtico interno y con los pa¨ªses vecinos?", se preguntaba el viernes Eldar.
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